A una pareja el auto se le estropeó después de que un arbol cayera sobre él, en la vía pública. Consideraron que el responsable era el gobierno porteño y por eso lo demandaron ante la justicia. Después de varios fallos, lograron una indemnización.
Laura y Carlos son dueños de un Renault Senic. El 30 de junio de 2007 Laura, que es médica pediatra, fue a trabajar en el auto y lo dejó estacionado sobre la calle Urquiza al 2200 en el barrio de Parque Patricios en Capital. Eran casi las 10 de la mañana. Casi cuarenta minutos después de haber estacionado la mujer se percató que un árbol había caído sobre el auto.
La mujer y su pareja consideraron que el responsable por la caída del árbol era el gobierno porteño y por eso lo demandaron ante la justicia de la Ciudad porque es “el responsable de mantener y conservar adecuadamente las cosas accesorias al dominio público”, por ejemplo, los árboles. Al auto le cayó encima un árbol de acacia y dañó su techo, la puerta trasera izquierda y sus molduras, el guardabarro trasero izquierdo y sus molduras, el tapizado y molduras de techo, el portaequipaje, la tapa de baúl, entre muchas otras partes.
La demanda fue aceptada por el juez de primera instancia Guillermo Scheibler porque “la Ciudad estaba a cargo de la vigilancia, mantenimiento y custodia de los elementos que circundan las vías de tránsito, tal el caso de los árboles”. Pero el Gobierno porteño apeló la sentencia porque consideraba que no había tenido “inobservancia del deber de cuidado de su parte” porque había sido un hecho “casual y fortuito”.
La causa llegó a la sala III de la Cámara en lo Contencioso, Administrativo y Tributaria que coincidió con la mirada del juez de primera instancia. Los jueces Hugo Zuleta, Esteban Centanaro y Gabriela Seijas que explicaron que la ley establece que un caso fortuito es el que “no ha podido preverse, o que, previsto, no ha podido evitarse”.
Pero a diferencia de lo que sostenía el gobierno porteño, que “no correspondía atribuirle la responsabilidad del siniestro”, los magistrados sostuvieron que “no existen dudas acerca de que el Gobierno era el responsable del cuidado y mantenimiento de los árboles en la Ciudad”. Recordaron que la normativa que regula el arbolado público es clara y dispone que se deben realizar “inspecciones periódicas a los efectos de detectar enfermedades o daños con la supervisión de un ingeniero forestal o agrónomo como técnico responsable”.
Los jueces consideraron que la explicación del gobierno de la Ciudad “no resiste el menor análisis”, más “si se tiene en cuenta que él mismo declaró que no se encontraron cortes en las raíces que hubieran provocado la caída del árbol. En tal sentido, es esperable que un árbol viejo, enfermo y carcomido termine caído”.
A esto se suman los dichos de los testigos: “Se veía que era un árbol viejo, se veía que las raíces estaban podridas” dijo una de las testigos del hecho en el expediente. Este testimonio fue similar al de muchos otros: “era un árbol grande, todo podrido, le consta porque se veía que en la base estaba todo podrido”; dijo otra testigo y una tercera sostuvo que el árbol se cayó “porque estaban las raíces podridas”.
Con todo esto los jueces decidieron confirmar la responsabilidad del Gobierno de la Ciudad en la caída del árbol y ordenaron se indemnice a los dueños del auto con 27.050 pesos por los daños.