El Congreso sancionó la ley de exteriorización de capitales dirigidos a inyectar divisas en el sector energético, en la construcción y el mercado inmobiliario. También se votó la norma que permitirá el ingreso democrático al poder judicial.
Con el voto de 130 diputados se convirtió en ley la iniciativa que crea tres instrumentos para volcar capitales en divisas no declaradas a la economía real. Son el “Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico” (BAADE) y el pagaré del mismo nombre, y el “Certificado de Depósito para Inversión” (CEDIN). (Ver texto completo en Infojus). El proyecto ya tenía media sanción del Senado.
A continuación -y tras once horas de debate- los diputados votaron el proyecto en particular. El presidente de la bancada oficialista. Agustín Rossi pidió insertar la posición de los bloques que presentaron dictamen, y votar directamente el proyecto de ingreso democrático e igualitario del personal al Poder Judicial y al Ministerio Público. Los dictámenes de minoría eran del radicalismo y de Unidad Popular, pero Ricardo Gil Lavedra y Claudio Lozano estuvieron de acuerdo con no extender la sesión y pasar a la votación. A las 23.53, apenas veinte minutos después de la aprobación del blanqueo, los mismos 130 diputados dieron su voto a el último proyecto del paquete de seis reformas del Poder Judicial que presentó la Presidenta el 8 de abril.
El proyecto de ingreso democrático e igualitario al Poder Judicial y el Ministerio Público establece un mecanismo de concursos públicos de antecedentes para ocupar los puestos dentro de esas instituciones. Prevé mayor transparencia en el proceso de selección de postulantes para cargos letrados y para los cargos inferiores, inclusive de maestranza y oficios. Apunta a terminar con las prácticas corporativas de la familia judicial, y fija un cupo del 4% para personas con discapacidades. Por su objeto democrático, prohíbe el acceso de personas que hayan ocupado cargos jerárquicos durante la última dictadura cívico militar, personas condenadas por delitos dolosos en los último cinco años o por delitos contra la Adminitración Pública.
Al cerrar la discusión sobre el blanqueo, Agustín Rossi respondió a las críticas de la oposición. “Debe ser muy difícil entender que un bloque parlamentario defiende convicciones cuando a veces los que tuvieron que hacerlo en otras épocas no las tuvieron”, arremetió. “Ante todo, nosotros somos militantes políticos que defendemos convicciones, valores e ideas”. Distinguió entre dinero “sucio” y dinero “negro”, y volvió a explicar que contra el primero existe la ley antilavado, entre otros mecanismos, y que al dinero “negro” apunta este proyecto de exteriorización de capitales. Aclaró que este gobierno no a devaluar, y recordó las políticas de desendeudamiento como pilares económicos de la Argentina.
El debate
El debate transcurrió con mucha calma hasta entrada la noche, cuando se volvió un poco más áspero. Hicieron uso de la palabra gran cantidad de diputados, en su mayor parte de la oposición. Algunos aludieron a un argumento repetido: que con el blanqueo ingresaría dinero del narcotráfico, la trata de personas y otros negocios ilícitos. Roberto Feletti, entre otros diputados del Frente para la Victoria, respondió a las acusaciones explicando que esta ley no afectará la legislación penal sobre lavado de dinero. Recordó que sólo se exime a los contribuyentes de los delitos tributarios, y que todas operaciones deberán ser analizadas por cada entidad financiera, que deberá reportar al Banco Central las operaciones, y luego a la Unidad de Información Financiera en caso de existir alguna sospecha.
Pocas posiciones giraron en torno a cuestiones técnicas sobre el fin del proyecto o los medios para instrumentarlo. En cambio, Julián Obiglio, del PRO, y otros diputados, diagnosticaron una crisis y vaticinaron el “fin del proyecto”. Su colega, Cornelia Schmidt Liermann, pidió un minuto de silencio, “porque estamos firmando el acta de defunción del modelo K”. Los abucheos de la mayoría oficialista dieron a entender que se trataba más de una expresión de deseos que de una realidad concreta. Agustín Rossi, al igual que Javier Tineo y Carmen Nebreda, recordaron la Plaza de Mayo repleta el último sábado, “no sólo festejando más de doscientos años de revolución sino también una década ganada”.
Alfonso Prat Gay respondió a Feletti, que pidió propuestas y estrategias de financiación concretas a la oposición: “nos cansamos de proponer”, sostuvo. Pablo Tonelli, del PRO, comparó a las organizaciones políticas con grupos fascistas dedicados a la persecución, a pesar de los crecientes rechazos a este tipo de declaraciones.
Mientras hablaban Ricardo Alfonsín y Oscar Aguad, la mitad de los diputados se había refugiado en los pasillos de ingreso al recinto. Era porque terminaba el partido de Boca Juniors y Newell's Old Boys, por la Copa Libertadores, y los equipos se enfrentaban en los penales. Desde los alrededores del salón llegaban los murmullos y algunos gritos apagados, tras el penal atajado a Juan Riquelme o el acierto del arquero del equipo rosarino.
En la galería de los periodistas, todos se amontonaban detrás de una notebook con internet, donde transmitían el partido en silencio sin atender a la sesión. Los asesores, desde sus “gallineros” a ambos lados de la presidencia de la Cámara, gritaban desinhibidos cada acontecimiento del partido. Julián Domínguez, abstraído de las palabras de los dos radicales, pero también del acontecimiento deportivo, se reclinaba en su asiento moviendo el cuello a los lados para vencer las contracturas.
Sin exposiciones memorables ni fundadas en argumentos técnicos sólidos, la sesión transcurrió reduciendo la discusión a lugares comunes: acusaciones de corrupción, vaticinios catastróficos y diagnósticos de crisis. El cruce significativo se dio al terminar, cuando el presidente de la bancada radical, Ricardo Gil Lavedra exponía criticando el proyecto y poniendo en duda la ética y la moral de los diputados del oficialismo.
“Han defendido los derechos humanos, y es algo que reconocemos, pero sancionaron la ley antiterrorista y toleraron el proyecto X” criticó el ex camarista penal. Carlos Kunkel, efervorizado, lo interrumpió a viva voz desde su banca: “pero nunca colaboramos con un proceso militar”, arremetió en medio de un griterío. Gil Lavedra pretendió terminar con agravios una discusión que comenzó hace pocos días, sobre su rol durante los primeros años de la última dictadura cívico militar. “¡Corrupto, miserable y encima poco hombre!”, llegó a gritar el abogado, justo cuando todos se callaban. Julián Domínguez pudo restituir la calma y continuar con la sesión, que minutos después, convertía a ambos proyectos en ley.