El padre de la joven de 16 años decidió hablar con los medios por el atraso judicial. Contó que en abril su hija fue abusada por compañeros del colegio San Andrés de San Isidro, en una fiesta. Según el relato de la adolescente, la habría obligado a tomar tequila y la encerraron en un cuarto con cinco jóvenes. Amaneció inconsciente y con signos de abuso.
Eran cerca de las seis y media de la mañana del 7 de abril cuando Mariano recibió un llamado que lo desesperó: su hija de 16 años agonizaba, inconsciente, en la casa de una compañera de colegio. Quien llamó fue la madre de la compañera de su hija, asustada, porque ya no sabía qué hacer para despertar a la joven, que no reaccionaba. Mariano corrió entonces a buscarla, la cargó en su auto y la llevó hasta la clínica La Trinidad, en San Isidro. Los médicos que la atendieron encontraron golpes: la joven había sido abusada. Fue entonces cuando los teléfonos de la policía, el juzgado y la fiscalía empezaron a sonar sin parar. Pero no fue hasta 45 días después de aquella mañana de abril que se realizó la primera medida: un allanamiento que para entonces poco podía significar.
“Mi hija está bien, con tratamiento psicológico. Es muy fuerte. Yo lo que espero es justicia y que paguen con lo que tengan que pagar. Yo tuve 16 años y salí, pero hay cosas que exceden los límites”, dijo a Infojus Noticias el padre de la joven.
La fiesta
Como cualquier otro fin de semana, Mariano salió de su casa en Tigre para llevar a su hija hasta lo de una compañera del colegio, el exclusivo San Andrés, en Olivos. Esa noche las invitaron a una fiesta que organizaban otros compañeros, en la casa de dos de ellos, hermanos, en el barrio porteño de Belgrano. Junto a dos chicas más, llamaron al remisero de siempre y llegaron al edificio de Libertador y Maure. En algún momento de la noche, la hija de Mariano se fue con un chico a una habitación. Pero detrás de ellos entraron otros cuatro jóvenes.
Entonces empezó la pesadilla. A la joven de 16 años le taparon la nariz y la obligaron a tomar shots de tequila. Ella recuerda también haber visto pastillas, pero no tanto más; pronto se desvaneció. Sus amigas, preocupadas, se acercaron a buscarla, golpearon la puerta, quisieron entrar. No las dejaban. Ellos decían que no dejaban salir a su amiga porque no hacía lo que ellos querían. Desde afuera, una de las chicas los enfrentó a los gritos. No paró hasta que logró recuperar a su amiga, por momentos consciente, por momentos no.
Ya en la clínica La Trinidad los médicos de guardia encontraron moretones en las entrepiernas de la joven de 16 años, que también tenía las rodillas lastimadas. La hija de Mariano no reaccionaría hasta casi una hora después, pero ya entonces todos veían cada vez más claras las señales de un abuso.
La desidia judicial
Mariano corrió esta vez a la comisaría de la mujer de San Isidro, por recomendación de la policía. Allí no le quisieron tomar la denuncia; el caso había ocurrido en la Ciudad de Buenos Aires. El caso recayó en el juzgado de instrucción N°21. Un perito forense llegó por fin a la clínica: el abuso se confirmó. Pasaron las horas y luego los días. Ninguna autoridad tomaba ninguna medida. Mariano llamaba al juzgado, no lo atendían. La comisaría decía que no podía realizar un allanamiento sin orden judicial. Un mes y medio después la causa cambió de juzgado, ahora al de menores N°1 y la investigación quedó en manos del fiscal Daniel Togni, quien finalmente ordenó el allanamiento.
Con esta primera medida fue que recibió el llamado del padre de los dos hermanos que dieron la fiesta en el edificio de Libertador.
—Quedate tranquilo. Nada de lo que pensás que pasó, pasó. Los chicos son muy buenos. Están castigados —le dijo el hombre cuando se encontraron.
—¿Castigados por qué entonces si no hicieron nada? —respondió Mariano.
El fiscal Togni no dio detalles sobre la investigación penal en curso porque, dijo, hay personas menores de edad involucradas. Sin embargo, en la fiscalía explicaron que ellos recibieron la causa 45 días después del hecho porque al comienzo de la investigación no había jóvenes menores de edad imputados. Recién al advertir esta situación es que la causa gira al juzgado de menores. Pero para Mariano, en cambio, nada de eso podía tardar 45 días. “Yo fui muy claro desde el minuto uno. Había mayores y menores. Además, les di nombres y apellidos. ¿Cuánto tardás en darte cuenta de esto? ¿Me está diciendo la médica que pudo haber abuso y no mandás a allanar?”, dijo a Infojus Noticias.
Otras denuncias
En mayo, los padres de dos chicas de 13 años denunciaron que sus hijas fueron abusadas en la matineé que se realizaba en las instalaciones del club de rugby y hockey San Isidro. A comienzos de julio, una mujer denunció que su hija de 14 años fue alcoholizada y abusada dentro de un automóvil, por adolescentes con los que compartía una fiesta de un colegio secundario privado de La Plata. Organizada en el predio del club de rugby Los Tilos, la fiesta tenía como fin recaudar fondos para un viaje de egresados. Tras el abuso, la joven fue abandonada en el sector estacionamiento del club.
AS/AF