En enero de 1833, la Armada británica llegó a Malvinas para tomar posesión formal de las islas en nombre el imperio. El capitán John Onslow ordenó arriar la bandera argentina y evacuar a toda la población de la colonia. Bolivia fue la primera voz del continente en alertar sobre el impacto que tendría para la región la irrupción de la Corona Británica en las islas.
El trazo de la pluma de tinta negra resalta sobre el papel amarillo. La letra cursiva, elegante, dice que el oficio fue escrito el 14 de junio de 1833 en Chuquisaca, Bolivia. “La ocupación de la Soledad, sin alegar título alguno y sin otro apoyo que el abuso de la prepotencia, ha sido, en extremo sensible al gobierno de Bolivia, que respetando sobremanera los derechos de toda nación, quisiera que de todas ellas se desterraran las vías de puro hecho, tan contrarias a la razón y las luces del siglo”, puede leerse. Meses antes, tropas de la Armada Británica habían desembarcado en la Isla Soledad tomar por la fuerza las Malvinas.
La solidaridad boliviana fue la primera voz del continente en alertar sobre el impacto que tendría para la región en creciente formación política la irrupción de la Corona Británica en las islas. Así lo expresó Mariano Enrique Calvo, ministro de Relaciones Exteriores del presidente Andrés de Santa Cruz a su par de la Argentina naciente, Manuel José García: “...la conducta del Gabinete británico en las Malvinas, aunque sea perjudicial esencialmente al gobierno que se siente despojado de su posesión, es ofensivo y demasiado injurioso a todas las repúblicas americanas, y, a juicio del gobierno de Bolivia, es un asunto altamente continental”, dice el documento.
Los estudios históricos sobre la invasión Inglesa a Malvinas hablan de una preocupación de algunos grupos empresariales por el dominio de la Provincias Unidas sobre el territorio. Sobre todo después de que el 2 de febrero de 1825 el Reino Unido firmara un tratado de amistad y comercio en el que reconoció la independencia de las Provincias Unidas y la existencia del dominio territorial sobre Malvinas.
Cuatro años después, el financista Beckington envió una carta al primer ministro británico en la que le pedía al gobierno de Su Majestad que se apoderara de las Islas Malvinas. En otra de sus misivas afirmaba la conveniencia de adueñarse “de un puesto solitario en la parte más meridional de los territorios que en Sud América pertenecían a España (sic) y que bordean el Atlántico, región no habitada por españoles”.
La intención de Gran Bretaña de tener control sobre pasos marítimos y rutas navegables en ese período del Siglo XIX formó parte de su política de expansión económica. Basta poner como ejemplo las conquistas de Sudáfrica, en 1806; Omán-Muscat, en 1809; Isla Mauricio, e Islas Seychelles, en 1810; Indonesia (Java), en 1811; Singapur, en 1819; Birmania, en 1824; Malaca, en 1824; Hong Kong, en 1839; Aden, en 1839; Afganistán en 1839; Nueva Zelanda en 1840 y Shangai-Cantón en 1842.
El terror en la isla
En 1829 Luis Vernet fue nombrado gobernador de Malvinas por el gobierno de Buenos Aires. La colonización de la isla comenzó de a poco hasta afincarse unas 100 personas. Los británicos protestaron por la designación del gobernador. Incluso trataron de tentarlo para que su colonia se incorporara al Reino Unido.
Vernet buscó proteger la caza desmedida de focas y proteger los recursos que pertenecían a Malvinas. Pese a la legislación de pesca y caza vigente, algunas embarcaciones desconocían la autoridad del gobernador y violaban las disposiciones. Además decidió apresar a tres embarcaciones de bandera estadounidense. La tripulación de uno de los barcos, el Harriet, fue enviada a Buenos Aires para ser juzgada. Vernet y su familia viajaron junto a ellos. Llegaron a Buenos Aires el 19 noviembre 1831.
En represalia, Estados Unidos envió a la corbeta de guerra USS Lexington, al mando del capitán militar Silas Duncan. Durante 22 días sembró el terror en puerto Luis: quemó edificios, saqueó almacenes, bombardeó sus costas. Los invasores amenazaron con condenar a la horca al gobernador Vernet si se animaba a regresar a Malvinas. La política de terror llevó a algunos de los colonos a abandonar la isla. Algunos resistieron, pero Vernet nunca más pisó suelo malvinense.
La toma de poder
Poco menos de un año después, la corbeta HMS Clio, de la Armada británica llegó a Malvinas para tomar posesión formal de la tierra en nombre el imperio. Una de las primeras órdenes que emitió el capitán británico John Onslow fue la de arriar la bandera argentina del mástil de la plaza mayor de Puerto Soledad y evacuar a toda la población de la colonia vinculada al gobierno de las Provincias Unidas. A pesar de las protestas de José María Pinedo, el jefe militar enviado por Juan Manuel de Rosas después del conflicto con los Estados Unidos, el poderío de la Armada Británica se impuso y tomaron las Malvinas por la fuerza. En enero de 1833 el pabellón británico se izó en el territorio ocupado.
Desde ese mismo momento, el reclamo diplomático por la soberanía en las Malvinas fue ininterrumpido. La solidaridad boliviana, a través del oficio enviado, es quizás el testimonio más antiguo de la solidaridad internacional en el tema. En el texto, se deja en claro que Bolivia “no sólo coadyuvará en cuanto pueda en la reparación de tamaña ofensa, sino también desea eficazmente se la cuente entre las primeras para reclamaría y conseguir por los medios que sean convenientes el resarcimiento de los perjuicios ocasionados y la satisfacción que tanto interesa a la soberanía y la dignidad americana”.