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Infojus Noticias

22-4-2014|19:40|Fallo Nacionales
El juzgamiento al policía duró 14 años y atravesó todo el sistema penal

“No hay reparación posible, pero la justicia alivia y es necesaria”

La Corte Suprema rechazó el recurso de queja de la defensa del policía bonaerense Rubén Emir Champonois. Así, la pena de quince años de prisión por ejecutar a Mariano Witis y a Darío Riquelme que había dispuesto la Cámara de Casación quedó firme. “Sentí satisfacción y alivio”, dijo a Infojus Noticias Raquel, la mamá.

  • Sol Vazquez.
Por: Laureano Barrera

Raquel Witis tuvo que esperar 14 años para sentir un poco de alivio por el asesinato de Mariano Witis, su hijo. La mujer estaba en una reunión de la mesa de campaña contra la violencia institucional, en zona norte, cuando la llamaron por teléfono del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Le avisaron que la Corte Suprema de Justicia se había expedido por el caso de su hijo. La etapa judicial, después de una década, está cerrada: el máximo tribunal rechazó el recurso de queja de la defensa de Rubén Emir Champonois, un policía bonaerense. Así, la pena de quince años de prisión por ejecutar a Mariano Witis y a Darío Riquelme que había dispuesto la Cámara de Casación quedó firme.

“Sentí satisfacción, y alivio, porque los fusilamientos no quedaron impunes, después de un larguísimo proceso judicial, pero también con todo el peso de la ausencia, que sigue ahí”, dijo Raquel en una charla con Infojus Noticias, el día después. “No hay reparación posible, pero la justicia alivia y es necesaria”.

La decisión de los supremos llegó a la vocalía de Elena Highton de Nolasco, luego por las de Enrique Petracchi, Eugenio Raúl Zaffaroni y Carmen Argibay. Todos estuvieron de acuerdo en negar la apelación del policía, y los votos restantes se volvieron vanos. El juzgamiento al policía duró 14 años, atravesó dos juicios y todo el sistema penal: casi el mismo tiempo que la condena a Champonois. “Por eso necesitamos democratizar la Justicia. Porque cuando los fallos demoran tanto tiempo desgastan, pero es más grave todavía que den la idea de que todo es igual”, dijo Raquél.

La mañana del 21 de septiembre de 2000, Raquel salió a hacer encuestas para un censo municipal en los alrededores del hipódromo de San Isidro. La acompañaba su hijo Mariano. Se separaron y el chico se puso a hablar con una ex compañera de la escuela, Julieta Schapiro, que estaba a bordo de su Volkswagen Gol. En ese momento aparecieron Darío Riquelme y un cómplice, lo subieron a Mariano al auto y se metieron ellos. La obligaron a la chica a manejar hasta el banco Itaú de la calle  Márquez al 700, en Béccar, donde robaron un botín cuantioso de 5.400 pesos y huyeron.

A pocas cuadras, un patrullero del Comando de Patrullas de San Fernando les cerró el paso. Uno de los ladrones se esfumó para siempre. Riquelme tiró el arma oxidada que no servía para disparar y se disponía a rendirse. Pero el cabo Champonois y otros bonaerenses abrieron fuego contra el auto. Julieta se refugió contra el volante y salió milagrosamente ilesa. Riquelme –con algunas entradas en la comisaría, talentoso jugador de fútbol- y Witis –profesor de piano, estudiante del Conservatorio, fundador del Coro de Jóvenes de San Isidro- quedaron presos en la parte trasera del Gol 2 puertas y recibieron varios tiros.

Pronto, la policía puso a correr sus engranajes para encubrir el doble crimen, pero dejaron cabos sueltos. Las pericias determinaron que el arma Smith and Wesson que apareció sobre un charco de sangre, no tenía manchas. En el juicio se demostró cabalmente la culpabilidad del policía, pero el Tribunal Criminal 3 de San Isidro lo condenó sólo por el homicidio de Mariano, y consideró el de Darío en legítima defensa. Querella y fiscalía apelaron. Cuatro años después, la Cámara de Casación revirtió el fallo y mandó a otro Tribunal a fijar otra pena. Los años treparon a 12. Después de una nueva apelación, la Casación la fijó en 15.

El verano siguiente al doble crimen, la madre de Riquelme, Ana María Liotto, se acercó al acto donde los padres de Witis pedían justicia. Estaba avergonzada, pero se animó a hablarles. Ellos la recibieron bien y le dijeron que ella también era una víctima, y que ambos hijos, con sus vidas tan distintas, habían tenido el mismo final: las balas de la policía. “Uno no puede castigar más los delitos contra la propiedad que la vida de las personas. Nosotros siempre supimos que el policía podía haber hecho otra cosa, y que el Estado tiene el deber de cuidarnos, no de matarnos”, dijo Raquel Witis.

Raquel y Jorge Wittis junto a Ana María Liotto, madre de Riquelme (Foto: Sergio Goya).

La continuidad represiva

Cuando Raquel llegó hasta la comisaría de Beccar, el primer día de la primavera del siglo, los policías le dijeron que Mariano había sido “abatido en un enfrentamiento”. Desde ese día, tiene un remordimiento espeso, que aflora después de un rato de conversación, como una astilla de madera fondeada muy hondo en el río.

-Tal vez si nosotros hubiéramos seguido militando… -dice, y deja un silencio que se convierte en duda-. Seguramente no hubiera podido cambiarlo pero me habría sentido más completa, sentiría que hice todo lo que podía hacer”.

A principios de los ’70, Raquel estudiaba ingeniería química en la Universidad Tecnológica y pensaba lo que pensaban muchos: que algo había que hacer para que el mundo fuera más equitativo, para que no hubiera muchos sin nada y pocos con mucho. En 1972 empezó a militar en Vanguardia Comunista. Ahí también militaba Jorge, que estudiaba lo mismo y que en 1974 se convirtió en su marido. Entonces dejaron de militar. “Fue una decisión conjunta, Jorge había estado haciendo el servicio militar, y como teníamos contacto con compañeros y veíamos cómo venía la mano, decidimos formar una familia –tuvimos tres hijos- y preservarnos”.

Muchos de sus ex compañeros de militancia fueron secuestrados y desaparecidos. En agosto del ’78 Abraham Hochman, hijo de inmigrantes judíos sobrevivientes del Holocausto, abogado que presentaba recursos de habeas corpus, el compañero de su prima, fue secuestrado junto con la mayor parte de la dirección del partido. “Nosotros vimos el deambular de nuestra prima buscándolo, con un embarazo reciente, y fue terrible. Es una época que no hay que olvidar, pero que me cuesta mucho recordar, porque todavía duele mucho”.

Lo de Mariano fue un cimbronazo, dice, que les hizo revalorizar las cosas simples de la vida.

-No podía seguir mirando para el costado y me metí de lleno al ruedo.

-¿Cree que el triunfo de los valores y las prácticas impuestas por la dictadura son el estado de cosas que promovió el asesinato de su hijo? – preguntó Infojus Noticias.

-Yo creo que hay continuidades. Las fuerzas de seguridad todavía tienen prácticas de la dictadura que no han sido erradicadas, la liberación de la zona, su participación en redes de delito. Y la justicia ha avalado estas prácticas, es la impunidad la que las mantiene vigentes.

Ahora trabaja en la Escuela de Derechos Humanos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, y milita en zona norte denunciando los abusos policiales, haciendo charlas sobre violencia institucional. Cree que es “bueno” que se debata en universidades, con expertos y Ong’s el proyecto de reforma del Código Penal. “No puede ser que un delito contra la propiedad con armas sea penado con más rigurosidad que la pérdida de la vida”.

Todos los días, en los territorios bonaerenses ve cómo se persigue a los vendedores de drogas y no a los narcos, a los ladrones de auto y no a los desarmaderos. “Por supuesto que hay que investigarlos, pero también hay que ir a fondo, contra la policía y los que se llevan las ganancias, que no son ellos.

Hace 14 años, la vida le tendió una encrucijada: derrumbarse o avanzar. Raquel optó por una. “Es el amor es el que nos impulsa a cambiar las cosas que nos produjeron un gran dolor”.

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