Se lo dijo a Infojus Noticias Enrique Nazer, administrador de la Basílica de Luján. En dos días, el río subió 5,3 metros y el agua inundó barrios y llegó al centro, inclusive a la iglesia.La Asamblea de Inundados realizó estudios en la zona para comprobar las causas de las inundaciones. Son tres: los canales clandestinos en los campos, el aumento en el nivel de lluvias y la construcción de countries en la zona de los humedales de Pilar y Escobar.
El padre Daniel camina con los pantalones arremangados hasta debajo de las rodillas y se detiene frente a la Virgen de Fátima. De fondo se escucha el eco de una cascada. Está oscuro. A unos diez metros, un reflector portátil ilumina las bombas y las mangueras con las que los trabajadores sacan los 15 centímetros de agua que hay en la cripta de la Basílica de Luján. En dos días, el río subió 5,3 metros, tapó algunos barrios periféricos y llegó al centro. “Estamos rodeados: el agua sale por las napas y entra desde la calle”, contó a Infojus Noticias Enrique Nazer, administrador de la Basílica. En la localidad todavía quedan unos mil evacuados y autoevacuados.
El edificio símbolo de la ciudad parece una isla. El agua cubre la vereda pero no alcanza a trepar los escalones de entrada. Por la avenida Nuestra Señora de Luján, que desemboca frente a la plaza principal, dos personas cruzan en kayak. La única referencia de la calle principal son los postes de luz, las copas de los árboles y los techos de unos pocos autos.
Del otro lado de la ruta 7, un grupo de bomberos ayudaba a los vecinos del barrio San Fermín a sacar cosas de las casas con una lancha: televisores, heladeras, lavarropas o bolsas con ropa. Los barrios de la periferia son los más afectados por la crecida del río, que llegó a su punto máximo a las 15 horas: 5.39 metros sobre la cota cero.
Mónica tiene 34 años. Desde los ocho vive en el barrio San Fermín, que compone el sector de “los santos”: lo completan San Jorge, Padre Varela y Santa Marta. A la mañana el agua había llegado hasta el patio de su casa y amenazaba con subir. “Ya estamos acostumbrados, cada vez que llueve fuerte nos inundamos”, dijo. A unos veinte metros, en la zona más baja, un techo de chapa asoma del agua. Es la casa de Carlos, el profesor de la “Murga Los Caprichos”. “Él está repartiendo comida a los vecinos. Nadie nos da una mano. Nos ayudamos entre nosotros como podemos”, contó Mónica.
Vecinos unidos
En 2012, después de la inundación más grave que se recuerde en la ciudad, un grupo de vecinos creó la Asamblea de Inundados. En estos dos años lograron que la provincia apruebe la Ley de Emergencia Hídrica de la Cuenca Río Luján. La norma destina fondos para la realización de obras públicas y para que se contrate a un estudio privado para realizar estudios en la zona.
Sergio Frascaroli se convirtió en un experto en inundaciones sin dejar de atender su negocio de venta de motos, a dos cuadras de la Basílica. Da entrevistas a los medios de comunicación y se reúne con funcionarios y especialistas en la materia. “Este año tuvimos diez inundaciones que superaron los dos metros y seis que pasaron los tres metros”, explicó a Infojus Noticias en la vereda de su local, donde el agua no alcanzó a trepar el escalón de la puerta.
“Cada vez que el agua pasa los 2,8 metros, hay vecinos evacuados. Y cuando el nivel de cota cero del río supera los cinco metros, como ahora, hay más de 20 mil personas afectadas”.
Desde su creación, la Asamblea realizó estudios en la zona para comprobar las causas de las inundaciones. Frascaroli detalló tres: en primer lugar, en los últimos años aumentó el nivel de lluvias en la zona. En ese tiempo también proliferaron los canales clandestinos en los campos río arriba. “Hacen zanjas para evitar que el agua les arruine las cosechas de soja. Cada vez que llueve, en pocas horas toda el agua desemboca en el Río Luján”, detalló.
A estos dos factores se les suma la construcción de emprendimientos privados, fundamentalmente countries, en la zona de los humedales de Pilar y Escobar, por donde continúa el río hasta desembocar en el Paraná. “Las construcciones son sumamente irregulares. Están cometiendo un crimen geológico. En estos humedales el agua se expande, se absorbe y alimenta el acuífero pampeano. Las construcciones ocupan hasta un tercio de estas tierras. Entonces se genera una retención de agua. Río arriba, con los canales clandestinos, se abre una canilla y abajo hay un tapón: todo explota en la cuenca media, donde estamos nosotros”, detalló Frascaroli.
Acostumbrados a perder todo
Nadia vive en el barrio los Ceibos con sus hijos: una nena de dos años y un bebé de ocho meses. También la madre, la abuela, los tíos y una nena de la pareja. “Ayer me desperté a las ocho de la mañana y el agua me llegaba hasta acá”, dijo la joven de 23 años, mientras se tocaba con la mano derecha debajo de la rodilla. “A las diez nos había llegado a la cintura”.
Mientras el agua subía, Nadia intentó sacar el cochecito de su bebé, se cayó al piso y se lastimó una pierna. Apenas alcanzó a juntar un poco de ropa para los nenes y abandonó la casa. “A las cuatro de la tarde el agua nos llegaba al cuello”, contó.
La madre y los tíos de Nadia se instalaron en uno de los centros para evacuados: un galpón sin puertas con una pequeña cocina y dos baños alejados. Ella prefirió llevarse a su bebé asmático y a su nena a la casa de su suegra, en el barrio San Fermín. “Él estuvo internado hace poco, no puede dormir en un lugar abierto. Encima en el apuro por salir me olvidé de agarrar sus medicamentos”, contó.
“Todas nuestras cosas quedaron bajo el agua: los muebles, las camas, los colchones, la ropa, el televisor. Solo pudimos sacar la heladera. De tantas inundaciones uno se acostumbra a perderlo todo. No llega a acomodar las cosas que viene el agua de nuevo", dijo.
Las tres crisis
“En cada inundación se produce una crisis social, porque hay evacuados. Algunos, una vez que bajó el agua, tardan una semana en regresar a sus casas”, detalló. “Se produce una crisis sanitaria: el agua se contamina y salen ratas de todos lados. Y también una crisis económica, porque esta es una ciudad que vive del turismo”, agregó.
Según explicó Frascaroli, desde hace algún tiempo están trabajando en una solución definitiva a las inundaciones. La provincia contrató a una empresa privada que está realizando un estudio para construir dos presas río arriba para regular el caudal de agua: una entre las localidades de Olivera y Mercedes y la otra entre Mercedes y Suipacha.