Apenas entró en vigencia el nuevo Código Civil, S. se presentó ante un Juzgado Civil y pudo divorciarse de la persona que desde hacía dos años estaba separada. Lo hizo sin tener que ponerse de acuerdo, tal como lo contempla la nueva normativa. La simplificación de un hecho que ahorró tiempo y angustia.
Era un día de otoño de 2013, hace más de dos años ya, cuando el marido de S. se fue de la casa que compartían. Atrás quedaba ella, pero también dos niñas muy pequeñas. Entonces ya no hubo retorno ni posibilidades de reconciliación, aunque eso solo lo sabrían con el correr del tiempo. No fue hasta noviembre del año pasado que S. tomó la decisión: pidió el divorcio. Ya no quería necesitar la firma de su exmarido para comprarse un auto o sacar una cuenta en el banco. Ya no quería proyectar su vida con alguien que ya no formaba parte de ella. Pero él no estaba de acuerdo. Recién tras la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial logró dejar atrás las discusiones dolorosas, para por fin divorciarse. “Hoy tengo libertad para tomar decisiones sobre mi vida”, dijo a Infojus Noticias.
Cuando la abogada Eliana Groisman recibió a S. se encontró con un montón de conflictos. La mujer y su exmarido no lograban ponerse de acuerdo en nada: ni tenencia, ni visitas, ni alimentos. “Entonces menos iba a haber consenso para firmar un divorcio de común acuerdo”, recuerda Groisman. La situación era por demás dolorosa y frustrante para S. La respuesta de la abogada fue clara: había que esperar hasta el 3 de agosto, la entrada en vigor del nuevo Código. “La hice esperar casi un año y así y todo era negocio”, dijo.
Como especialista en temas de familia, Groisman sabía que con el viejo Código podían pasar años hasta conseguir el fallo que tanto necesitaba S. Aunque en forma cotidiana lidia con este tipo de casos, hay uno que llevó hace unos años que aún hoy no deja de sorprenderla: es el de una mujer que como su marido no quería divorciarse, durante cuatro años paseó por todas las instancias judiciales, con jueces que le daban la razón a uno u a otro y dieciséis testigos que ventilaron las intimidades de las partes en una lucha pública que era, en realidad, innecesaria. “La justicia lenta no es justicia”, subraya la abogada.
Por eso el 3 de agosto se presentó a las 8.30 de la mañana en el Juzgado Nacional en lo Civil N° 25, a cargo de Lucas Aon. Con el nuevo Código, ya no había traba posible: ese mismo día el juez hizo lugar al pedido y para el viernes S. ya no estaba más casada con la persona que desde hacía más de dos años estaba separada.
“Fue aliviador, por fin se reconoció en los papeles algo que ya ocurría hace mucho tiempo”, dijo S. “Con el Código viejo tendría que haber esperado tres años para separarme a través de un divorcio controvertido, aduciendo alguna causa, llamando a testigos, pero yo ya no quería esperar. No estaba en pareja, pero en los papeles decía otra cosa”.
Groisman también celebró la noticia. Con el viejo Código, “la gente se la pasaba poniendo cosas a nombre de terceros porque no se podía divorciar o se sentía incómoda al estar con otra persona porque había que mantener el período de fidelidad”, recuerda. “¡Yo le tenía que decir a mis clientes que fueran discretos!”, se ríe hoy.
Para la abogada, además, una de las trabas más conflictivas del divorcio es que se convertía en moneda de negociación. “A veces las broncas no resueltas hacían que por ejemplo si no había acuerdo con los bienes el otro no aceptara el divorcio y así el ingrediente de extorsión los mantenía atados porque no estaban de acuerdo”, explica y agrega que “cuando la decisión está tomada internamente, la gente lo quiere ver reflejado en los papeles”.
Aunque transitar un divorcio siempre es doloroso, S. ahora piensa que puede volver a mirar para adelante. “Tener del otro lado alguien que siempre está con palos en la rueda te hace dejar de pensar en proyectos”, explica hoy. “Ahora el ancla ya no existe más”.
AS/LC