Ese fue el pedido de John William Cooke a su mujer, Alicia Eguren, meses antes de morir en 1968. Su deseo se cumplió 46 años después: hoy las cenizas del escritor e intelectual peronista se esparcieron en el Río de la Plata.
John William Cooke murió en 1968 y desde entonces sus cenizas estuvieron custodiadas por militantes en distintas partes del país y Latinoamérica. Hasta hoy, que llegaron a la inmortalidad del Río de la Plata, por un pedido que el escritor e intelectual dejó en su testamento. “Vamos a cumplir con el deseo final de Cooke pero acá nadie entierra nada, sino que se despliegan las banderas para seguir agitándolas al futuro”, dijo Gabriel Mariotto, vicegobernador de la provincia de Buenos Aires. El acto fue en el Parque de la Memoria.
“Hay un deber ser en la figura de Cooke y no se puede hacer cualquier cosa en nombre del peronismo si tenemos figuras que han dejado su vida como él. Hoy más que nunca el nombre de Cooke está vigente, porque la dimensión histórica la pone en valor cotidiano para el país”, dijo Mariotto.
En los primeros tiempos de su exilio de más de 17 años, cuando temía que lo asesinaran, Perón nombró Cooke como sucesor del peronismo en caso de fallecimiento. Lo llamaban “El Bebe” por su juventud dentro del movimiento: a los 24 años tomó el cargo de diputado y el Congreso tuvo que hacer una sesión especial para aprobarlo, ya que la legislación no lo permitía. Perón accedía a discutir con Cooke lo que no le aceptaba a otros. Respetaba su inteligencia y sus aportes para enriquecer la pluralidad del peronismo.
La mujer de Cooke, Alicia Eguren, fue secuestrada y desaparecida en la ESMA por la última dictadura. En el testamento que Cooke le dejó, tres meses antes de morir, pedía que sus cenizas se dispersen “poéticamente”. También pedía que no hubiera nada de “exhibiciones religiosas ni personal religioso” donde estén sus restos -“ni cruces ni escapulario”-, y que sus órganos sean donados para quien los necesite o para la ciencia. La prohibición de lo eclesiástico “incluye a los sacerdotes que sean amigos personales”, escribió.
Pedro Catella Eguren, hijo de Alicia y del diplomático Pedro Catella, vino desde México con el cofre que contenía las cenizas. Cuando esta mañana las revisó, encontró que todavía estaba entre ellas el acta de cremación. Se emocionó: “No es esto una despedida sino la confirmación de su vigencia y la certeza de su inmortalidad. El movimiento peronista será revolucionario o no será nada”.
Un día peronista
El sol iluminó el palco que armaron en el Parque de la Memoria con la imagen de Cooke. “Es un día peronista”, estuvieron de acuerdo los que se acercaron: el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez; el poeta Alfredo Carlino;, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González; el secretario ejecutivo del Archivo Nacional de la Memoria y compañero de militancia de Cooke, Carlos Lafforgue; Liliana Mazure, Quito Aragón, Gabriela Alegre, Jorge Taiana, Pablo Ferreyra, Luis D’Elia, Ernesto Jauretche y Marcelo Duhalde, entre tantos.
Varias agrupaciones de militancia que se acercaron portaban banderas con la imagen de Cooke. Juan Monterola, de la agrupación John William Cooke de Moreno, contó a Infojus Noticias que en su organización creen que la figura de Cooke “ayuda a problematizar la militancia y acción” política entre los jóvenes: “Pensamos que que fue una mezcla de dirigente y cuadro político que también produjo teoría y problematizó el desarrollo político del que formaba parte. Por eso es imprescindible para los días de hoy”.
Entre las banderas de agrupaciones peronistas estuvo Miriam Morbelli: abogada, mediadora y militante de la agrupación Sudamericana John William Cooke-Rodolfo Walsh. “Cooke es una figura con la que nos informamos permanentemente y nos identificamos con su ideología. Su compromiso es una inspiración. Con él tratamos de concientizar a los más jóvenes que se acercan a la agrupación”, dijo Morbelli a Infojus Noticias.
Después de la caída de Perón y la llegada de la autodenominada Revolución Libertadora, en 1955, Cooke organizó el Comando Nacional de la Resistencia. Fue detenido y trasladado por diferentes cárceles del país hasta 1957, año en que se fugó de la penitenciaría de Río Gallegos y llegó a Chile.
Entre los cientos de nombres del muro del Parque de la Memoria está estampado el de Alicia, que fue secuestrada y desparecida por una patota de la ESMA el 26 de enero del 77. Fue poeta, activista y fundadora de la ARP (Acción Revolucionaria Peronista). Lo acompañó a Cooke incansablemente y en el 55 se puso a su disposición para organizar la Resistencia.
“Que las cenizas no se conserven ni se depositen: dispérsalas poéticamente al viento, tíralas al mar (transo con que las tires al Río de la Plata; lo mismo da cualquier otro río y aún una laguna). Yo viviré, como recuerdo, durante el tiempo que me tengan en su memoria las personas que de veras me han querido; y en la medida que he dedicado mi vida a los ideales revolucionarios de la libertad humana, me perpetuaré en la obra de los que continúen esa militancia”, escribió Cooke a Eguren. Hoy la historia le dio el gusto.