El sargento David César Cavaleiro, de la Bonaerense, está acusado de disparar y herir en la cabeza a Eric Milton Ponce. Su hermano, José Luis Cavaleiro, de la Metropolitana, está sospechado de encubrir el ataque.
El juez de Instrucción Rodrigo Pagano Mata tomará declaración indagatoria a los hermanos David y José Luis Cavaleiro, los policías de la Bonaerense y la Metropolitana detenidos por el ataque a Eric Milton Ponce, de 29 años, quien se encuentra internado en el Hospital Pirovano. David está acusado de dispararle en la cabeza al joven. Su hermano está sospechado por encubrimiento.
El sargento David César Cavaleiro, de la Policía Bonaerense, está acusado de ser quien disparó e hirió en la cabeza a Eric Milton Ponce (29) tras una discusión frente a una plaza en el barrio porteño de Villa Urquiza. "Todo indica que el arma se la ha apoyado en la cabeza. La baja inercia que tiene el proyectil permitió que no haya entrado en la cavidad craneana", dijo el secretario de Seguridad Sergio Berni.
El policía bonaerense tiene 35 años y estaba de franco el domingo a la tarde. “Más allá de que el policía no estaba trabajando, estamos frente a un claro caso de gatillo fácil”, dijo a Infojus Noticias Emiliano Montini, el abogado de la familia del chico baleado.
Fuentes policiales y judiciales confirmaron a la agencia Télam que el policía bonaerense se presentó ayer a la mañana ante el juez de instrucción Pagano Mata. Su hermano, oficial mayor de la Policía Metropolitana, está acusado por presunto "encubrimiento".
“¿Cómo puede ser que por una broma, una discusión absurda un chico termine baleado?”, se preguntó Montini. Según el relato del abogado, cuando el policía se acercó a Ponce y sus amigos les advirtió:
-Quedense piolas que estoy enfierrado.
-¿Y qué vas a hacer con el fierro? ¿Cómo me vas a pegar un tiro por una broma?- preguntó Ponce.
Inmediatamente después el hombre sacó el arma y disparó. El joven de 29 años todavía se encuentra hospitalizado. "Está peleándola", dijo el abogado.
Ponce tiene 29 años. El domingo a la tarde recibió un disparo en el costado derecho del cráneo, en una plaza del barrio de Villa Urquiza. Ahora está en coma inducido, fuera de peligro. La familia de Eric es pequeña: tiene a su cargo a su abuela de 91 años y a un hermano de 19, sus únicos familiares directos. Los amigos que anoche charlaban con él en la plaza Alberdi lo acompañaban en el Hospital Pirovano, atentos a cada parte médico.
Eric –Chipi para los amigos- recibió un balazo en la cabeza luego de discutir con una persona que estaba en un bautismo en Villa Urquiza. Lo internaron en grave estado: el último parte médico dice que está fuera de peligro. Por la noche hubo enfrentamientos y varios patrulleros quemados frente a la comisaría del barrio.
Escena I
El domingo por la tarde, Chipi y tres amigos paran en la plaza Alberdi. Apoyados en un auto pasan la tarde entre familias tomando mate y pibes jugando al fútbol. Enfrente en un salón, se festeja un bautismo. Del salón ven salir al dueño del auto que se acerca. Se le notan unas copas de más.
-Este es mi auto. – dice.
-Ya te lo cuidamos. Nos podrías tirar unos mangos – responde el Chipi en tono burlón.
Mientras el grupo se aleja del auto, el dueño vuelve a la fiesta.
Unos 40 minutos después vuelve acompañado. Dos tipos morrudos. Lo que había empezado como una broma se torna discusión. El dueño del auto saca un arma y dispara. El tiro impacta la cabeza de Chipi. Se aleja.
Sus amigos llaman a 911. Al Chipi se lo llevan al Pirovano. Minutos después llega un patrullero. Y el mismo tipo que disparó su arma, habla con el oficial recién llegado le cuenta que hubo un incidente, pero que ya está bajo control. El patrullero se va.
Lo cuentan los amigos de Chipi. Todos acuerdan en que el tipo tiene que ser policía. Por la pinta y porque es la única explicación para que siga libre. En la calentura de ver a su amigo caer como a un perro, los pibes comienzan un camino que terminará en los disturbios en la entrada de la comisaría 49.
Escena II
La primera parada es la Fiscalía de Distrito de los Barrios de Saavedra y Núñez, de José María Campagnoli. Emiliano Montini ya está con ellos. Es también amigo del grupo y abogado. Se presenta en la fiscalía para notificar que la escena del crimen está desprotegida y poner en conocimiento del fiscal los hechos ocurridos.
La respuesta son 5 patrulleros que llegan, los interrogan y los instan a irse.
- No jodas más y andate o te detengo. – le dicen a Montini.
La impotencia del grupo va creciendo, y el grupo mismo va aumentando a fuerza de vecinos que en Facebook comentan detalles mientras reclaman que Crónica deje de pasar a los Pimpinella y muestren lo que pasa en el barrio.
La próxima escala es la comisaría. Piden hablar con el comisario. El comisario no está y nadie les toma declaración. El tiempo pasa y las novedades que llegan desde el Pirovano no son alentadoras. Algunos empiezan a decir que el agresor es oficial de la policía Metropolitana.
La impaciencia continúa hasta hacerse insoportable. Empiezan los insultos, los cantos y las primeras piedras.
Escena III. Noche: Mariano Acha y Congreso, Villa Urquiza
Un grupo de personas agolpada en la esquina. Tres fogatas cruzan la avenida e impiden el tránsito. Al doblar, la calle Machain está obstruida: dos camionetas, un camión hidrante y una fila de infantería de la Policía Federal impiden el paso. Cantan, son casi todos pibes. A unos 50 metros un grupo de bomberos extingue unos contenedores de basura derretidos que ya no son.
La primera que se acerca es Lidia, una vecina del barrio.
- Estos corruptos hijos de puta nos mataron al Chipi.
El Chipi, o Eric Milton Ponce, todavía la está peleando en un quirófano del Hospital Pirovano. Sigue:
-Un pibe que no estaba haciendo nada más que parar en la plaza con sus amigos como todos los días. Si acá no hay otra. En los medios ya andan diciendo que era trapito o que se quería robar unas zapatillas. Nada que ver. Tendrías que haber visto las zapatillas que el tenía, todas ensangrentadas cuando se lo llevaban. Si el Chipi es un laburante, como todos los muchachos. Los conoce todo el barrio.
Detrás de la línea policial están las huellas del enfrentamiento. Camino a la comisaría las piedras dominan el suelo y patrulleros destruidos completan la imagen. Vidrios rotos, asientos quemados, puertas dobladas. El saldo son 2 detenidos.
Informe: Gonzalo Pardo