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Al Palacio de Tribunales se puede entrar por tres puertas: cualquiera sea la elegida, el impacto es similar: por su interior circulan hombres de trajes caros y mujeres arregladas que celular en mano “caminan los juzgados”. El ruido de tacos y zapatos “bien lustrados” se confunde con el de las conversaciones correctas: las palabras doctor y doctora resaltan ante cada frase. En cambio, en el subsuelo, el sonido está hecho de metales: de rejas que se abren y cierran. Allí se encuentra la cárcel del Palacio. Debajo de todo ese señorío, está el lugar habituado a recibir a personas que en su mayoría provienen de las clases socioeconómicas más bajas. “Las cárceles están llenas de pobres” se escucha desde los sectores progresistas de la justicia.

El edificio del Palacio de Tribunales está cargado de simbolismos. Hablan de una historia de jerarquías que algunos quieren cambiar. En los pisos altos se encuentran los juzgados y las secretarías de la Corte Suprema, donde trabajan jueces y funcionarios judiciales. El cuarto piso está reservado para las oficinas del máximo tribunal. Históricamente se lo consideró el más “pulcro”.

A la cárcel del subsuelo la conocen muy pocos. Desde el 1 de abril de 1981 funciona en el subsuelo del Palacio de Justicia -entrando por la calle Lavalle- el denominado Centro de Detención Judicial (U.28), “la cárcel del Palacio”. Se trata de un recinto común con 39 celdas individuales para hombres, y otro pabellón común con 9 celdas para mujeres. En este  lugar pueden alojarse hasta 213 personas.

Se trata de una “unidad de tránsito de detenidos”. Esto significa que quienes se encuentran detenidos no pueden dormir allí. Desde hace un tiempo que esta unidad viene recibiendo críticas de la Procuración Penitenciaria, que el lunes envió una nota al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, expresando su preocupación por el alojamiento prolongado de detenidos.

En julio “decenas de personas habían dormido al menos una noche en la Unidad 28”, e incluso una de ellas “llevaba un mes entero en la alcaldía”, dijeron desde la Procuración Penitenciaria, a cargo de Francisco Mugnolo. “Muchos dormían sobre el piso, sin colchones ni mantas, en condiciones de higiene pésimas, y rodeados de una asquerosamente presencia presente de cucarachas”, consigna la nota.

Uno de los presos más famosos de la alcaidía fue el "mayor Rogelio Guastavino", más conocido como Guglielminetti. En la dictadura formó parte de los servicios de inteligencia del Ejército y ya en democracia- cuando integraba lo que se conoció como la “SIDE paralela”, un grupo de Inteligencia que operaba en una oficina en la calle Alem 280-  fue reconocido en una foto que publicaron los medios. Se dio a la fuga. En 1985 fue capturado en España y después de su arribo al país, Guglielminetti fue llevado a la “cárcel del Palacio”. La imagen de los detenidos con su cara tapada con una campera no fue la que se vio.

Hasta hace poco tiempo la sala de periodistas del Palacio de Tribunal se ubicaba a la entrada y a la izquierda la oficina 2092 y 2093. Una de sus ventanas daba precisamente al patio de la cárcel del palacio. Aunque las fotos a los detenidos que allí llegan están prohibidas - una acordada de la Corte Suprema impide sacar fotos a los detenidos en tránsito en cualquier punto dentro del Palacio- se podía mirar.

El día que Guglielminetti llegó a Tribunales descendió de un auto con su traje impecable –gris, como el de la foto que lo había traicionado-. Los curiosos apostados en las ventanas vieron a todos los integrantes del entonces Servicio Penitenciario Federal pararse y “encuadrarse”, ponerse firmes. Luego le hicieron “la veni” al “mayor Rogelio Guastavino". Él les dio la mano uno a uno. No estaba esposado. Estaba detenido en la Cárcel del palacio, pero no parecía. En aquella oficina 2092 de planta baja hoy en día se encuentra la Ujiería –la oficina de los empleados que realizan las ordenanzas dentro del tribunal- de la Corte Suprema. Hoy Guglielminetti cumple condena por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.