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18-5-2014|11:20|Archivo Nacionales
Rescatamos del archivo los procesos que le abrieron

Scalabrini Ortiz: un “desacatado” que cargó con varios juicios en contra

El escritor e intelectual argentina, uno de los fundadores de FORJA, fue un gran polemista. Eso le valió cargas con muchos procesos judiciales en contra. Tuvo dos juicios por desacato. Y otros dos más por calumnias e injurias. Historia de un pensador sin pelos en la lengua.

Por: Vanina Escales

Aunque a primera vista no es evidente, en la avenida Scalabrini Ortiz se disputaron los símbolos de la historia nacional. Su nombre anterior rendía homenaje al secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, George Canning. Fue en la tercera presidencia de Juan Domingo Perón cuando el nombre de Scalabrini Ortiz sacó la influencia inglesa del nominalismo de una avenida importante. Pero como la disputa fue por el sentido, la dictadura volvió a Canning, acompañando su historia entreguista. Hubo que esperar a que Raúl Alfonsín pusiera las cosas en su lugar y los pensadores nacionales volvieran a ser bienvenidos.

Raúl Scalabrini Ortiz vivió muy poco, 61 años. Su método de análisis fue el empirismo o, mejor dicho, el conocimiento a través de la experiencia sensible, probable resabio del ingeniero agrimensor que también fue. El hombre que está solo y espera fue escrito durante la dictadura de Uriburu y lamentaba allí la idiosincrasia del “no te metás”: “No te metás es un asunto que no es tuyo y es privilegio del estado. No te metás a apagar ese principio de incendio. No te metás a delatar ese contrabando. No te metás a cuidar de la vida de los bañistas que se adentran en el río. No te metás en las cosas que el Estado debe cuidar. No te metás en las pertenencias en que señorea la Nación; en el resguardo de las personas y los bienes, en el mantenimiento del orden y de la moral, en la seguridad externa y en la policía interna”. Él hizo siempre lo contrario: meterse convencido de que el destino de la Nación dependía de muchos metidos como él.

Primer juicio por desacato: Señales

La carátula es “Martínez del Castillo, Enrique, Jauretche, Arturo y Scalabrini Ortiz, Raúl s/infracción al artículo 244 del Código Penal”. Se trataba de un juicio por desacato por los artículos de Scalabrini en el diario Señales. Eran los rudimentos de Política británica en el Río de la Plata y de Historia de los ferrocarriles argentinos. Sir William Leguizamón citó a Del Castillo en la Dirección General de Ferrocarriles Ingleses; lo esperó con Clodomiro Zavalía. Le propusieron financiar el periódico a cambio de que no continuara publicando las investigaciones de Scalabrini Ortiz. La oferta fue rechazada y Señales siguió denunciando.

Scalabrini venía de escribir el excelente libro de cuentos La Manga y El hombre que está solo y espera. “El viejo –dice Matilde Scalabrini Ortiz–, salvo cuando escribió para La Nación y era un niño mimado de la literatura, en cuanto empezó a dedicarse a los problemas del país el sistema cultural lo puso muy en jaque. O por silencio, o por no publicarle las cosas, fue muy fuerte… El sistema se defiende con uñas y dientes. Y él no tenía pelos en la lengua”.

El artículo de Olegario Andrade “La oligarquía porteña contra el pueblo argentino”, rescatado por José Gabriel, que apareció en el N° 34 fue la excusa para el juicio. Molestó sobre todo el subtítulo: “El 1935 como en 1820, la historia argentina, bajo distintas etiquetas revela esa sola lucha: Buenos Aires, heredera de la Casa de Contratación y puerto de la entrega”. Señales fue la única publicación que número a número denunció el proceso de trasferencias de recursos al extranjero y que dio herramientas para la formación de la izquierda nacional.

Segundo juicio por desacato: Reconquista

La Segunda Guerra Mundial exasperó a todos los habitantes del país. Scalabrini Ortiz comenzó a dirigir un periódico que duró 41 números, Reconquista. Nació por el estallido de la guerra y “de esa angustia” ante la necesidad de “responsabilidad intelectual”. Escribió “Es ridículo hablar de morir por la democracia en Europa, cuando no se sabe hacerlo por la democracia en la Argentina”. Recordemos que el presidente Roberto Ortiz había ganado las elecciones con fraude, como su antecesor Agustín Pedro Justo.

Reconquistaera el órgano extraoficial de FORJA, el grupo salió una noche a pegar afiches en la ciudad donde alertaban: “300.000 argentinos (diez clases de 'nativos') morirán si el país no defiende su neutralidad amenazada. Morirán en la lucha entre los imperialismos anglo francés, norteamericano y germano-ítalo-japonés, en la disputa por el reparto del mundo colonial. Morirán como los senegaleses en la pasada guerra, para abrir paso a los vencedores blancos. Morirán engañados por las grandes palabras de las campañas periodísticas, por la visita de los 'lores' y mariscales ingleses. Luche por el mantenimiento de la neutralidad. Hoy es tiempo de defenderse. Mañana quizá sea tarde”.

El país se debatía qué hacer. Nadie desconocía el fascismo de los países del Eje y había nacionalistas católicos apoyando la ruptura de relaciones con Inglaterra (Ignacio B. Anzoátegui es ilustrativo: “Cuando a mí me preguntan ¿usted es nazi?, yo contesto invariablemente, sí, soy nazi en el peor sentido de la palabra”). De la vereda opuesta los intelectuales liberales demandaban la declaración de guerra a Alemania para defender a las democracias amenazadas. En el medio se mantuvo FORJA, aunque con tensiones. La independencia a ultranza les valió la acusación de pro-Eje en más de una ocasión, desconociendo que la embajada alemana quiso financiar Reconquista y prefirieron que dejara de salir a usar ese dinero.

En una conferencia en La Plata el 14 de mayo de 1940, Scalabrini Ortiz dijo antes de la ovación de los estudiantes universitarios: “Nos os dejéis arrastrar a la catástrofe. Si os empujan, sublevaos. Muramos por la libertad de la patria, como héroes y no como los negros zulúes en la pasada guerra, al servicio de los patrones extranjeros”. Era un llamado a la desobediencia civil en caso de que Argentina saliera de su neutralidad, como todo indicaba que ocurriría.

Esa conferencia le valió el inicio de un juicio penal por desacato iniciada por el presidente Ortiz. El hecho lo cuenta Norberto Galasso en su Vida de Scalabrini Ortiz. El fiscal pidió un año de prisión porque consideró que el lugar donde se pronunció la conferencia, la Universidad, agravaba el hecho (por lo de influir negativamente en la juventud). Raúl presentó un escrito donde respaldaba todo lo dicho en la conferencia. El artículo 244 del Código Penal definía el desacato como ofensa al honor o al decoro de un funcionario público en el ejercicio de sus funciones. Si el ofendido era el presidente, gobernadores o ministros, se agravaba.

Los juicios no prosperaron pero la postura de Scalabrini le valió también problemas dentro de FORJA. No estaba afiliado formalmente al radicalismo, y Dellepiane consiguió correrlo de la dirección de Reconquista. Además, era difícil seguir sosteniendo la neutralidad en la Guerra incluso en 1940.

Dos juicios más por calumnias e injurias

La segunda época de la revista Qué pasó en siete días contó con columnas escritas por Jauretche y Scalabrini Ortiz. La revista tenía voluntad de intervención política y era la que sostenía ideológicamente el proyecto desarrollista de Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi. La preocupación de Scalabrini ahora se extiende a la política petrolera, de la que terminará decepcionado. Dice Matilde: “Papá hablaba de las cosas fundamentales del país. Y las investigaba largamente, durante años. No había modo de refutarlo”.

En diciembre de 1957 firmó un artículo que terminaba diciendo: “El doctor Aielo, cumplida su misión de argentino, no volvió a ocuparse de ferrocarriles. Ha muerto hace pocos días. Con voluntad evidentemente deliberada, los diarios no le dedicaron ni una pequeña noticia necrológica. Era un hombre que había cometido el crimen de servir a su patria contrariando la voluntad del dominador extranjero. En cambio, el ingeniero Dante Ardigó que luchó, ardorosamente también, en contra de la nacionalización y a favor de las empresas extranjeras, es el actual presidente de los ferrocarriles que todavía son argentinos. Este agudo y doloroso contraste es el mejor símbolo de lo que está ocurriendo en el país”. Ardigó le inició juicio por calumnias e injurias.

Al poco tiempo se sumó la causa contra él de Silvano Santander, la N° 21.731, de agosto de 1958. Santander había investigado en los archivos del Tercer Reich las supuestas conexiones entre el peronismo y el nazismo. Scalabrini, según la denuncia de Santander, lo “ha injuriado de la forma más atroz” en Qué. El querellado opone la excepción de la “falta de acción” pero la Cámara en lo Penal y Correccional lo rechaza. El juicio debe seguir. Cuando la Cámara comunicó esto a las partes, Scalabrini Ortiz ya había fallecido.

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