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En las escalinatas del Congreso de la Nación no había ni una grieta por donde pasar. Desde la puerta y hasta la calle se concentraron cientos de personas, jóvenes y no tan jóvenes, la gran mayoría con gorras en sus cabezas. No eran gorras policiales. Eran verdes y blancas, con viseras grandes que decían “Ni un pibe menos”. Todos cantaban una canción: “No queremos manu dura, no queremos represión, queremos, para los pibes, trabajo y educación”.

El cierre del 3° Encuentro Federal por una Seguridad Democrática y Popular, celebrado en el histórico edificio, fue en la calle. “Hubiese estado bueno ponerle una gorra gigante a la cúpula del Congreso”, fantaseaba un adolescente que llegó desde Córdoba, provincia dónde se celebra anualmente la “Marcha de la Gorra” en contra del abuso policial.
Familias llegadas desde el interior del país, jóvenes y militantes de diversas organizaciones sociales se mezclaban en la escalera con diputados y funcionarios comprometidos con la causa. Durante toda la jornada, el Congreso fue el escenario de debate por el Día Nacional de la Violencia Institucional,  donde se puso en discusión las políticas públicas de seguridad, el rol de los medios y la difícil situación a la que se enfrentan los jóvenes.

Luego, en un escenario montado en la Plaza de los Dos Congresos, Rosa Schönfeld de Bru, madre de Miguel Bru y presidenta de la fundación que lleva el mismo nombre, y Buscarita Roa, de abuelas de Plaza de Mayo, tomaron la palabra y leyeron el documento de la Campaña Nacional Contra la violencia Institucional.

“Todavía damos grandes batallas, como combatir la violencia institucional”, comenzó Buscarita y la multitud la ovacionó: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. “El desafío es debatir la seguridad con toda la sociedad. Todos tenemos que participar de esa discusión. Porque a los reclamos de mayor mano dura se les debe responder con políticas públicas”, señaló.

Mientras hablaba, en el escenario la escuchaban madres de víctimas del accionar policial de diversas provincias. “No sólo se trata de casos de ‘gatillo fácil’ sino de todo lo que la violencia institucional acarrea, el antes y el después”.
Rosa Bru comenzó su discurso pidiendo que “no se criminalice la pobreza”. Habló del periplo por que deben pasar las familias cuando necesitan acudir a la Justicia para realizar una denuncia. “Debe haber más Defensorías de pobres y desamparados que se animen a ponerse la camiseta de las familias”, dijo. “A veces las familias llegan a esos lugares sin información y se debe luchar contra un poder judicial corporativo. Al final tienen más defensa los asesinos que las víctimas, nuestros hijos”, sentenció y pidió analizar “la reforma de las fuerzas de seguridad”.

Debates

En la apertura, al mediodía, el Salón de los Pasos Perdidos se vio colmado de militantes, en su mayoría jóvenes (algunos llegados de provincias del interior del país). Los encargados de abrir este tercer encuentro fueron los diputados Leonardo Grosso (FpV-Movimento Evita) y Horacio Pietragalla (FpV), el Secretario de DDHH de la Nación, Martín Fresneda, la ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez, la senadora provincial Mónica Macha, el legislador porteño Pablo Ferrerya, y Victoria Montenegro, subsecretaria de la Unidad de Coordinación Nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contras las mujeres del Consejo Nacional de la Mujer.

Paralelamente hubo siete mesas de debate en los salones del Congreso y en las carpas montadas sobre la Avenida Entre Rios. También hubo lugar para la música: antes de la mesa inaugural. el grupo "Rimando versos"  rapeó para todos los presentes con versos relacionados con la violencia institucional. En el final se presentó la orquesta de cumbia "La Delio Valdez", donde los presentes bailaron en la calle. La foto final se hizo en las escalinatas del Congreso: "No queremos mano dura, no queremos represión, queremos para los pibes, trabajo y educación", cantaron. Infojus Noticias participó a través de su subdirectora, María Eugenia Ludueña, de la mesa de Medios de Comunicación, donde se presentó un decálogo para la cobertura periodística de caos de violencia institucional.

Un 8 de mayo pero de 1987, en Ingeniero Budge, tres amigos -Oscar Aredes (19), Roberto Willy Argañazar (24) y Agustín Olivera (20)- que charlaban y tomaban cerveza en la esquina de Guaminí y Figueredo, a tres cuadras del Riachuelo, fueron acribillados por la policía. No fue el primer caso de violencia institucional que se registró en Argentina, pero se convirtió en un símbolo cuando el barrio empezó a hablar de "gatillo fácil" y se organizó para reclamar justicia. En su honor, se conmemora el Día Nacional Contra la Violencia Institucional.

WC/JMM