En los diarios se especuló con que el hombre que aparece dirigiendo el ataque entre dos facciones de la barra de Boca era Rafael Di Zeo. En la justicia están casi seguros de que no se trataría de él, sino de un hombre de su entorno. Analizan más filmaciones.
La investigación por la batalla del Bajo Flores entre dos facciones que se disputan la caja negra que habilita el manejo de la barrabrava de Boca, parece dirigir sus cañones públicos a la figura de Rafael Di Zeo. La foto que salió esta mañana en los diarios, de un hombre que llega en moto, imparte directivas con gran ascendencia entre un grupo y después se esfuma, no es Rafael Di Zeo, según confirmó una fuente del caso a Infojus Noticias. Tampoco su hermano Fernando, otra de las especulaciones. “Es otro histórico, del mismo grupo”, agrega la fuente refiriéndose a la popularizada “banda de Lomas”.
Las fuentes del caso sugieren, sin nombrarlo, que se trataría de Marcelo Aravena, alias el Manco. Los testimonios también lo señalan. El Manco es un hombre que integró el círculo áulico de José Barrita y fue condenado a 20 años de prisión por el homicidio de los hinchas de River, Walter Vallejos y Angel Delgado, en 1994. Los investigadores habrían descartado al Rafa no sólo por el detalle el video de la Policía Federal –filmaciones de mucha mayor definición de las cámaras de la Metropolitana, que según una fuente judicial se pixelan-, sino por las pruebas y testimonios que indican que el hombre del casco es el otro líder histórico.
El sujeto del casco no era el único hombre que dirigía el operativo en terreno. “Hay cuatro hombres de a pie que hablan por handy o por teléfono”, confía la misma fuente. Unos instantes después de esas conversaciones, empieza la primera tanda de disparos. Los cuatro hombres, en los registros fílmicos de cuatro cámaras –este mediodía llegaron más filmaciones a la justicia-, aún no han sido individualizados. También se ven, en esas cintas, varias personas disparando.
Lo que sí parece quedar claro es que el ataque fue iniciado por la facción “disidente”: coinciden en esa hipótesis, como había adelantado Infojus Noticias, la fiscal inicial del caso, Marcela Sánchez, y en el juzgado de Manuel Da Campos y la fiscalía de Andrés Madrea, donde se acumuló la causa por conexidad objetiva (aunque se siguen instruyendo por cuerda, es decir, ambos expedientes por separado). Casi todas las vainas servidas que recogió Gendarmería el día siguiente a la masacre, eran del bando atacante. En las filmaciones, se ve que luego de la primera ráfaga de fuego –sobre Janner y Lafuente-, los miembros de la barra oficial se repliegan. “Al principio contestan con piedras”, afirmó la fuente judicial. Aunque se ve que luego de reagruparse, regresan. Los pesquisas no han podido corroborar, contra lo que fue la primera hipótesis policial, que haya habido fuego cruzado.
El juez está dedicado ahora a reconstruir la logística del ataque: dónde se juntaron para ir a la cancha (el grueso no fue a Casa Amarilla, donde los esperaba un operativo de la Federal), cómo se llevaron las armas, y por supuesto, quién fue el autor intelectual. “Aún seguimos buscando pruebas para saber si Di Zeo estuvo en los alrededores”, dijo la fuente. El propio Rafa lo negó terminantemente en los medios: primero a través de su abogado José Monteleone y luego en persona. Y se puso a disposición de la justicia. Aún falta el entrelace telefónico, una medida ordenada por el juez que puede demorar unos días.
La otra pata es la desidia o complicidad de la dirigencia: Ángel Díaz, hombre de Di Zeo y uno de los muertos, tenía una entrada en el bolsillo, a pesar de que su nombre estaba en el derecho de admisión.