Fue parte de una generación de travestis, perseguida por la policía, encerrada y torturada. En 1993 fundó, con otras activistas, la Asociación de Travestis de Argentina (ATA), que años después cambió su nombre a ATTTA para sumar a transexuales y transgéneros. Murió hace tres años, el 18 de marzo de 2012, y en su honor la Legislatura porteña creó el Día de la Promoción de los Derechos Trans.
“Tenemos derecho a tener un nombre que refleje nuestro género vivido, para que hasta en nuestro lecho de muerte se nos respete”, dijo Claudia Pía Baudracco meses antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género en la comisión de Diputados. Y lo repitió por todas las provincias: dicen que viajó del sur profundo a la Quiaca para concientizar a sus compañeras. Claudia llamó el 18 de marzo de 2012 a María Rachid para preparar un viaje a Formosa: “Estaba organizando una movida porque era la única provincia que todavía tenía contravenciones contra las compañeras travestis. Estaba indignada y ese día coordinamos sacar los pasajes para viajar en la semana y hacer una marcha”. Horas después de cortar el teléfono, Claudia murió de forma inesperada. En su memoria, desde 2013, la Legislatura porteña creó el Día de la Promoción de los Derechos Trans.
A Claudia le decían cariñosamente la “Leona" y la “Gorda". Había nacido en Venado Tuerto en octubre de 1970 y catorce años después viajó a Buenos Aires. Como toda una generación de travestis, estuvo en situación de prostitución, fue perseguida por la policía, encerrada y torturada.
En 1993 empezó a difundir la idea de que la unión travesti haría la fuerza. Una noche, cuando iba junto a María Belén Correa y otras mujeres trans a festejar un cumpleaños, apareció el nombre de la asociación que las representaría. Al cumpleaños nunca llegaron, porque las metieron presas.
-Nosotras tenemos derecho como cualquier ciudadano, porque caminar no es ningún crimen- dijo Claudia.
-Ustedes quiénes se creen que son, ¿la asociación de travestis argentinos? ¡Todos presos! –dijo el policía.
Junto a María Belén y otras activistas fundaron la Asociación de Travestis de Argentina (ATA), organización que años después cambió su nombre a ATTTA para sumar a Transexuales y Transgéneros. Hoy la asociación tiene representantes en casi todas las provincias y cuando hay una injusticia se activan, como células empoderadas de un discurso que no acepta 'ni un paso atrás' en la conquista de derechos.
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“Claudia era una súper visionaria. De joven fue a Europa, conoció la libertad sexual y vino con esa idea instalada. Cuando pensábamos en organizarnos, antes de hablar de una asociación, ella planteaba un sindicato donde nuclearnos. El nombre de ATA quedó como reafirmación frente a la burla”, dice a Infojus Noticias Ornella Infante, coordinadora de ATTTA Neuquén. “Conocí a Claudia en Santiago del Estero, en la casa de Luisa Paz, no recuerdo hace cuanto años pero más de 15 seguro. Luisa y Claudia ya eran hermanas, y su madre era la Nenuela, una trans de Villa Madero. Con Claudia inmediatamente pegamos onda y me adoptaron como la última hermana, me dijo a las carcajadas que podía serlo, pero que ella siempre iba a ser la más chica, porque había llegado a Villa Madero cuando tenía solo trece años y ya era travesti, cosa que en la ápoca la convertía en la más chica de todas”, cuenta.
La población trans en el momento de las contravenciones por inmoralidad se agrupaba para darse apoyo. “Formábamos nuestras familias y siempre la ‘madre’ travesti te protegía y te enseñaba cómo cuidarte. Las otras hijas anteriores de la ‘madre’ eran tus ‘hermanas’, esa era la familia que se elegía”, dice Ornella y se emociona cuando piensa en Claudia, aunque no quiere recordarla con lágrimas: “Una vuelta estábamos en la estación de Retiro y un taxista empezó a burlarse y agredirnos. Ella inmediatamente llamó a un policía y le tiró todos los derechos que nos amparaban. El policía lo demoró al taxista y ella en lugar de ir a hacer todos los trámites burocráticos nos dice: ‘Vamos al taller que ahí nosotras vamos a aprender. El tipo este ya aprendió: nunca más se va a burlar de una trava’”.
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“Dos días antes de su fallecimiento estábamos en San Rafael en la primera marcha del orgullo que se hacía. Imaginate en un pueblo chico y conservador lo que fue: salieron a repudiarnos por la calle. ¡Nos tiraban con piedras! Claudia iba al frente y contagiaba de coraje a las que tenía alrededor. Y siempre con un humor imparable, era una chispa que iba de un lado para otro”, recuerda Verónica Irupé Araya, responsable de ATTTA San Juan y amiga de Baudracco desde los 13 años, cuando parecían más grandes de lo que eran y se cuidaban entre sí.
Una tarde Patricia Rasmussen, de ATTTA Mar del Plata, se cruzó con Claudia y con la militancia travesti. “Fue en la década del ‘80, cuando todavía era una adolescente. Yo tenía 16 y ella 21 años y nos vimos en la calle: a mí me estaba corriendo un patrullero y ella me llevó a su casa, en el edificio donde vivía con su madre y dos hermanos. Después empezamos a prostituirnos juntas y surgió una amistad grande, al punto de que al poco tiempo yo estaba viviendo en la casa con su madre. Después nos fuimos a Uruguay porque la situación era insostenible en ese momento, éramos muy perseguidas y detenidas constantemente”.
Como un homenaje a la memoria de su amiga, y un aporte a la memoria colectiva trans, Patricia hizo el documental “Si te viera tu madre. Huellas de una leona”, que tiene guión de María Marta Aversa (una académica que trabaja en la biografía de Claudia), lo dirigió Andrés Rubiño (director del mediometraje realizado en 2003 “Identidad trans”) y lo protagonizó Patricia.
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En 2005 Claudia estuvo en la conformación de la Federación Argentina LGBT como secretaria de Mujeres Trans y acompañó la campaña para la ley de matrimonio igualitario. A fines de 2010, para instalar la demanda de una ley de identidad, fue a la Justicia a pedir un DNI acorde con su nombre y su género, pero se negaba a las pericias físicas y psiquiátricas que le pedían por considerarlas denigrantes. Aunque fue uno de los primeros pedidos de amparo por el derecho a la identidad presentados en la justicia porteña, el de Claudia fue derivado a la justicia nacional y todavía se estaba tramitando cuando murió. Claudia había terminado la secundaria mientras estaba detenida por una causa en la que quedó demostrada su inocencia. La experiencia la incentivó para trabajar en programas de educación para personas trans privadas de su libertad.
“Recuerdo su participación en lo que fue la primera vez que se formalizó el tratamiento de la Ley de Identidad de Género. Junto a la de Lohana Berkins, Marlene Wayar y Mauro Cabral, fueron las intervenciones que más me conmovieron, porque en términos políticos Claudia fue muy clara en que lo que se buscaba no era solo una cuestión meramente registral sino también el acceso a la salud. Era algo que se peleó bastante: sentíamos que la salud y lo registral debía ir junto. Y así fue”, recuerda Emiliano Litardo, miembro de AboSex y uno de los redactores del proyecto de Ley de Identidad de Género que hoy es vanguardia en el mundo.
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Claudia era portadora de VIH y también militaba contra la discriminación. El día de su muerte, a través de la Subsecretaría de Prevención y Control de Riesgos y la Dirección de Sida y ETS, se lamentó “la partida de una incansable activista” que había realizado “diversas actividades de prevención e investigación” con los equipos de trabajo del Ministerio de Salud de la Nación.
Estaban Paulón, presidente de la Federación Argentina LGBT, recorrió el país con Claudia los meses previos a la sanción de la Ley de Identidad de Género. También los acompañó Marcela Romero (ATTTA y RedLactrans), que hoy recordará a Claudia en la cumbre de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde se hace un encuentro para programar la Ley de Identidad de Género en toda la región.
“Trabajaba sin parar y ponía onda todo el tiempo, era como que la militancia le daba una polenta especial para vivir. Siento que ella representó para muchos de nosotros la deuda pendiente que teníamos con toda una generación que no llegó a ver el resultado de lo que luchó. Llegó a ver la media sanción de la ley pero no alcanzó al debate en el Senado. Ella no quería morirse y que en su funeral hubiera otro nombre, y eso fue algo que hicimos respetar, algo muy emocionante donde se notó cómo era querida”, dice Paulón.
El 23 de mayo de 2012, dos meses después de la muerte de Claudia, la ley 26743 fue promulgada y estableció que “toda persona podrá solicitar la rectificación registral del sexo, y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida”.
MM/RA