Infojus Noticias

A Rodrigo Alustiza la grúa le llevó el auto hace aproximadamente un año. Lo había dejado estacionado frente a su casa, sobre la calle Pacheco de Melo al 2900, en Barrio Norte, sobre la mano derecha y en un sitio no señalado como prohibido. “Primero, al ver que no está su vehículo, uno piensa lo peor: me lo robaron”, dice Alustiza a Infojus Noticias. “Pero cuando comprobás que te lo acarrearon mal, te da bronca y sobre todo, impotencia. Porque uno va ante la empresa  que retiró el vehículo y no hay ninguna respuesta. Es ‘pague y después reclame’.”

Alustiza es abogado y por eso comenzó una seguidilla de trámites administrativos y judiciales para que le fuera devuelto el auto, así como el dinero que había pagado por el acarreo. Por otro lado, presentó en la justicia una acción de amparo para que el Gobierno de la Ciudad realizara un estudio de impacto ambiental y se ocupara de señalizar en forma correcta los lugares donde está prohibido el estacionamiento.

Últimamente los argentinos han podido ver esta misma situación en la pantalla grande: el personaje representado por Ricardo Darín en “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón, retrata de manera fidedigna lo que puede sentir un ciudadano cuando es víctima de una injusticia –aunque no sea grave- cuya reversión le cuesta tiempo, dinero y paciencia.

“Cuando fui al control de faltas del Gobierno de la Ciudad, me dijeron que en esa calle estaba prohibido estacionar, que se habían fijado en la biblioteca; no me aclararon qué biblioteca ni qué ordenanza era  la que prohibía el estacionamiento ahí”. Alustiza realizó la apelación y llevó el caso al Juzgado Contravencional y de Faltas de la Ciudad. Allí le dieron la razón: la información remitida por el mismo Gobierno de la Ciudad decía que estaba permitido el estacionamiento.

“Con lo cual, quedó claro que estaba mintiendo un funcionario público. Más allá de señalar que la atención que recibimos cuando vamos a reclamar, por parte de los controladores, es de-ni-gran-te. Por el tiempo de espera y por la forma y trato que recibimos. Siempre te atienden como culpable: ‘a vos te conviene pagar porque si no, puede ser peor y más severo’”, relató Alustiza. Finalmente, fue sobreseído en la acusación de mal estacionamiento y el dinero del acarreo del auto le fue devuelto.

El otro expediente, llevado por el Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N°13, también tuvo un fallo favorable, el 11 de agosto pasado. Alustiza se sorprendió de que el juez Guillermo Scheibler se tomara el trabajo de caminar junto a él por las calles del barrio, constatando la confusa o inexistente señalización que prohíbe estacionar en algunos sitios. Dice Alustiza: “Ese fallo tiene algunas cuestiones muy positivas: por primera vez se lo intima al gobierno porteño a que complete la cartelería que está bajo su órbita, en ese barrio, y no la tercerice, ya que las empresas tercerizadas que hacen los acarreos y sacan las fotomultas no lo hacen ni les conviene por cuestiones obvias: recaudar más”.

Las grúas siguen patrullando la ciudad, a pesar de que, el contrato de las dos empresas que se reparten el negocio del acarreo de los autos está vencido desde el año 2001. STO –Dakota S.A. y B.R.D pagan un canon fijo, pero el Gobierno de la Ciudad les transfiere sumas millonarias. En 2013 recibieron casi 50 millones de pesos.

El negocio es redondo. Mientras tanto, el estacionamiento medido se expande como una sombra por toda la ciudad. En 2015 llegará al 45% de las calles: se agregarán 140 mil lugares a los ya existentes, algunos en barrios como Villa Urquiza, Caballito o Floresta.

Alustiza se pregunta cuántos casos como el suyo habrá, de vecinos que, por desconocimiento o por falta de tiempo, no realizan el reclamo ante una infracción reclamada indebidamente.  “Yo creo que los hechos que suceden día a día en esta ciudad superan a los de la película (“Relatos Salvajes”) –reflexiona-. Entiendo que no ha existido nadie que haya llegado a ese nivel de agresión ni nada. Pero creo que sí se está dando el caldo de cultivo para que ello ocurra.”