El ingeniero Jorge Calzoni es rector de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Explicó por qué piensa que el conocimiento “se construye” y no se transmite, y qué es lo particular de la universidad que a partir de marzo empezará a formar abogados.
La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) abrió sus puertas en 2011. Durante su primer año cursaron 641 estudiantes, la misma cantidad de estudiantes que se anotaron durante los primeros quince días de preinscripción en la nueva carrera de Abogacía que comenzará a dictarse el año que viene. A dos semanas del cierre de que termine el plazo para anotarse, ya son casi 800 los jóvenes interesados en una formación jurídica que rompe con los esquemas tradicionales.
El ingeniero Jorge Calzoni, rector de la UNDAV, se graduó en la Universidad Tecnológica Nacional. Recuerda que cuando la creó Juan Perón se llamaba Universidad Obrera Nacional, y no olvida que cuando la cerraron los militares en 1976, fueron los estudiantes los que exigieron que se reabriera. Recibió a Infojus Noticias en su despacho y explicó por qué piensa que el conocimiento “se construye” y no se transmite, y qué es lo particular de la universidad que a partir de marzo empezará a formar abogados.
Los datos y el programa pueden consultarse en su sitio oficial, donde también se realiza el trámite de preinscripción. La carrera de Abogacía promete “una visión del derecho distinta de la tradicional”, que busca en los graduados “una conciencia de sus responsabilidades respecto de la comunidad”. Coordinada por el eminente jurista Carlos Cárcova, tendrá un diseño curricular flexible, con orientaciones y que permite cursar materias optativas en otras universidades.
-¿Cuál es el enfoque de la Universidad de Avellaneda?
-Somos una universidad muy joven, y por eso adoptamos algunas características novedosas. Tuvimos la idea de tener departamentos, y no facultades, para favorecer la integración de los contenidos. Y trabajamos con dos tipos de carreras, porque algunas son más innovativas y otras más tradicionales pero pensando en los jóvenes de Avellaneda. Para un pibe de acá, estudiar arquitectura implicaba viajar al menos una hora y media hacia Ciudad Universitaria o hacia La Plata. A su vez queremos hacer algo diferente, entonces en esa carrera trabajamos con Jaime Sorín, que nos permite armar algo distinto y trabajar sobre las demandas de la sociedad, como la urbanización de las villas.
-¿Por qué decidieron sumar la carrera de Abogacía?
-No estaba prevista en el proyecto institucional de la universidad, pero surgió una demanda en base a la creación de un polo judicial Avellaneda Lanús. Cuando observamos quiénes van a trabajar en el nuevo departamento judicial nos encontramos que la mayoría de los abogados están formados en el ejercicio liberal de la profesión. Tuvimos la necesidad de innovar. Por eso propusimos una orientación distinta, vinculada a la gestión pública, con la justicia, con la seguridad. Sobre esa materia venimos trabajando en un Observatorio de Seguridad, que viene de presentar un trabajo de un equipo coordinado por Eugenio Zaffaroni y por tres universidades: la de La Plata, la de La Matanza y la de Avellaneda.
-¿La carrera de la UNDAV va a competir con las demás universidades?
-Desde lo conceptual, tenemos algunas diferencias, pero todos aportamos desde distintos espacios. Aspiramos a una carrera de mucho nivel, con gente que esté trabajando en la gestión y en todos los ámbitos vinculados a la justicia. Eso nos va a permitir desarrollar líneas de investigación con una nueva manera de ver el derecho. La Argentina está en plena transformación, en la renovación de sus códigos, y una nueva mirada de la justicia va a tener un debate fuerte.
-¿Qué ganan los estudiantes de Avellaneda al tener la universidad cerca?
-La universidad más cercana es la de Lomas de Zamora, pero para llegar a su sede hay más de una hora de viaje. Es muy difícil porque desde el centro de Avellaneda no hay un colectivo que vaya directo, y menos desde la periferia. La UBA también está relativamente “cerca”, pero hay una hora y pico de viaje en hora pico, que es cuando los chicos van a cursar. No es sencillo llegar, con lo cual no hay una competencia.
-¿La dimensión territorial afecta la forma en que se conciben los contenidos?
-Claro, el marco de lo territorial tiene que ver no sólo con la creación del departamento judicial sino con acciones directas vinculadas a las necesidades y los conflictos propios del lugar. Algunas de las leyes que se vienen sancionando tienen que ver con esto, como las de defensa del consumidor, que permiten evitar que todo llegue al Poder Judicial, y que existan instancias intermedias para resolver los conflictos. Eso demuestra que hay un cambio estructural muy fuerte de que en medio de la lógica de conflicto, tratamos de generar mecanismos de resolución de conflictos y no de generación. Lo mismo pasa con los debates pendientes en materia de la “criminología mediática”, como postula Zaffaroni, y cuestiones en todas las materias. Pensamos vincular la carrera de abogacía con otras, como las de deportes, salud, diseño, porque hay muchas cuestiones en las que se cruzan.
-Eso rompe con la lógica enciclopedista de la educación tradicional. ¿Cómo piensan el proceso educativo desde la UNDAV?
-Yo creo en la construcción de conocimiento. No creo en que uno transmite y el otro recibe y se va. No existe en el proceso de enseñanza-aprendizaje porque sí. Podés aprender sin que nadie te enseñe y podés enseñar y que nadie aprenda. El proceso es cuando ambas cosas se dan simultáneamente. Construir el conocimiento es llevar la teoría a la práctica, y resolver las situaciones y problemas que se producen todos los días. En las nuevas universidades es emblemática la enorme y activa participación de la comunidad. Acá hay gente todo el tiempo, y se realizan actividades de la propia comunidad dentro de la universidad. Eso es fabuloso, porque la gente se ha empoderado de una institución que le pertenece al pueblo.
-¿Cómo se materializa eso en la enseñanza universitaria?
-En la Universidad de Avellaneda tenemos una materia emblemática que es para todas las carreras, que es el Trabajo Social Comunitario. El primer año es en el aula y el resto es trabajo de campo. Es multidisciplinario, e implica resolver un problema, un tema concreto en la calle. Lo puede traer una organización social, política, una ONG, el gobierno municipal, cualquier municipio, el que sea. Cuentan con un docente, y después con un tutor que lo va siguiendo. Los chicos desarrollan un trabajo en el barrio, y en el barro si es necesario, para que puedan aplicar en el territorio todas las herramientas que van adquiriendo.
-¿Se aplica para la carrera de abogacía?
-Claro, porque es fundamental para que puedan percibir ciertas cosas. Los chicos que a veces tienen ciertos prejuicios se enganchan cada vez más. Porque a su vez los tutores de los últimos años son los chicos que han pasado por las cursadas anteriores, hay una retroalimentación. Es interesante como perspectiva, porque no lo tienen las universidades tradicionales, aunque ya están haciendo ensayos desde distintas facultades. A nosotros la juventud como casa de estudios nos permite explorar nuevas cosas.
-¿Cómo perciben que fue recibida la UNDAV en la comunidad académica?
-Es una construcción. El primer año terminamos con 641 estudiantes y hoy estamos en 9331. Hay un avance cuantitativo muy fuerte y eso molesta. Hace poco salió una nota bastante tendenciosa sobre el presupuesto, que tomaba el número de alumnos de 2011 y el presupuesto de 2015. Estamos creciendo, el año que viene vamos a tener en funcionamiento ya las doce carreras que habíamos proyectado, y con abogacía y seguridad posiblemente se sumaría un nuevo departamento.
-¿Qué desafíos plantea la apertura de universidades en el conurbano bonaerense?
-Se discute mucho una presunta contradicción entre la inclusión y la calidad, pero nosotros no creemos en eso. Hay Creemos que no hay inclusión sin calidad, porque estaríamos mintiéndole a los pibes. La inclusión no es que entren a la universidad, es que puedan aprender y que se reciban. En la academia hay quienes escriben artículos planteando lo malo que es el sistema argentino, que a su vez está mirado muy bien en el resto de la región, pero es una mirada cuantitativa, muy de los noventa. Incluso hay que revisar también los presupuestos, porque se hacen en función del número de alumnos. El Estado tendría que brindar recursos de acuerdo a la planificación y las prioridades que quiere sostener.
-¿Eso está en discusión?
-Algunos piensan que va en contra de la autonomía, pero tampoco creo que sea así. La autonomía tiene que ver con el ejercicio de la democracia interna de cada una de las universidades, y surgió en su momento para evitar que gobiernos autoritarios pudieran accionar sobre la universidad. Más allá de la autonomía lo hicieron igual. Hay que ponerla al servicio de los intereses generales, combinarla con la planificación estratégica que tenemos como sociedad. En los últimos doce años el país logró superar muchos obstáculos con planificación y con construcción.
-Además de la creación del departamento judicial de Lanús-Avellaneda, la carrera llega en pleno debate por la modificación de los Códigos Civil y Comercial, Penal y Procesales.
-Sí, la carrera llega en un momento justo, en pleno debate por renovar códigos que en ciento y pico de años no se habían modificado. También estamos generando la capacitación en todo lo que es la Policía Comunal, que es algo muy demandado por la comunidad. Ciertos sectores no quieren que los preparemos nosotros, pero ¿quién los va a preparar? ¿La Vucetich, de donde salen los mismos policías que cuestionamos?
¿Por qué cree que hoy se están dando estas transformaciones?
-Es un momento interesante porque hay debate parlamentario, aunque me gustaría que hubiera una oposición que se sentara a discutir de fondo algunas cuestiones. Hoy prima la política, y eso demuestra un cambio de época. Este Gobierno demuestra con hechos que gobierna hasta el último día, cuando gobiernos anteriores a esta altura estaban pensando en irse porque los medios ya los estaban castigando para que se fueran. Muchas de las medidas que se han tomado son irreversibles, pero otras no. Los derechos conquistados hay que sostenerlos y defenderlos en el tiempo. Es la propia comunidad la que tiene que garantizar la continuidad.