Lo dijo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, que asistió hoy a la primera audiencia del juicio contra Ana María Grimaldos, esposa del represor prófugo Jorge Vildoza, por la apropiación de Javier Gonzalo Penino Viñas. Grimaldos no quiso declarar y Penino Viñas habló como testigo de la defensa de su “madre de adopción”, como la llama.
Javier Gonzalo Penino Viñas fue el primer testigo en declarar hoy en el juicio por su apropiación, que se realiza frente al Tribunal Oral en lo Criminal Nª 4, en los tribunales de Comodoro Py. La única imputada es su apropiadora, Ana María Grimaldos, esposa del represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), Jorge Vildoza. Grimaldos, que enfrenta los cargos de "sustracción y retención de un menor, falsificación de documento público y supresión de estado civil" se negó a declarar. Cuando le preguntaron sus datos dijo que era “viuda” y en la sala hubo murmullos. La familia no pudo dar pruebas fehacientes del deceso de Vildoza. El matrimonio huyó con el menor en 1984 y hasta 2012 ella estuvo prófuga. En el comienzo del juicio estuvo presente la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. “Es el proceso lógico de la justicia. Todo llega. Acá se cometió un delito y debe ser castigado con todas las situaciones que la ley prevé”, dijo al referirse al inicio del debate.En 1986 Abuelas de Plaza de Mayo, querellante en este juicio, inició la causa judicial contra Vildoza. Cuando Javier ahondó sobre las dificultades de la relación con una parte de su familia biológica, miró hacia donde estaba Carlotto, junto al abogado Alan Iud, la saludó y la felicitó por haber encontrado a su nieto, Guido, y por cómo comenzó a construir la relación con él. “Me conmovió muchísimo el saludo y el reconocimiento. Ojalá pueda verlo en algún momento, y hablarle, como abuela”, dijo, emocionada, la titular de Abuelas a Infojus Noticias.
Javier es hijo de Cecilia Viñas y Hugo Penino, ambos eran marplatenses y fueron secuestrados el 13 de julio de 1977, en Buenos Aires, cuando ella estaba embarazada de 7 meses. Por testimonios de sobrevivientes se supo que, a mediados de septiembre de 1977, dio a luz en la ESMA a su hijo, al que llamó Hugo Carlos, en un parto asistido por el médico genocida Jorge Magnacco. En diciembre de 1983, Cecilia logró comunicarse telefónicamente con sus familiares insinuando que se encontraba bajo custodia militar y que esperaba ser liberada. En marzo de 1984, en democracia, estableció el último contacto y luego no se supo más de ella. En la audiencia de hoy, que tuvo hasta gente parada en la sala, por la cantidad de público, también dio su testimonio Cecilia Fernández, madre de Viñas.
El testimonio de Javier fue a pedido de la defensa. "Vildoza le dijo que era un huérfano que le habían ofrecido adoptar y había hecho los trámites y que era el hijo adoptivo de la familia", recordó Javier al comenzar su testimonio frente a los jueces Leopoldo Bruglia, Néstor Costabel y Pablo Bertuzzi. La estrategia de la defensa se basó en desligar a Grimaldos de la apropiación y centrar toda la carga en Vildoza.
Sudáfrica, Paraguay e Inglaterra
Javier tiene 37 años, es alto, fornido y muy parecido a su papá. “No necesitaba un ADN para saber que era hijo”, dijo. Vino desde Londres, donde vive junto a su esposa y sus dos pequeños hijos, para declarar en el debate. Con claridad y determinación habló de Grimaldos. Respondió una a una las preguntas de la defensa y ratificó lo mismo que ella había dicho en su declaración indagatoria de 2012. “Que tenía absoluto desconocimiento de su origen biológico” y que fue su apropiador Vildoza quien lo llevó a la casa, que le dijo a su esposa que era “huérfano y no tenía familia” e hizo todos los trámites de adopción é mismo”. Y que fue él quien siempre se hizo cargo de “todos los trámites y gestiones de la casa”. Javier también reforzó la postura de Grimaldos cuando dijo que ella " se sintió traicionada cuando se enteró (de la verdadera historia)".
De traje y modales cuidados, Javier contó que es banquero en Londres, que estudió en Sudáfrica y vivió en Austria y Paraguay. Este último fue el primer punto adonde escaparon Vildoza, Grimaldos, y Javier, a fines de 1984, tras el retorno de la democracia. “Ya entonces se hablaba de los indultos, pero él nunca creyó que eso iba a suceder”, explicó Javier.
Los primeros tiempos los tres vivieron en Asunción. Después de un tiempo en la capital paraguaya, “mi padre empezó a tener más cuidados (dijo refiriéndose a su apropiador), porque lo estaban siguiendo”, recordó. Entonces se mudaron a una granja en las afueras y después, en Ciudad del Este, “nos encontramos con gente del servicio de Inteligencia naval argentino, que nos dieron cédulas falsas”. La idea fue “camuflar el apellido”, contó Javier que en ese momento pasó a llamarse Julio César Sedano. Con esa identidad llegó junto a sus apropiadores a Sudáfrica. En Argentina habían quedado Mónica y Jorge, los dos hijos mayores del matrimonio Vildoza, que tenían 20 y 17 años más que Javier, y que hoy estuvieron presentes en la sala, al igual que algunos nietos de Grimaldos.
Cuando Javier tenía 13 años, Grimaldos lo llevó a un café y le contó que era adoptado. “Fue un shock”, recordó. Y agregó que “según las personas por las que se habían asesorado, de la iglesia, de psicología infantil, esa era la edad máxima para decírmelo”, contó. “Me hubiese gustado saberlo antes. Me consta que mi madre (por Grimaldos) quería contármelo antes y Vildoza no”. Y explicó que él piensa que a Vildoza " le favorecía que se demore el yo saber que era adoptivo, nosotros lo creíamos prófugo por el grupo de tareas", detalló. Poco después agregó, “creo que él estaba seguro de que era hijo de desaparecidos, pero que era hijo de los Penino-Viñas no le constaba”.
Identidad recuperada
En 1998 Javier viajó a Buenos Aires para someterse al análisis de ADN que permitió establecer su identidad. “Pude conocer a mis familiares biológicos”, explicó y detalló la relación que se dio entonces y cómo su familia apropiadora alentó ese vínculo que, sin embargo, no se mantuvo de forma fluida en el tiempo. Luego volvió sobre Vildoza y dijo que, por charlas que tuvieron, sabe que “sentía que había tenido que hacer cosas terribles, de las que no se sentía orgulloso como profesional (durante la dictadura)”.
Ya con su nueva identidad, Javier volvió a Sudáfrica y terminó su maestría. De allí viajó a Londres donde trabaja, se casó, y se convirtió en padre. Allí también vivía Vildoza cuando viajó a la Argentina en 2012 y fue detenida por su apropiación.
Abuelas, declaraciones y lo que viene
Por la tarde comenzó a declarar Cecilia Fernández, la abuela materna de Javier, que rememoró los pasos de la búsqueda de su nieto, tras el secuestro de su hija y su yerno. Y relató los primeros encuentros con él. La mujer salió visiblemente emocionada y quedó a pasos de su nieto que, aunque educado y respetuoso, no tuvo mayor contacto con ella.
Infojus Noticias intentó hablar con Javier, pero él se excusó de hacerlo por el momento.
El jueves continuará la audiencia a las 10 de la mañana. Declararán los tíos de Javier: Carlos Viñas y Guadalupe Penino. También lo hará el médico que aportó el dato sobre a qué familia podía pertenecer el menor.