Un edificio porteño de Jean Jaures al 400 fue el escenario de una batalla que terminó con dos procesados: un padre y un hijo que se violentaron contra sus vecinos. El hijo arrojó objetos y amenazó con un cuchillo a los del “piso de arriba” por ruidos molestos. Ahora está detenido.
El "tic tac tic tac" de los tacos de su vecina del 2° A lo obsesionaba. No se trataba, por cierto, de un ruido fuera de lo habitual en cualquier edificio de departamentos de construcción reciente. Por esos concretos adelgazados se filtraba también al 1° A la música de "los vecinos de arriba". Quienes se quejaban de los ruidos eran un hijo, de iniciales EAC, y su padre, de iniciales GAC. El primero, de 24 años, padece un “cuadro psiquiátrico” y “trastorno por abuso de sustancias. “Me tienen cansados con los ruidos. Me tienen todos hartos, los vamos a hacer cagar a todos”, decía el hijo, refiriéndose sus vecinos del edificio de la calle Jean Jaures al 700. El caso omiso a las advertencias policiales y su reticencia a someterse a un tratamiento en un hospital psiquiátrico terminaron por mandarlo a la cárcel.
El joven continúa detenido y junto a su padre, de 54 años, fue procesado por "amenazas coactivas, amenazas simples y resistencia a la autoridad" por la jueza subrogante del juzgado de instrucción número 26 Yamile Bernan.
El 20 de octubre de 2013 comenzó el infierno. Aquel día "EAC se hizo presente en el palier del piso segundo del edifico y comenzó a gritar: 'negros de mierda, hijos de puta, si no dejan de hacer ruidos los voy a matar' y comenzó a patear la puerta del departamento A, donde vive un matrimonio con una niña menor de edad". Dos semanas más tarde, el 7 de noviembre a las 6.30, EAC "comenzó a tirar objetos desde su balcón hacia la ventana del departamento del matrimonio, al tiempo que gritaba 'si no se van los voy a matar a todos, chúpenme la verga'" y se exhibía con un cuchillo en la mano. El 15 de noviembre, a las 23, EAC y su padre "se presentaron en el palier del segundo piso y comenzaron a proferir frases de contenido amenazante como ser "que los iban a matar si no dejaban de hacer ruido, con los tacos ahí y todo". No les importó que para ese entonces ya hubiera un policía de consigna en la puerta del Segundo A.
Al día siguiente, el 16 de noviembre, un patrullero llegó al lugar. Y el padre, al verlo, desde la ventana de su domicilio, le gritó a una vecina que se acercó a preguntar qué ocurría: "¿quién te pensás que sos?, andá adentro, si te seguís metiendo te voy a matar". El hijo salió disparado para el palier del segundo piso, donde "comenzó a gritar 'te voy a matar, te voy a cagar a palos, no me importa que tengas policía', comenzando a empujar fuertemente al cabo 1° Juan Ramón Cañete, quien debió proceder a retenerlo y solicitar apoyo, instante en que apareció en el lugar (el padre), quien intentó llevarse a su hijo, haciendo caso omiso a la negativa a ello manifestada por el uniformado, por lo que se produjo un forcejeo ente ambos, logrando el padre que su hijo se dé a la fuga hacia el primer piso, siendo ambos detenidos inmediatamente por personal policial".
La historia no terminó allí. Al mediodía siguiente, padre e hijo estaban en el departamento del primer piso cuando "comenzaron a golpear el techo de su vivienda, al tiempo que gritaban insultos y referían 'si no dejan de hacer ruido los mato a todos'". Entonces intervino la Justicia. Tras varias citaciones a las que no concurrió, la jueza Bernan dispuso que el hijo fuera internado en la Clínica de Salud Mental Flores, de la que se escapó poco después.
Los testimonios
El 4 de enero de 2014, cerca de las 17, fugado del establecimiento psiquiátrico, nuevamente EAC "comenzó a golpear el techo de su vivienda, para luego comenzar a gritar por la ventana que da al pulmón del edificio, 'si siguen denunciándome los voy a matar a todos, putos de mierda, violín, manga de delincuentes', dirigiéndose a la vecina, quien se hallaba junto a su hija en el interior de su vivienda".
Cuando lo llamaron a indagatoria se negó a declarar, al igual que su padre. Pero éste presentó un escrito en el que reconoció que su hijo padece un "cuadro psiquiátrico" y denunció que "es discriminado y agraviado por su enfermedad", por la que incluso tiene un expediente de "protección de persona" en un juzgado civil.
La investigación demostró que la situación era poco menos que un polvorín, más grave incluso que lo que parecía. La portera del edificio recordó haber escuchado a EAC decirle a la vecina del Segundo "negra de mierda, bajá la música, además de que les tira botellas o piedras para romperle los vidrios, ya que le molesta cuando caminan o escuchan música". Dos policías constataron que "la vivienda de los imputados se hallaba totalmente destruida y que el techo del domicilio se encontraba todo roto, como si lo golpearan con un palo de escoba, además de que estaba toda sucia y con un olor nauseabundo".
Para la jueza Bernan, "dice la jueza: la enfermedad psiquiátrica de EAC no puede ser entendida como una excusa para justificar el accionar hacia los denunciantes, ya que ha quedado claro del análisis del sumario que EAC obró voluntariamente y que más allá de presentar una patología determinada, el imputado comprende la criminalidad de su accionar". Para arribar a esa conclusión, se valió de un informe del Cuerpo Médico Forense, que informó que "las facultades mentales del imputado encuadran en la normalidad psicojurídica y que presenta un trastorno por abuso de sustancias, sobre un sustrato de personalidad psicopática", no obstante lo cual, "al momento del hecho no presentó insuficiencia, alteración morbosa de sus facultades mentales, ni estado de inconsciencia, y que su personalidad de base puede presentar riesgo para terceros, pero dicho riesgo sería premeditado"
La jueza decidió que el presunto agresor fuera a prisión. "No obstante que la penalidad prevista para los hechos que se le imputan lo permitiría, ha quedado demostrada la existencia de un riesgo procesal concreto para presumir que, en caso de obtener la libertad, intentará eludir las consecuencias de la investigación y entorpecerla, toda vez que no se presentó al ser citado por este Tribunal y el Cuerpo Médico Forense en reiteradas oportunidades, lo que motivó que se deba acudir a la fuerza pública para examinarlo y que al ser internado en la Clínica de Salud Mental Flores, se fugó incumpliendo el tratamiento. Tras fugarse de la internación ordenada, al regresar a su domicilio se vio involucrado en un nuevo evento de iguales características. Se avizora un latente entorpecimiento de la investigación, ya que la proximidad de su vivienda con la de los damnificados es un elemento negativo que debe ser claramente valorado".
A cada uno, además, les trabó embargos por dos mil pesos, adelantándose a un eventual reclamo civil de los vecinos damnificados.