El nivel del río llegó a 5.32 y se estima que empezará a bajar en las próximas horas. Hay seis barrios en Luján que son los más afectados. Son 20 mil los afectados a lo largo de los 17 municipios arribeños a la Cuenca Hídrica del Río Luján. Los vecinos se organizan para resistir la inundación. Se mantiene el alerta. Cómo se vive en los centros de evacuados.
“En estos momentos el cauce está en 5.32 metros y se mantiene. Sabemos que lo que sigue ahora es que bajará, porque tenemos información desde Suipacha y Mercedes, que están arriba de la Cuenca, donde está descendiendo. Lo que queda es esperar durante unos días que el agua baje para que los evacuados vuelvan a sus casas”, dijo a Infojus Noticias Maximiliano Zelotto, segundo jefe del cuerpo de bomberos de Luján, minutos antes de las cuatro de la tarde. Hay 20 mil afectados a lo largo de los 17 municipios arribeños a la Cuenca Hídrica del Río Luján.
“Hay mucha gente que no quiere dejar sus casas por temor a que le roben y a la noche se da cuenta que no quiere estar en la inundación, por eso estamos con guardias todo el tiempo para cuando quieren salir”, dijo Zelotto. Los bomberos, además de un camión por barrio, tienen dispuestas cinco lanchas para el traslado de personas y pertenencias. La “Asociación Argentina de Prevención de Catástrofes SAR” también está colaborando. Todas las fuentes coinciden en que no hay que lamentar heridos: desde el cuartel solo recibieron el llamado por una persona que se estaba ahogando y pudo ser rescatada.
Hay seis barrios en Luján que son los más afectados. A un sector lo llaman “los santos” -San Fermín, San Jorge, Padre Varela y Santa Marta- Por otro lado está La Loma y El Quinto. La mayor parte de las calles de estos terrenos son de tierra, no hay líneas de colectivo que atraviesen la zona y mucha basura que los vecinos amontonan en las esquinas flota en el agua de la inundación. Los centros de evacuados habilitados hasta el momento son el Polideportivo, Sociedad de Fomento Padre Varela, Sociedad de Fomento El Ceibo y Olivera. En la cripta de la basílica que guarda a la legendaria virgen el agua llegó a los 15 centímetros y se mantiene constante por la extracción de las bombas.
Al mediodía en Luján el agua estaba creciendo rápido. “El nivel del río estuvo en 5.39 metros por arriba de la cota cero. Hay 200 evacuados en los centros de asistencia y estimamos que hay 800 autoevacuados, lo que nos lleva al número de mil”, dijo a este mediodía Javier Sosa, coordinador de la Prodecom (una comisión especial para la Protección de la Comunidad).
El acceso principal a la localidad ingresando por la ruta 7, bajada principal que desemboca en la avenida 9 de Julio y va a hacia la Basílica, estaba virtualmente bloqueado por el nivel de agua que superó el metro. En la zona periférica del centro de la ciudad los vecinos se encontraban en las veredas, intercambiando información de cuánto subiría el cauce ya que a las 5 de la mañana ellos observaron una crecida que les acercó el agua a las puertas de sus casas.
Amelia maneja el comedor comunitario "El triunfo" en el barrio lujanero de San Jorge. De 8 a 15 recibe las jarras de unas 70 familias que pasan a la hora de la merienda a retirarlas con leche y bizcochuelos. Mabel, una vecina, le da una mano: "Donde hay chicos estamos: ayudamos en la cooperadora, somos miembros de Caritas y hacemos todo lo que podemos en el comedor. Sabemos cómo organizamos porque lamentablemente estamos acostumbradas a las inundaciones. En el último año esto pasó cinco veces".
A cuatro cuadras hay otro comedor, "El ángel de la bicicleta", donde todos los días se entregan 500 raciones de viandas. "Acá el problema es el anegamiento del río, porque no lo limpian y el agua no se va. Además de la ayuda, queremos una planificación para dejar de vivir acá, porque la zona es baja y esto va a seguir pasando", dijo Marta, que hoy está preocupada porque los camiones que traen los víveres están complicados por los anegamientos.
Sergio Sequeira, subsecretario de políticas sociales de Luján, dijo ayer a Infojus Noticias que se esperaba que el río siga subiendo. "En Suipacha, que queda a unos 60 kilómetros de Luján, nace el río. Allá hay subida y esa corriente tarda 12 horas en llegar a los barrios lujaneros”, por eso que durante las siguientes horas se mantuvo el alerta de emergencia.
"Sabemos que las causas son varias: además del anegamiento por basura que hay en distintos barrios, tenemos la problemática con los canales clandestinos de los campos, que se suma a la cantidad de countries que cubren terreno de un lado y lo desbordan del otro. Toda esa agua no corre y se inundan otros lugares, por lo general los lugares más humildes", explicó Sequeira.
Ana tiene 30 años, su bebé en brazos y debate con su marido si dejar su casa para ir al centro de evacuados: "No queremos sacar las cosas porque ya hubo cinco inundaciones en un año y cuando volvés te encontrás que te faltan cosas. Uno ve que la gente está tapada de agua y se queda en la casa y parece algo ilógico, pero la razón es que nadie quiere perder lo que se ganó con el esfuerzo del trabajo".
Desde la municipalidad actúa la Prodecom, una comisión para la "protección de la comunidad" formada en 2012, cuando se registró la inundación más grande que los vecinos recuerden. El oficial de bomberos Goenaga explicó a Infojus Noticias que "en cuanto se activa la alerta de inundación, desde la Prodecom se convoca al cuerpo de bomberos junto a los miembros del municipio. La cuestión es organizar para coordinar los trabajos, no pisarse, y llegar a mejores objetivos".
Para Goenaga, "el problema de que se desborde el cauce empieza en Chivilcoy, Suipacha, Mercedes, Franklin y toda la parte del Salado que desemboca en el Luján. Cuando llueve mucho y se unen todas esas desembocaduras siempre aparecen este tipo de desbordes".
El centro de evacuados
El polideportivo de Luján se transformó desde hoy a las diez de la mañana en el principal centro de evacuados de la ciudad. Ahí trabajan en conjunto el municipio, la Cruz Roja, profesores deportivos y maestros. La comida se prepara en este centro para asistir a los otros dos que están funcionando en el partido de Luján. Mientras en los barrios los bomberos ayudan con las mudanzas de los evacuados y controlan que los postes de luz no sean un peligro, la gente en los centros de evacuados se da ánimo entre sí por la angustia del desarraigo.
Laura Duplaá vive hace 17 años en barrio La Loma. “Siento que no hay una solución para esa zona, porque esto se repite cada tres o cuatro meses. Dijeron que dragarían el río y sacaron algunos árboles pero no se solucionó nada. Siempre venimos a parar acá, al polideportivo. Hace cuatro meses cuando me tocó venir habían menos familias. La peor inundación que recuerdo es la de 2012, que llegó a mi casa un metro y medio de agua. Esta vez no sé qué esperarme, porque algunos dicen que el río está creciendo como aquella vez. Me traje los electrodomésticos, pero la mayoría de la ropa y los muebles se quedaron allá. El perro vino conmigo porque no lo dejo. En mi cuadra todos tuvimos que ser evacuados”.
Carlos Jesús Amd tiene 70 años y usa bastón. Hace quince años que perdió la vista y recibe una pensión, habla lento y triste: “Vivo a 30 metros del río, por eso en las crecidas siempre soy de los primeros que tiene que salir. Cuando hoy me fui de mi casa había un metro de agua. Me ayudaron a salir mi hijo y los bomberos. Tuve que irme rápido y perdí todo. Se me cayó caja con ropa al agua. Camas, colchones, cocina, garrafa, todo quedó debajo de ese metro de agua. Hasta que no baje no podremos volver, sabemos que tenemos que esperar mínimo cuatro o cinco días. Ya viví diez inundaciones. En febrero, abril y mayo de este año también tuvimos que soportar el desborde. Todas las veces nos trajeron para acá, y da la sensación que no quieren limpiar el río. Cuando vuelva a mi casa ya sé que me voy a encontrar con el desastre y la mugre”.
El hijo de Carlos Jesús, que se llama igual que su padre, tiene 30 años y está en el polideportivo con su mujer y su hija de dos años y ocho meses: “Cuando escuché las lluvias de anoche me la veía venir, así que levanté algunas cosas del piso. Me costó dormir y a las 4 de la mañana me asomé y vi que el río empezó a subir. Cuando a las 7 me desperté puse un pie en el piso y me lo cubrió el agua. Hace dos meses nos quedamos sin televisión. Ahora por salir corriendo nos trajimos solo la heladera. Lo que siento importante: estamos todos vivos y no vamos a bajar los brazos”.