Era la pareja de una de las víctimas, Elizabeth Angélica Wilson, que murió apuñalada junto a su hija de 19 años, Abril Wilson. El padre de la primera encontró los cuerpos ayer a la tarde, cuando fue hasta su casa. Ahora buscan a Juan José Campos, que trabajaba como pizzero en el “Palacio de la Papa Frita”.
Domingo entró al departamento de Constitución, en el que vivían su hija y su nieta, acompañado de una vecina y un policía. El dos ambientes apestaba a orina de los 22 gatos que vivían con ellas.
—¡La bañera, la bañera!
Domingo escuchó los gritos desde el living. Al asomarse al baño vio el cuerpo de su nieta Stefanía Abril Wilson, de 19 años, en la bañera a medio llenar. La vecina lloraba y temblaba. “La quise abrazar. Volví al living y vi un bulto entre el sillón y la pared”, contó el hombre a Infojus Noticias. Su hija, Elizabeth Angélica Wilson, a la que todos llaman “Romina” -de 44 años y madre de la adolescente-, estaba envuelta en una sábana manchada de sangre. Las dos fueron brutalmente apuñaladas.
La causa por el doble crimen de Constitución recayó en la Fiscalía de Instrucción 7, a cargo de Justo Joaquín Rovira. “Estamos buscando a una persona”, contó una fuente con acceso al expediente, quien confirmó que hoy se realizó la autopsia a las dos mujeres.
El sospechoso es Juan José Campos, pareja de Romina, de alrededor de cuarenta años. Esta mañana, un grupo de agentes de la Comisaría 18 visitó la pizzería Las Cuartetas. “Preguntaron por Juan José Campos y nos mostraron una foto, pero acá no trabaja ninguna persona con ese nombre”, informaron en la pizzería.
Los policías tenían un dato erróneo. Anoche, en su declaración, Domingo confundió el lugar en el que trabajaba su yerno. “Me confundí, era pizzero en El Palacio de la Papa Frita”, contó el hombre. Infojus Noticias consultó a las cuatro sucursales del Palacio de la Papa Frita. En todas negaron conocer a Campos.
El primer llamado
El viernes a las 4:40 los vecinos del edificio de Constitución 1734 escucharon gritos y llamaron al 911. “La que pedía auxilio era Romina, yo le re conozco la voz”, contó Silvia. Un grupo de policías revisó los ocho pisos del edificio. Incluso hablaron con Campos, que desde hacía unos cinco meses estaba viviendo en el departamento con las dos mujeres y los 22 gatos. Los agentes no pudieron inspeccionar el departamento porque no contaban con una orden de allanamiento y se fueron.
El sábado al mediodía, Silvia se cruzó con Campos. “Llevaba unas bolsas de supermercado con comida”, contó la mujer. En una breve charla, hablaron sobre los gritos de la madrugada anterior. “Me dijo que en lo de Romina no había pasado nada. Otros vecinos recibieron mensajes del celular de Romina. Era él que se hacía pasar por ella”, agregó.
Domingo, el padre y abuelo de las víctimas.
Ayer a la tarde, después de varios días sin tener noticias de su hija y su nieta, Domingo -vive a cincuenta metros, por calle Solís-, fue hasta el departamento. “No me atendían el teléfono. Cuando me llamaron las amigas de mi nieta preocupadas empecé a sospechar”, contó el hombre. “No encontraba la llave para entrar, entonces hablé con el vigilante de la esquina, que me dijo que hiciera la denuncia”.
Domingo volvió a su casa y encontró la llave. Entró al departamento acompañado por la vecina del cuarto piso y el policía. “El agente que acompañaba se ocupó de respetar los protocolos de resguardo de la escena del crimen y dio intervención a la Policía Científica”, contó una fuente de la investigación. “Pobre Domingo. Hace un año murió su esposa. Ahora le mataron a la hija y la nieta”, contó una compañera de Abril del profesorado de danzas árabes.