Dentro de dos semanas será subastado porque tiene una deuda de casi 5 millones de pesos. En 1996 en ese lugar la policía encontró cocaína en un jarrón. Empezó así un oscuro capítulo de la justicia durante el menemato: se crearon pruebas, se manipularon testigos y el juez del caso, Hernán Bernasconi, terminó destituido.
El jueves 27 de febrero, a las 11.45 de la mañana, uno de los íconos de la farandulización judicial de la década del ‘90 cambiará de manos: el departamento donde vive Guillermo Cóppola, y donde estuvo el célebre jarrón con cocaína, será rematado por orden judicial. La decisión fue tomada por la jueza María José Gigy Trainor, en el expediente 039246 llamado “Banco Central de la República Argentina c/ Maradona Diego Armando”, del juzgado en lo comercial N° 23. Es que el departamento enclavado en lo más chic del barrio de Palermo era garantía del alquiler de una casona en Barrio Parque que Maradona habría dejado impaga.
“Es por una serie de pagarés impagos y sus intereses. La deuda es de alrededor de cinco millones de pesos”, dijo a Infojus Noticias César Alberto Del Zotto, el martillero que estará a cargo de la subasta. El inmueble, un décimo piso de la Avenida Libertador al 3540, tiene más de 300 metros cuadrados y amplias comodidades: “Living y comedor, escritorio, tres dormitorios con baño, cocina, comedor diario y dependencia de servicio”, según el edicto judicial que emitió el juzgado el 11 de febrero. El nuevo propietario también se quedará con dos unidades complementarias: la cochera y la baulera.
El departamento, donde Cóppola vive con su mujer Korina Juárez y su hija, tiene que someterse al protocolo de cualquier bien que se subasta: se abre una cuenta bancaria que lleva el nombre del expediente, en la que debe ser depositada la plata del mejor postor, al contado, en cinco días hábiles. “El piso de la subasta es de 4.188.000 pesos, y si el monto ofertado superara el de la deuda, el sobrante iría para el demandado”, detalló Del Zotto. En este caso, para el ex técnico de la Selección. El departamento no tiene deudas. En el expediente judicial, que tiene siete cuerpos, se establece que la seña debe ser del 30 por ciento del total, además de un 3 por ciento de comisión y un 0,25 por ciento para los gastos judiciales.
Los interesados en el mítico departamento, todavía tienen dos oportunidades de verlo antes de la subasta: el viernes y el lunes próximos, de 10 a 12. Generalmente, estas subastas no son masivas. Sin embargo, el subastador Del Zotto cree que sí esta vez irá mucha gente. “Va a atraer gente fanática de Diego, que sabe que en ese lugar pasó todo aquello y quiere la propiedad”. En algún punto, en ese lugar aún flotan los ecos de una época enterrada: una reliquia de jet set menemista. Algo más incierto es el destino del jarrón. Se dijo que había sido una atención de Menem. Pero el otrora rey de la noche lo negó. “Fue regalo de una ex pareja. Lo odio, cuando tenga tiempo lo voy a hacer desaparecer”.
Foto: Sergio Goya.
Hoy Cóppola habló por radio Del Plata. “Estoy pasando este momento nada grato, hay que poner el pecho y dar la cara. Soy garante de una deuda que asumimos entre dos y tengo que pagar yo solo”, señaló. “Yo soy un garante responsable y solidario; si firmé, no me quejo. No cargo sobre los demás. Pero ayer levanté el teléfono y le dije a Claudia que si no llego, van sobre ellos”, advirtió.
Operación Cielorraso
En el verano de 1996, el juez federal Hernán Bernasconi inició una investigación federal por tráfico de drogas después de una denuncia de policías bonaerenses. Sergio Camaratta y su superior, Gustavo Prellezo, incriminaron a Cóppola como el capo de una banda dedicada al narcotráfico, apoyándose en un informante secreto. Un año después, los bonaerenses participaron del asesinato de José Luis Cabezas. En el juicio oral, no pudieron sostener las acusaciones y Camaratta terminó con una orden de detención por falso testimonio.
Bernasconi pinchó teléfonos y empezó a investigar al empresario de la noche. Designó al principal Daniel Diamante como agente encubierto, que hizo una lista de sospechosos famosos que incluía, además de Cóppola, al animador Marcelo Tinelli y al cantante Luis Miguel. El 30 de septiembre de 1996, once personas llegaron al departamento y tejieron un festejo ruidoso que se estiró una larga noche de 48 horas.
Bernasconi movió el expediente. El 3 de octubre detuvo a Héctor "Yayo" Cozza, Tomás Simonelli y Claudio Cóppola. Tres días después, al ex jugador Alberto "El Conejo" Tarantini, a quien le encontraron droga cuando estaba en la casa de su amiga Natalia Denegri. Dos días más tarde allanaron el departamento de la Avenida del Libertador: en el jarrón, dijeron, había medio kilo de cocaína. El viernes 10 de octubre, después de estar unas horas prófugo, Cóppola se entregó.
El anfitrión y siete invitados –entre quienes estaban Ricardo Darín, Sergio Gendler y Julieta La Valle- negaron que hubiera habido drogas esa noche. Denegri dijo, en cambio, que Coppóla era un anfitrión generoso y entre los platos a degustar ofrecía uno de polvo blanco. En esas fiestas “se escuchaba música, había sexo, se consumía cocaína y duraban uno o dos días”, declaró.
La causa judicial tenía condimentos que le dieron grandes picos de rating a la TV. Samantha Farjat, Denegri y La Valle, jóvenes con ansias de celebridad, acusaban a diestra y siniestra en programas de la farándula. La sociedad consumía con avidez las desventuras de Cóppola y los coletazos que protagonizaban los personajes secundarios, como si fuera la novela de la tarde. Se dijo que comercializaba drogas y mujeres, que había llevado a la muerte a menores por sobredosis.
El caso Cóppola y otras pesquisas conexas insumieron 18 jueces y miles y miles de pesos en despliegue judicial. Fue el paradigma de una justicia oscura, envuelta muchas veces en los casos de corrupción que debía investigar. Un tiempo después, dos de las testigos denunciaron ante Roberto Marquevich que Bernasconi las había obligado a incriminar a Cóppola y a plantarle la cocaína a Tarantini. La cantidad de drogas bajó de 500 gramos a 406, y terminó en 40.
La Cámara Federal porteña y dos jueces –Gabriel Cavallo y Carlos Liporaci- desacreditaron la investigación de Bernasconi. Después de 97 días preso, Liporaci dijo que no había evidencia suficiente para probar su culpabilidad y dejó en libertad a Cóppola. Bernasconi fue destituido luego de un juicio político.