Hace catorce años un policía bonaerense mató a uno de sus tres hijos: Mariano, de 23 años. Raquel no buscó justicia sólo para su hijo. Se unió a Ana María Liotto, la madre del otro fusilado, y peleó para que las muertes no quedaran impunes. Hoy, a pesar que el único condenado está libre, pelea para que la historia de su hijo no vuelva a repetirse.
A Raquel Witis le cuesta ser protagonista. Pero cada septiembre inevitablemente la atención está sobre ella. Hace catorce años un policía bonaerense mató a uno de sus tres hijos: Mariano, de 23 años. Fue la mañana de la primavera del comienzo de siglo, en una toma de rehenes. Otro joven, Darío Riquelme de 16, lo había agarrado como escudo tras escapar de un robo. El cabo Rubén Emir Champonois los fusiló a los dos. El hiato que separa a víctima y victimario se hizo invisible para las balas de la policía.
Desde el 21 de septiembre de 2001 la mujer de pelo corto y ojos enmarcados en lentes se convirtió en un símbolo de las víctimas de la violencia institucional. Raquel no buscó Justicia sólo para su hijo. Se unió a Ana María Liotto, la madre del otro fusilado, y peleó para que las muertes no quedaran impunes.
Esa mañana Raquel había salido cerca del hipódromo de San Isidro. La acompañaba Mariano. Se separaron y el chico se puso a hablar con una ex compañera de la escuela, Julieta Schapiro, que estaba a bordo de su Volkswagen Gol. AHÍ aparecieron Darío Riquelme y un cómplice, lo subieron a Mariano al auto y se metieron ellos. Obligaron a la chica a manejar hasta un banco Itaú en Béccar, donde robaron un botín de 5.400 pesos y escaparon. A pocas cuadras, un vehículo del Comando de Patrullas de San Fernando les cerró el paso. Uno de los ladrones se esfumó. Riquelme tiró el arma oxidada que no servía para disparar y se iba a rendir. Pero el cabo Rubén Emir Champonois y otros bonaerenses abrieron fuego contra el auto. Julieta se refugió contra el volante y salió ilesa. Darío y Mariano recibieron varios tiros. El primero tenía algunas entradas en la comisaría, era un talentoso jugador de fútbol. El segundo era el hijo de Raquel. La versión policial presentó el caso como una persecución entre policías y delincuentes. Dos años más tarde quedó demostrado en el juicio que no había existido tal enfrentamiento. También se supo que Darío quería rendirse.
El caso es el ejemplo de la doble vara judicial. En 2003 los jueces del Tribunal Criminal 3 de San Isidro tuvieron opiniones diferentes para ambas muertes. En el juicio se demostró la culpabilidad del policía, pero sólo lo condenaron por el homicidio de Mariano, y consideraron el de Darío en legítima defensa. Querella y fiscalía apelaron. Cuatro años después, la Cámara de Casación revirtió el fallo y mandó a otro Tribunal a fijar otra pena que dijo que eran 12 años. Más tarde Casación dijo que eran 15.
Mariano era profesor de piano, estudiante del Conservatorio y fundador del Coro de Jóvenes de San Isidro. Por eso, para Raquel la música es fundamental. “Nos permite recuperar la alegría. Son muchos años sin Mariano pero lo recuperamos cada día en la música” dice.
Como cada 21 de septiembre lo recordarán a Mariano con arte. Cantará un compañero suyo del coro y Fernando, el otro hijo de Raquel. Será en la plaza y el anfiteatro Mariano Witis, en el cruce de las calles Córdoba y Necochea en Martínez. “Lo homenajeamos a Mariano con música porque saca lo mejor de cada uno. La música acuna nuestro dolor”, cuenta la mujer.
Durante estos 14 años Raquel estuvo con el pin con la foto de Mariano en el pecho en todos los juicios de violencia institucional que pudo estar. Cree que la muerte de su hijo le propuso un desafío. “Si uno quiere modificar las condiciones que hicieron que Mariano hoy no esté, algo hay que hacer y por eso lo hacemos”, dice. Por eso siempre está en la entrada de Tribunales o sentada entre el público: acompañando a la mamá de Alan Tapia, a la familia de Gastón Duffau o con Sandra Cabo, una víctima de violencia de género. Está ahí: silenciosa, observadora, presente. Tampoco falta a ningún encuentro donde se debate la temática. Cuando le toca hablar, reflexionar más allá del caso de Mariano, lo hace y sus palabras son claras y contundentes. “La Justicia tiene que ser un servicio. Pero no es accesible. Es para una elite formada. Por eso decimos que hay que democratizar la Justicia”, dice.
Su acompañamiento a las familias y a otras víctimas no es esporádico. Forma parte de su trabajo cotidiano. El último mes estuvo yendo hasta un módulo del penal de Ezeiza a capacitar al personal del Servicio Penitenciario Federal en derechos humanos, violencia de género y diversidad. No es usual: una mujer cuyo hijo fue víctima de las fuerzas de seguridad trabajando con personal que custodia un pabellón de la comunidad trans.
La causa en una jaula
En abril de este año Raquel y Jorge Witis recibieron una buena noticia. Les avisaron que la Corte Suprema de Justicia, después de una década, se había expedido por el caso de su hijo. La etapa judicial está cerrada: el máximo tribunal había rechazado el recurso de queja de la defensa de Rubén Emir Champonois, el policía bonaerense. Así, la pena de quince años de prisión por ejecutar a Mariano y a Darío que había dispuesto la Cámara de Casación quedaba firme.
A partir de este momento, Raquel y su abogada comenzaron a visitar seguido los Tribunales Orales de San Isidro para conocer el estado del detenido. Cada vez que iba pedía el expediente y no se lo daban. “La causa no está”; “No llegó de la Corte”, “Está archivada porque es cosa juzgada”; “No está el cómputo de la pena”, eran algunas de las excusas. La semana pasada Raquel insistió y fue otra vez. Sacaron el legajo de una jaula del archivo.
-Champonois tiene una medida de contralor-le contestó un secretario
-Eso no existe-le replicaron Raquel y su abogado en coro
- Va al Patronato de Liberados
En otras palabras: el policía condenado a 15 años por los fusilamientos de Mariano y Darío está libre, con prisión condicional. El funcionario judicial no se animó a decirles que estaba en libertad desde junio de este año. “Nosotros no estamos en contra de esta decisión, si está vara es para todos igual. Pero se hizo a escondidas, a espaldas nuestras. El Código Procesal de la provincia dice que tienen que avisarnos”, dice Raquel, que en estos 14 años se volvió una experta en terminología judicial.
La decisión judicial lleva la firma del juez Osvaldo Rossi, de los Tribunales Orales de San Isidro. “Le dieron 7 años de condicional con una pena de 15 años y por un delito gravísimo como es el fusilamiento de dos jóvenes”, explica la mamá de Mariano.
“Sancionar las violaciones a los derechos para reafirmar la vida y que no haya repetición”, dice Raquel. Cerca de su casa un mural recuerda a Mariano “quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida”. Eso es lo que hace Raquel: cuidar la vida.