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Infojus Noticias

28-11-2013|9:31|Crimen Nacionales
Para la fiscal la causa está "casi resuelta"

Crimen de la diseñadora: más cerca del juicio oral

La Cámara del Crimen porteña confirmó el procesamiento del único acusado: Miguel Ángel Santa Marinha. Es el marido de la mejor amiga de la víctima. Está acusado de "homicidio simple y hurto agravado".

Por: Infojus Noticias

La Cámara del Crimen confirmó el procesamiento de Miguel Ángel Santa Marinha, detenido por el crimen de Celina Bergantiños, la diseñadora de interiores que apareció estrangulada en su departamento de San Telmo el 2 de octubre pasado. El hombre, esposo de la mejor amiga de Celina, está acusado de “homicidio simple y hurto agravado por haber sido cometido con llave sustraída”.

Para la fiscal Paula Asaro, la causa está “casi resuelta”,“para elevar a juicio oral”. Ella fue una de las primeras personas que llegó a la escena del crimen el 2 de octubre a la tarde. Mientras recorría el departamento se le acercó Santa Marinha y le deslizó el nombre de un sospechoso: Lucas, novio de una hermana menor de Celina.

El novio de la hermana de la víctima estuvo en la mira de la Justicia unas horas. Hasta que la fiscal recibió un llamado de su secretario contándole que Santa Marinha había confesado a dos amigos entre lágrimas que se había mandado “la cagada de su vida”. “Yo la maté, yo la maté. No sé qué hice. Me mandé la cagada de mi vida”, había dicho Santa Marinha la noche del lunes 7 de octubre. Con esta confesión hecha a dos amigos en una estación de servicio de la avenida Fair, en Monte Grande, empezó a esclarecerse el crimen.

El imputado fue procesado el 31 de octubre como responsable de “homicidio simple y hurto agravado por haber sido cometido con llave sustraída” por el juzgado criminal N° 21 a cargo de Silvia Ramond. La defensa apeló la medida. Ayer, la Cámara del Crimen porteña dejó la causa un paso más cerca del juicio oral al confirmar el procesamiento.

“Nunca, en ningún momento, Santa Marinha manifestó haber dicho algo. Ni lo aceptó, ni lo negó”, afirma el abogado defensor, Salvador Antonio Rovito. “No digo que los testigos hayan mentido. Puede que hayan recibido de boca de este chico algunos dichos, pero no aportan ningún detalle que lleve a decir cómo fue el hecho concreto”, agrega el abogado. Los dos amigos, uno de ellos era socio comercial del imputado, ratificaron la confesión ante la fiscalía y después en el juzgado. Santa Marinha, en cambio, se descompuso las dos veces que fue llamado a declaración indagatoria. “Confesar es ante un cura o ante la justicia. Esas son las dos confesiones válidas”, asegura Rovito.

El abogado agregó: “La acusación del juzgado y la fiscalía está basada en supuestos, en indicios, en dichos de dichos. Pero no hay ningún testigo que haya visto entrando, ni permaneciendo, ni saliendo, a mi cliente del domicilio de esta chica”, dijo el abogado, que defiende a Santa Marinha.

Celina tenía 29 años, estudiaba diseño de interiores y era empleada en un negocio de decoración de la marca Bouzard. Un mes antes de su asesinato había empezado a trabajar en el shopping Buenos Aires Design. Vivía en un departamento diminuto, al fondo de un largo pasillo en un primer piso, en la calle Bolívar 743 del barrio porteño de San Telmo. A media mañana del sábado, un vecino que estaba en la vereda cortando una enredadera contempló una escena macabra y dio aviso a la policía. A través de la ventana, el hombre vio el cadáver de Celina rodeado por un charco de sangre. El padre de la chica llegó casi al mismo tiempo que la división Homicidios y la Unidad Criminalística. Estaba muy preocupado: su hija no había respondido los llamados ni los mensajes de texto.

El móvil del crimen que Santa Marinha invocó ante sus amigos entre sollozos (las calzas negras) era tan insólito, que los investigadores pensaron que el trasfondo del homicidio podía entrañar un triángulo amoroso. La Justicia analizó algunos cruces virtuales entre Celina y su presunto asesino. “En uno de los diálogos ella le decía a él ‘Ay, cómo estás en la cama con los pichichos’, en una foto en la que se lo veía a Santa Marinha con dos perros, envueltos en la frazada”, confió una fuente de la investigación. Con el paso de los días esa versión perdió fuerza. “Creemos que era una persona muy inestable e irritable”, dice la misma fuente judicial. Santa Marinha tenía el umbral de la ira demasiado bajo: “Parece que se sospechaba que la esposa del hermano lo engañaba. Él un día la siguió, encaró al tipo que estaba con ella y le rayó el capó del auto”.

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