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Infojus Noticias

24-8-2013|15:58|Cultura digital Nacionales
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Fue en el marco de la cumbre de Creative Commons en Buenos Aires

Internet y derechos de autor: Lawrence Lessig en Buenos Aires

Académico de las nuevas plataformas de comunicación y fundador de Creative Commons, Lawrence Lessig dio una charla frente a cientos de personas en la Facultad de Derecho. “Debemos compartir más de manera legal. Y para eso la legislación debe cambiar”, dijo este gurú de la cultura digital frente a un público cautivo.

  • Lawrence Lessig en la Facultad de Derecho Sol Vazquez
Por: Ximena Tordini

Lawrence Lessig acumula títulos universitarios relacionados con el derecho otorgados por universidades como Harvard y Standford. Pero ayer a la tarde, lejos de la seriedad académica, arrancó su esperada conferencia en la ciudad de Buenos Aires contando qué es lo que más hicieron sus tres hijos durante sus recientes vacaciones en el verano boreal: mirar videos en Youtube.

Con el aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Bueno Aires llena, Lessig le dedicó los primeros minutos de su exposición al Minecraft, el masivo videojuego de construcción de mundos con bloques, y a Psy, el cantante norcoreano que tiene con Gangam Style el récord de Youtube: 1700 millones de visitas y contando. Los hijos de Lessig, el Minecraft y Psy se encuentran en un punto. “Mis hijos están obsesionados con Youtube”, dijo el conferencista y luego mostró una versión del Gangam Style hecha adentro de Minecraft que conoció gracias a ellos. El punto de confluencia es el remix: “la tradición cultural más importante de la cultura digital”, dijo Lessig para arrancar con su charla.

Lawrence Lessig es el fundador y el promotor inicial de una idea que en nuestro país se viene instalando con fuerza en distintos espacios de cultura y tecnología desde los primeros años 2000: las licencias Creative Commons. Se trata de un modo de poner en circulación textos, imágenes, videos, música, investigaciones por fuera de las restricciones que imponen las leyes de propiedad intelectual. Las Creative Commons son licencias de uso de bienes culturales o conocimientos en los que el creador decide no colocar leyendas del tipo “prohibida su reproducción total o parcial”. Los creadores que las usan, en cambio, prefieren decir “Permitida su reproducción” en determinadas condiciones que incluyen, por ejemplo, citar la fuente y que el resultado de ese uso también se licencie como Creative Commons para no cortar la cadena de la producción compartida.

Los conflictos por la propiedad intelectual de los bienes culturales suelen ascender en la agenda pública cuando algunos casos llegan a situaciones límite. Por estos días, se conoció que los dueños de Taringa enfrentarán un juicio oral a partir de la demanda de empresas editoriales por copias de libros compartidas a través de esa plataforma. Y el caso del sitio Cuevana dió que hablar el año pasado. Lo que plantea Lessig no es tanto una defensa, o apología, de lo que se suele llamar “piratería” sino al problema más estructural que dió título a su conferencia de ayer: “Leyes que limitan la creatividad”.

La pregunta disparadora de su charla fue “¿qué compartimos?”. “Quiero sugerir que compartimos demasiado poco. Y que mucho de lo que compartimos, lo compartimos ilegalmente, lo hacemos contra la ley”.

Lessig considera que esta situación es consecuencia de un sistema de protección de derechos de autor diseñado para la cultura de los siglos XIX y XX que pretende mantener su predominio en la cultura digital. Destacó un dato tan obvio como sintomático: hasta antes de la cultura digital, la mayor parte de la gente transcurría toda su vida sin ningún conflicto con los derechos de autor. “Hoy entramos en conflicto con el régimen de derecho de autor cada vez que encendemos la computadora”, afirmó.

Lessig no está entre los detractores más radicales de las leyes de propiedad intelectual. “El copyright es una parte esencial de la cultura creativa. El problema es aplicar el copyright del siglo XIX a la cultura del siglo XXI. No hay que eliminarlo, hay que rehacerlo para adecuarlo a la cultura digital. ¿Qué tipo de copyright necesitamos para el siglo XXI?”

¿Por qué es importante esta pregunta? Porque la cultura digital funciona, como quiso demostrarlo con los videos que sus hijos le recomendaron, en base a un mecanismo que él definió “Llamada-Respuesta” (Call- Response). Por ejemplo: una banda de música lanza un videoclip y a las pocas semanas hay cientos de videos de fans que reproducen, paradioan u homenajean ese video. “Las tecnologías llaman a las personas a compartir”, dice Lessig. “Eso es creatividad”, agrega. “El remix es un tipo de cultura, no es el tipo de cultura en el que nosotros crecimos, en el que consumíamos cosas que eran producidas para nosotros. Las personas ahora producen, con algún tipo de tecnología”.

Y ahora vienen los ejemplos tan absurdos como reales. Un madre filma a su hijo bailando un tema de Prince, lo sube a Youtube. Youtube la amenaza con acciones legales por utilizar música con copyright. O el mismo conferencista como víctima: Lessig dio una charla TED en la que dice algo parecido a su ponencia de ayer en Derecho. La charla tiene más de un millón de visitas en Youtube (http://www.ted.com/talks/larry_lessig_says_the_law_is_strangling_creativity.html). De todas partes del mundo. Menos de Alemania. En Alemania no se puede ver porque en esa charla TED, Lessig pasó un video protegido con copyright que en ese país dio origen a una demanda.

“Creo que primero es un tema académico. Hay que lograr que los académicos reconozcan que la cuestión del copyright ha cambiado con la tecnología. Es un hecho, no es un argumento político. En los siglos XIX y XX el copyright servía para proteger a los creadores. En la era digital, limita las oportunidades para que la gente pueda tener acceso y crear”, afirmó.

Recordando a Aaron Swartz

Después de resumir estos puntos principales de su propuesta, el tono de la conferencia cambió. Lessig puso en la pantalla en la que proyectaba su presentación un foto de Aaron Swartz. El público se movió como una ola tenue: cambios de postura en los asientos, miradas, suspiros. La intérprete al español cambió el tono de voz. Aaron Swartz fue un joven genio en el campo de la tecnología y activista de la cultura libre y los derechos civiles. El Estado norteamericano lo persiguió judicialmente por haber descargado artículos académicos de una biblioteca virtual que funcionaba con suscripción. La fiscalía se había ensañado con Aaron porque lo consideraba una suerte de caso testigo. Estaba muy cerca de ir preso o de enfrentar una demanda financiera millonaria. Muy cerca. En enero de este año, Aaron se suicidó, tenía 26. “Fue una derrota injusta”, dijo Lessig.

“El derecho a compartir debería ser un derecho humano universal. El derecho de tomar, copiar, mezclar y compartir. Debemos poder compartir más de manera legal. Y para eso la legislación debe cambiar”, afirmó antes de dar lugar a las preguntas de los asistentes.

Cuando la charla terminó, el murmullo en el Aula Magna de la Facultad de Derecho era incomprensible. Algunos hablaban inglés, otros portugués y muchos otros lenguas imposibles de identificar. ¿Árabe? ¿Japonés? Las delegaciones de todo el mundo que llegaron para la cumbre global de Creative Commons que se está realizando en Buenos Aires se mezclaban con los asistentes argentinos, muchos de ellos activistas locales. Los debates sobre la necesidad de repensar las legislaciones sobre derechos de autor continúan hoy sábado en el Centro Cultural General San Martín (http://wiki.creativecommons.org/Global_Summit_2013)

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