Su madre fue asesinada en 2005 por su pareja. Al hombre lo condenaron a ocho años y en 2013 quedó en libertad. El análisis de la cobertura del caso de su mamá la llevó a dirigir el documental “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”, en preproducción. “Como hija de una víctima de femicidio, he decidido hacer público mi caso”, dice. Acá lo hace en primera persona.
Soy Mara Ávila, una comunicadora de la UBA que decidió hacer un documental sobre el femicidio de mi madre, María Elena Gómez (Miss Mariela), una profesora de inglés apuñalada por su pareja, Ernesto Jorge Narcisi.
El 19 de julio de 2005, cerca de la medianoche, recibí una primera llamada de una de las personas que trabajaba en el garaje donde mi madre guardaba su auto. Esa persona estaba viendo una noticia por televisión y le parecía que el auto que estaban mostrando era el de mi mamá. Luego recibí una llamada de Prefectura, y allí comenzó el mayor infierno de mi vida. Es difícil borrar las marcas de subjetividad al escribir sobre este episodio. Afortunadamente, nunca vi las imágenes difundidas por televisión.
El femicida fue encontrado sobre el cuerpo de mi madre. Luego de haber sido hospitalizado debido a unas heridas que, aparentemente, él mismo se había inferido con su navaja, lo encarcelaron. El 23 de mayo de 2007 fue el juicio penal del que fui querellante. La sentencia fue de nueve años para el femicida. Luego de una apelación de la defensa, la pena fue disminuida al mínimo para un “homicidio simple”: ocho años. El 18 de julio de 2013, Narcisi fue puesto en libertad.
En diciembre de 2012, se promulgó la ley 26.791 que modificó el artículo 80 del Código Penal. A partir de ello, el femicidio fue incorporado como una agravante del homicidio, no como una figura penal autónoma. Si en 2005 la legislación hubiera sido la que hoy está vigente, muy posiblemente se hubiera dado una mayor condena al femicida de mi madre.
Las que no pueden hablar
En marzo de 2014, decidí hacer una tesina audiovisual para la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. En un primer momento, imaginé un cortometraje donde abordaría la cuestión del tratamiento mediático que recibió la noticia sobre el femicidio de mi madre. Fui a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y me encontré con los diarios del 20 de julio de 2005, entre los cuales me impactó y afectó bastante Crónica, que incluyó –tanto en una portada como en una nota de seguimiento del caso– una imagen del cadáver de mi madre.
Escribí una ponencia titulada “El femicidio de María Elena Gómez: mi derecho a réplica como hija de la víctima”, para aclarar que mi madre no había sido víctima de ningún “drama pasional”, sino que había sido víctima de un “femicidio”, concepto con el que la sociedad está bastante familiarizada en la actualidad. El hombre –en este caso, Narcisi– mata a la que considera “su” mujer, y esto ocurre generalmente cuando la mujer –mi madre, en este caso– decide terminar la relación. Suele hablarse de femicidio íntimo, porque es en general la pareja –o alguien del círculo íntimo de la víctima– quien comete este arrebato de la vida de la mujer.
Presenté la ponencia en unas jornadas sobre género y comunicación en el Centro Cultural de la Cooperación en septiembre de 2014, donde conocí a Carolina Reynoso, directora del documental “Yo aborto, tú abortas, todxs callamos”. Pronto decidimos trabajar juntas en el film “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”, del cual seré directora, guionista y protagonista: el INCAA nos ha otorgado un subsidio para “desarrollo de guión” y confiamos en que pronto nos volverá a apoyar.
Hemos tenido dos jornadas de grabación: un registro de la movilización “Ni una menos” el 3 de junio en el Congreso de Buenos Aires, y otro registro en el reciente Congreso Latinoamericano de Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Allí presenté un análisis de medios en diacronía respecto del caso de mi madre y del de la joven Agustina Salinas, apuñalada también en Puerto Madero por su pareja en abril de este año. La conclusión de este análisis da cuenta de que se han abandonado los sintagmas “drama pasional” o “crimen pasional” en el transcurso de diez años, pero en algunos medios de comunicación persiste un tratamiento amarillista y folletinesco de los casos, donde el “misterio”, el “drama” y la “sangre” están a la orden del día.
Como hija de una víctima de femicidio, he decidido hacer público mi caso, y trabajar en un film que visibilice la problemática. Porque necesitamos mayor protección del Estado hacia las víctimas y erradicar las prácticas y discursos sociales que continúan revictimizándolas aún muertas. Como mi madre, ellas ya no pueden hablar; pero las que están aquí nos necesitan.
(Nota publicada el 09/09/2015)
MA/MFA/RA