El dirigente gremial dijo que en diciembre habrá un estallido social. El fiscal federal Pablo Larriera lo citó para que se presente en la justicia de Mar del Plata el próximo jueves 18. El recorrido de Barrionuevo por los tribunales empezó en 1975, cuando a mano armada usurpó la sede de Gastronómicos. Lo investigaron por enriquecimiento ilícito y en Catamarca impugnaron su candidatura a gobernador. Una historia de 30 años con la Justicia.
La justicia federal de Mar del Plata citó a declarar la próxima semana al dirigente gremial gastronómico Luis Barrionuevo en el marco de una investigación penal por el presunto delito de sedición y asociación ilícita a raíz de sus declaraciones en las que afirmó que en diciembre próximo se produciría un estallido social en el país. El fiscal federal Pablo Larriera citó a Barrionuevo para que se presente en la Fiscalía Federal General de Mar del Plata, ubicada en Viamonte 2216, el próximo jueves 18 a las 11.
El sindicalista prestará declaración testimonial en condición de testigo, "sin perjuicio del válido ejercicio del derecho a la libre expresión de todo ciudadano" y "teniendo en cuenta el tenor de tales afirmaciones así como el rol institucional que el nombrado ejerce", según confiaron fuentes judiciales. La citación se relaciona con la investigación de la justicia marplatense iniciada en diciembre de 2013 y vinculada al autoacuartelamiento de las fuerzas de seguridad producido los días 8 y 9 de ese mes en Mar del Plata, que fue considerado "un alzamiento en armas contra los poderes públicos".
Barrionuevo auguró un estallido social para diciembre y amenazó: “Nosotros vamos a accionar”. No es su primer exabrupto. Agrega un nuevo capítulo a su larga historia judicial. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich pidió “que diga qué advierte y si identifica grupos que la propician”. Ya fue investigado por enriquecimiento ilícito y fue impugnado en los tribunales por su candidatura irregular en Catamarca.
Su primer contacto con la justicia fue en 1975, cuando lo obligó a devolver el mando de la Unión de Empleados Gastronómicos a su secretario general, Ramón Elorza. Fue tras 48 horas de usurpación de la sede central del gremio, que Barrionuevo había asaltado a mano armada como respuesta a la intervención de su seccional –la de San Martín–. Había desembarcado en ese lugar como lugarteniente de Casildo Herrera, titular de la Asociación Obrera Textil. Aunque supo ser albañil, monaguillo, y hasta cafetero, nunca fue mozo ni cocinero.
El día que Barrionuevo quiso ser gobernador de Catamarca
“Como muchos otros dirigentes de la derecha peronista, Luis Barrionuevo ha transitado por la vida sindical y política eludiendo con éxito esa molesta institución que es el Código Penal”, resumió Miguel Bonasso en una nota de Página/12 en 2003. Sólo una vez salió perdiendo de los tribunales: cuando lo impugnaron como candidato a gobernador de Catamarca, ese mismo año. No cumplía con el requisito constitucional de residencia inmediata de al menos cuatro años en la provincia, y la justicia electoral lo inhabilitó como candidato.
Su apelación llegó hasta la Corte Suprema, que confirmó a las instancias anteriores. Fiel a sus métodos violentos, tomó varias de las escuelas, impidió la elección y quemó las urnas como respuesta. “Si Luis Barrionuevo no es candidato no pasa nadie, acá no vota nadie”, advertía uno de sus matones desde la puerta de una escuela. Un rato más tarde, quemaban las urnas en la puerta. Por ese hecho, casi pierde su banca en el Senado. A pesar de que hubo reuniones de comisiones para tratar su expulsión, no lograron desplazarlo.
Barrionuevo siempre dio que hablar cada vez que le acercaron un micrófono. “Soy un recontraalcahuete de Menem”, se definió en 1989 cuando asumió la presidencia de la Administración Nacional del Seguro de Salud (Anssal). Poco antes había dicho que “trabajando nadie hace plata”, y había revelado: “Con el sindicalismo hice mucha plata, pero no la hice trabajando”. Al año, pronunció otra frase tristemente célebre, en el programa de Mariano Grondona. “Tenemos que dejar de robar por dos años”, afirmó, como la clave para sacar al país adelante.
La intervención del PAMI
Cuando Néstor Kirchner intervino PAMI, en 2003, Barrionuevo cuestionó la medida y dijo que no había ninguna razón que manchara “el buen nombre y honor” de los que eran directores hasta ese entonces. Se presentó ante la justicia para impugnar la decisión del presidente, pero como se trataba de una medida de gobierno, sus cuestionamientos no prosperaron. Por el contrario, seis años después fue involucrado en una causa que tramitó en el juzgado de Julián Ercolini. El titular de una clínica y dos directivos de una empresa proveedora de productos médicos lo mencionaron como parte del entramado de coimas que les permitía conservar sus contratos con la obra social de los jubilados. La responsabilidad del gremialista nunca quedó esclarecida.
Tampoco se aclaró su relación con Gustavo Juliá, el empresario aeronáutico y piloto detenido en España por traficar casi una tonelada de cocaína. Juliá había sido gerente de PAMI en la gestión de Duhalde, y fue señalado en reiteradas ocasiones como socio de Barrionuevo, quien utilizaba sus aviones para la campaña en Catamarca. Tras la intervención de la obra social, Juliá fue separado del cargo y acusado de violar la ética pública. La Oficina Anticorrupción sumó denuncias por administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública, cohecho y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública.
Cahacarita y el enriquecimiento ilícito
Barrionuevo fue presidente del club Chacarita entre 1993 y 2005. Durante ese tiempo mantuvo una fluida relación con la barra brava del club, y sus integrantes más destacados pasaron a formar parte de la escolta personal del gastronómico. La segunda causa por enriquecimiento ilícito –que también quedó inconclusa– surgió de su administración al frente del club. De allí se tuvo que ir suspendido como socio, en pleno escándalo administrativo y financiero.
En el marco de las medidas de fuerza a las que adhirió su gremio, es común oír hablar de hechos “aislados” de patotas que se acercaban a los bares y restaurantes que no cerraban sus puertas para obligarlos a hacerlo. En el paro de noviembre de 2012, un grupo de matones identificados con camperas del gremio apedrearon los históricos cafés London City y Tortoni, ubicados en pleno centro porteño, y también sufrieron amenazas otros bares de San Martín, su segunda casa.