Infojus Noticias recorrió distintos lugares del Gran Buenos Aires y Capital Federal y habló con gente que iba a sus lugares de trabajo. La falta de transporte y el temor a posibles enfrentamientos, hicieron que el ritmo cotidiano disminuya.
Hace más de media hora que Celina espera el colectivo. Tiene que llegar a Capital a su trabajo: cuida a una pareja de ancianos. Todos los días hace el recorrido desde Lanús en tren. Pero hoy, por el paro, no hay servicio, entonces toma el colectivo. La parada esta desierta, es ella la única que espera el 112 para arrancar el viaje. Ya les avisó por teléfono a sus patrones que iba a llegar más tarde, en realidad ella dice “cuando pueda”. Lo que ella no sabe aún es que esa línea tampoco funciona. A la mañana unidades de la 112 fueron apedreadas para que dejaran de trabajar. Entonces esa línea igual que la 501, la 165 y la 243 guardaron las unidades. Celina se lamenta, y busca alternativas, dice que del 299 tampoco anda ni un coche. Mientras, la mañana de trabajo se desvanece.
Esteban espera el 179 también a dos cuadras de donde está Celina. Él y su esposa trabajan en maestranza. Los dos están llegando tarde, pero desde ayer está arreglado con la empresa que hoy se contemplaría esa demora. Algo parecido le pasa Ricardo, trabajador del correo. Dice que todos los días, el tren traslada el 80 por ciento de las personas en Lanús. “Un día como hoy te mata, todo se retrasa, y somos muchos los que tenemos que estar trabajando”, dice.
La historia de Celina y los demás son algunas de las tantas que se ven en el conurbano un día de paro. Los comercios en las avenidas principales estaban abiertos, pero la ausencia de jornada bancaria sumada a la falta de transporte –todos coinciden que los colectivos no están trabajando con la regularidad de un día normal– y al temor a los enfrentamientos entre quienes dictaron la medida de fuerza y quienes no la acatan, hicieron que el ritmo cotidiano de los centros urbanos disminuyera.
En el corte del Puente Pueyrredón, poco más de trescientas personas impedían el cruce de la mano hacia la Capital. Por la mano hacia provincia, el tránsito parecía el de un domingo. La Policía Bonaerense implementó un pequeño dispositivo para desviar autos y colectivos hacia el “puentecito” que une Avellaneda con Barracas. Sobre el puente, a eso de las 9,30 la Prefectura desmovilizó el operativo previsto.
En el centro de Avellaneda, Mario arma los puestos para la feria que desde el mediodía empezará a funcionar en la plaza. Dice que a la mañana temprano el movimiento de gente fue igual que el de todos los días, quizás “un poco más temprano porque hoy sólo hay colectivos”, dice. También hay taxis, en las paradas largas colas de autos de alquiler esperan para suplir el impacto del paro.
En Capital la situación fue similar al Conurbano, sobre todo en las primeras horas de la mañana, cuando las líneas A, B y C permanecieron cerradas. Los colectivos en su frecuencia regular se mostraron con el caudal de pasajeros similar a cualquier otro día. Sobre las 10 de la mañana el servicio de subte se regularizó, salvo la línea B que siguió adherida al paro.
En el centro, Corrientes al 600, se había anunciado un corte de calle, pero a media mañana la avenida estaba libre y el tránsito normal. La falta bancos diezmó la circulación de gente por el microcentro. En los barrios de la Capital, el movimiento es normal durante todo el día.