El 8 de julio de 2011 la joven se comunicó por última vez con su familia. El juzgado de instrucción provincial siguió la causa hasta enero de 2012, cuando pasó a manos del juez federal Miguel Medina. El ministerio de Justicia y DDHH ofrece recompensa a quien aporte datos.
Su paradero todavía es un misterio. El lunes 4 de julio de 2011 al anochecer María –entonces tenía 29 años y se dedicaba a diseñar ropa- fue con hasta la terminal de ómnibus de Retiro, acompañada por su padre. Unos minutos antes de las ocho subió sola al micro de la empresa Mercobus rumbo a San Salvador de Jujuy. Debía llegar a las 18 del día siguiente a la capital jujeña. Se hospedaría en la casa de su amigo, Juan Pablo Dumon. El plan era vender las prendas que ella misma confeccionaba. Llevaba una mochila y una valija grande, roja y llamativa, marca Primicia.
Cuando el micro llegó a destino María ya no estaba entre los pasajeros. Había bajado antes, en Rosario de la Frontera, 208 kilómetros antes de llegar a San Salvador. Después le llegó a contar a su amigo por teléfono que se había bajado del micro porque se había sentido incómoda. “Ella salió el lunes 4 de retiro. El miércoles 6, a raíz de que durante todo el martes no nos habíamos podido comunicar, ya había un alerta en la familia”, explicó a Infojus Noticias Máximo Cash, uno de los tres hermanos de María. “A las 17 del miércoles María llamó. El alerta se volvió real. Nos dijo que no estaba bien, que se había quedado sin plata, y que en cualquier momento se cortaba la comunicación”. El llamado se cortó. Esa comunicación se realizó desde Pampa Blanca, un pueblo sobre la ruta 34. La familia decidió asentar la denuncia para investigar su paradero ante la Brigada de Investigaciones de Jujuy.
En abril pasado, una resolución del Ministerio de Justicia duplicó el monto de la recompensa - que ahora es de 400.000 pesos- para quienes puedan aportar datos certeros que permitan localizar a María. La información suministrada tendrá el carácter de secreto y los datos que aporten se mantendrán en la más absoluta reserva. Quienes deseen hacerlo pueden comunicarse con el Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenadas por la Justicia. Ley Nº26.538 al teléfono (011) 5300-4020.
Alta, bonita, de rasgos delicados y sonrisa perfecta, María era la única hija mujer de una familia de clase media porteña. Había viajado y vivido en diferentes lugares del país. La noche de ese miércoles a las 23:30, las imágenes de las cámaras del peaje de AUNOR, a 6 kilómetros de Salta, la ubicaron en esa provincia. María caminaba errática con su mochila al hombro. Esa madrugada se presentó en el Hospital San Bernardo de Salta. Pidió que la atendieran, pero se fue antes de que le tocara el turno.
Jueves y viernes deambuló por esa provincia. El martes, un día antes de hablar con su familia, se había comunicado con su amigo Juan Pablo desde Rosario de la frontera, antes de viajar a Santiago del Estero. Le contó lo del micro y le dijo que se había quedado sin plata. Él le compró un pasaje vía internet. Con ese boleto viajó desde Santiago hacia Jujuy. Allí llegó a las 8:30 de la mañana del miércoles 6. Se acercó a un taller mecánico para intentar cargar la batería de su celular. No tenía crédito y el dueño del lugar, Carlos Aguilar, le prestó el suyo. Habló con la hermana de su amigo Juan Pablo, quien le ofreció que se tomara un remise hasta la casa de la familia, en las afueras de San Salvador. Ellos lo pagarían cuando llegara. No lo hizo. Alrededor del mediodía, cambió otra vez de rumbo. La vieron en la entrada del pueblo Pampa Blanca. Hacía dedo en busca de alguien que la llevara en dirección sur. Ahí fue cuando llamó a su familia.
A media mañana del viernes 8, María les escribió un mail, donde les pedía una serie de teléfonos, entre ellos el de la hermana de una amiga suya que vive en Salta. “Usó recursos lógicos, como pedir los números porque había perdido todos los contactos, pero no se quedó a esperar la respuesta”, dice Máximo, su hermano. Pero aclara: “Los movimientos no eran comunes en ella”.
El juez de instrucción provincial, Federico Diez, tuvo la causa hasta enero de 2012, cuando pasó a manos del juez federal Miguel Medina. “Recorrimos todo el noroeste argentino durante los meses que tuvimos la causa en nuestro juzgado. Cada pista que apareció, la seguimos. Hicimos allanamientos en diferentes lugares como casas y prostíbulos. Tuve la mitad del juzgado abocado a la investigación de María”, dijo a Infojus Noticias en diálogo telefónico. Desde el Juzgado Federal N° 2, Sebastián Klix, secretario, contó: “seguimos en la búsqueda de María Cash. La buscamos viva y estamos en permanente movimiento. Hay ciudadanos que denuncian que la vieron en diferentes lugares y hasta allí se va a investigar”. Para su hermano, en cambio, “la causa está totalmente paralizada, como desde el principio. Hay un grupo de gendarmería especializado que actúa ante las denuncias, pero no es que hay una línea investigativa”.
Durante la charla con Infojus Noticias, Klix hizo referencia en varias oportunidades a un informe que el juez Medina difundió hace unos meses para explicar los movimientos de la investigación de su juzgado desde el 2 de febrero de 2012, cuando llegó la causa. Respecto de las hipótesis investigativas, el informe explica que "no se descarta ninguna de las posibles y/o probables, pero a la fecha si bien no existen indicios razonables que sustenten la hipótesis de la acción criminal de alguna Red de Trata de Personas, como así tampoco la hipótesis de un Secuestro Extorsivo, relacionado directamente a las presuntas estructuras criminales mencionadas en el presente expediente, tampoco las hay para descartarlas".
Máximo y su familia manejan otras hipótesis. “María no estaba psiquiátricamente bien, por lo tanto no podía defenderse como lo hizo siempre. Estaba más propensa a que le pasara algo. Zafó de que le pasara en los primeros 3 o 4 días y después quizás ya no”, explicó el hermano. Algo similar opina la perito de Gendarmería citada en el informe de Medina, que concluye: “dado su comportamiento entre el 4 y 8 de Julio de 2011, María habría ostentado un alto grado de vulnerabilidad emocional que no le habría permitido poner en acción respuestas adaptativas que le permitieran preservar su integridad frente a situaciones de riesgo real".
Otra de las hipótesis de la familia es que María podría haber muerto de hambre o frío, “pero se tendría que haber encontrado el cuerpo. Salvo que alguien lo haya hecho desaparecer a propósito”, desliza Máximo. Los Cash tampoco descartan del todo la posibilidad de que María haya caído en una red de trata y que “por la falta de controles en las rutas y peajes en los que no hay cámaras que registren los pasos, como cerca de la frontera de Bolivia, la estén trasladando por todo el país”.
El viernes 8, después de enviar el mail a su familia, María salió del locutorio sin esperar respuesta. Las cámaras del peaje la volvieron a tomar ahí, haciendo dedo y subiendo a una camioneta que la dejó en la rotonda de Güemes. Volvió a hacer dedo. La levantó Héctor Romero, un transportista de alimentos. La dejó, 20 kilómetros después, en un paraje sobre la ruta en el monolito de la Difunta Correa. Faltaba poco para el anochecer. Es lo último que se sabe de ella dos años después.