El juez acumula 763 pedidos de recusación durante el gobierno de Mauricio Macri. Uno de los últimos enfrentamiento fue en julio, cuando declaró inconstitucional el veto de Macri a la ley porteña que regula el derecho al aborto no punible. Ahora se enfrentan por las irregularidades detectadas en las morgues de varios hospitales porteñas.
Los vecinos de la villa 21-24 no conocen las caras de muchos jueces. La de Roberto Andrés Gallardo sí. Saben que si llaman al Juzgado Nº2 en lo Contencioso Administrativo y Tributario y piden una entrevista con Alicia, su secretaria, seguro los recibe. En un tono pausado y claro les explicará qué pueden hacer si una ambulancia no entró al barrio o si quieren exigir la urbanización que no llega. “Habla fácil”, dicen los vecinos.
Gallardo se ganó la confianza y respeto de los referentes barriales de la ciudad de Buenos Aires con hechos concretos. Hace dos años los feriantes bolivianos de la villa 1-11-14 lo llamaron a las tres de la mañana. El juez los atendió. El gobierno porteño quería reubicarlos en un galpón alejado. Ellos insistían con armar la feria en la calle Bonorino, como siempre lo hacen. Gallardo los calmó. “No se hagan pegar. No armen la feria que algo hacemos”, les dijo.
A todos los recibe en su lugar de trabajo. Su despacho no es la clásica oficina de un juez. Al lado de su escritorio hay tres banderas: la Argentina, la de la Ciudad y una wiphala, la insignia de los pueblos originarios. Gallardo trabaja rodeado de imágenes del Che Guevara, Salvador Allende, Jesucristo y el padre Carlos Mujica. Un banderín de Huracán también le da color al lugar, donde pasa más horas que en su casa.
“Soy muy de juntar chucherías”, dijo en una entrevista a Infojus Noticias, hace unas semanas. Quizás la mejor chuchería que atesora en su memoria es el encuentro que tuvo con Fidel Castro, la última vez que vino al país en 2003. La Embajada de Venezuela lo invitó a una reunión con el líder cubano y otras diez personas. “Cuando lo cuento se me ponen los pelos de punta. Para mí fue un regalo de la vida”, dice Gallardo. También recuerda con satisfacción cuando Hebe de Bonafini lo llamó para armar el plan de estudios y dirigir la carrera de Derecho en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo.
Los vecinos que lo conocen saben que no es difícil sacarlo del encierro del despacho del juzgado, donde es titular desde hace trece años. Cuando lo invitan a dar una charla en un barrio enseguida dice que sí. No tiene problema en compartir el almuerzo en un comedor popular. En 2011,el padre Facundo, que reemplazó al padre Pepe en la Parroquia Caacupé de la villa 21-24, lo bendijo por su compromiso con los derechos sociales. El juez caminó por los pasillos de la villa con una camisa a cuadrillé roja y anteojos de sol.
En esas salidas extralaborales en el territorio, Gallardo conoció a muchas personas que hoy trabajan como operadores judiciales en su equipo. “Tiene un ritmo agitado y el despacho lleno de expedientes”, dice un secretario.
Además de la política, otra cosa que lo apasiona es el folklore. Por eso no resulta extraño que mezcle tiradores, camisa, saco y corbata con un poncho rojo. Le gustan los colores estridentes. Según las personas que trabajan con él, suele estar de buen humor. Gallardo encierra una sonrisa entre su barba candado.
Algunos periodistas conocen bien a Gallardo. Saben que no le molesta ser protagonista y estar en el centro de la polémica. Algunos lo cuestionan por eso. Tiene línea directa con los periodistas que cubren noticias judiciales y los trata de igual a igual. Siempre pide que lo tuteen y convida mate durante las entrevistas. El mate de madera pequeño siempre está listo para ser cebado en su escritorio.
Al gobierno de la ciudad le trajo varios dolores de cabeza. En 2005 se enfrentó a Aníbal Ibarra cuando el jefe de gobierno porteño pidió su juicio político por la clausura de La Rural, el cierre del casino flotante y el congelamiento de fondos de la ciudad para pagar subsidios. La causa se desestimó y Gallardo salió indemne.
Para recusar a un juez de primera instancia puede haber un motivo o no. El Código Civil y Comercial permite la recusación por “enemistad, odio o resentimiento que se manifieste por hechos conocidos”. Gallardo acumula 763 pedidos de recusación durante el gobierno de Mauricio Macri. Sin dudas es el enemigo número uno de la gestión oficialista porteña. El último enfrentamiento que tuvo fue en julio cuando declaró inconstitucional el veto de Macri a la ley porteña que regula el derecho al aborto no punible.
El martes pasado, cuando explotó un edificio en Rosario por un escape de gas y el país seguía el operativo de rescate por los medios, Gallardo estaba inquieto en su despacho. Había ordenado trece allanamientos en los hospitales porteños con morgue. Buscaba irregularidades en el ingreso de cadáveres.
-En una semana se hacen las audiencias. Los directores de cuatro hospitales, de las morgues y de anatomía patológica explicarían por qué no aparecen 70 cuerpos. Esperemos que aunque sea martes 13 este un poco más tranquilo todo- dijo el juez hace exactamente una semana.
Hoy no fue un día tranquilo para el magistrado, que supo ocupar durante dos años un cargo en la Defensoría General Adjunta en materia Penal, Contravencional y de Faltas de la ciudad. Aunque no es supersticioso, parece que el trece no es su número de la suerte. Las audiencias que se llevarían a cabo hoy se suspendieron. Gallardo fue recusado por Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires una vez más.