El imputado Carlos Telleldín declaró en la séptima audiencia del juicio por el encubrimiento del atentado a la AMIA. Aseguró que no supo “hasta muchos años más tarde de dónde salieron” los 400 mil dólares que le pagó el ex juez Juan José Galeano para que inculpe falsamente en la explosión a cuatro policías. También dijo que el fiscal Alberto Nisman le ofreció a un abogado suyo que mantuviera la "historia oficial" a cambio de no acusarlo.
En cinco horas de declaración indagatoria, interrumpida por dos cuartos intermedios, el imputado Carlos Telleldín dejó claro quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos. Fue durante la séptima audiencia del juicio por el encubrimiento del atentado a la AMIA. Además de defenderse del cargo de peculado —haber aceptado el famoso pago de 400 mil dólares provenientes de fondos públicos— por el que llegó al juicio, se las ingenió para hundir o dejar sobre la línea de flotación a otros compañeros de banquillo, y hasta revelar algunos detalles graves contra el ex juez Gabriel Cavallo. Telleldín no aceptó preguntas del resto de las defensas de los imputados, ni de la querella de AMIA-DAIA.
En la introducción torrencial, Telleldín se explayó sobre los hitos que lo llevaron a estar once años preso por la causa criminal más compleja de la historia judicial argentina: la venta de la camioneta Trafic con la que se habría volado la sede de la mutual judía, el 18 de julio de 1994. “Yo vendí tres Trafic, dos fueron encontradas junto con sus dueños. La tercera nunca la encontraron. Yo se la vendí a un hombre de nombre Ramón Martínez, que es lo que declaré las seis veces anteriores a la del 5 de julio, después del pago”.
Telleldín dijo varias veces que no supo hasta el juicio oral de 2001 de dónde había salido el dinero. “Yo no supe hasta muchos años más tarde de dónde salió. Yo pensaba, en el primer momento, que era plata del Banco Mayo o del Mossad, porque incluso se habían puesto nombres como David, nombres judíos”. El pago se hizo en dos cuotas, y lo cobró su mujer de entonces —e imputada en este juicio— Ana Boragni. La estrategia de Telleldín es clara: si logra probar que no sabía que el dinero provenía de fondos reservados de la SIDE, no hay delito de peculado.
Durante todo su testimonio, Telledín cargó contra el ex juez de la causa, Juan José Galeano. “A mí me imputó como cómplice del atentado, pero me procesa en la causa en 1998 como cómplice de (Juan José) Ribelli. Así hacía con todos los testigos: los indagaba, los imputaba por el atentado y después los dejaba con falta de mérito eternamente”, explicó. Y agregó: “En el país de Galeano, todo es posible”.
Telledín también relató que el ex espía Antonio "Jaime" Stiuso "torturó” a un testigo en una quinta del ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy. En un tramo de su indagatoria, Telleldín contó cómo presionaron a sus allegados para involucrarlo en el expediente. Y aludió a Cesar Fernández, un amigo suyo que supuestamente le proveía vehículos robados. "Un tal Jaime lo torturó tres días para que declare en mi contra. Tres días en una quinta del doctor Anzorreguy. No lo podían acusar porque no sabían quién era. Ahora sabemos", dijo.
Las visitas a la cárcel de Riva Aramayo
De los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, dijo que “estaban al tanto de todo. Actuaban juntos con Galeano”. Y contó, por ejemplo, que Mullen le ofreció 100 mil pesos al mecánico Claudio Cotoras para que entraran a su casa a robar su agenda.
Otro de los puntos sobre los que fue interrogado por casi todas las querellas, fueron las reuniones previas a su declaración armada del 5 de julio de 1996 —luego de recibir la primera mitad del dinero— con la camarista federal porteña Luisa Riva Aramayo, y el agente de Inteligencia con pasado como torturador en La Perla, Héctor Vergés. En esas visitas, que Telleldín recibía en la cárcel o para las que era trasladado al despacho del propio Galeano, empezó a fraguarse su testimonio. “Riva Aramayo vino a verme a Devoto y me llevó un croquis donde estaban marcados con números o apodos los policías que debía marcar. Me dijo que venía de parte de Carlos Corach, y que si no lo hacía me iba a comer una perpetua”. Luego todo aquello, dijo, se perfeccionó en el juzgado federal 9 de Galeano, donde le marcó en álbumes fotográficos los policías que debía señalar.
Las visitas de la camarista, y una reunión con Rubén Beraja y otros dos abogados de la DAIA, en la que le dijo “que hiciera lo que tenía que hacer así me iba a mi casa”, decidieron a Telleldín a aceptar el pago, aseguró en su testimonio de hoy. "Haga lo que tenga que hacer y vaya a su casa", le dijo Beraja. En esa reunión se mencionó a Memoria Activa, organización a la cual las autoridades de la comunidad judía mantenían "aislada de las negociaciones que se llevaban a cabo", contó Telleldín.
Vergés conocía al padre de Telledín porque juntos habían cometido violaciones a los derechos humanos en Córdoba. Luego de una serie de visitas, le ofreció un millón de pesos para que inculpara unos detenidos libaneses: uno de ellos tenía un gran parecido físico con el comprador de la Trafic.
Sobre el cobro del dinero, aseguró no haberse arrepentido nunca. “El pago fue la única manera de probar las maniobras de corrupción del juez. Si el pago no hubiera existido, hoy los policías y yo tendríamos una prisión perpetua”. Les pidió un tímido perdón, y dijo que la plata se gastó en “seguridad de su familia”.
Una declaración redactada
En su relato, que abundó en repeticiones ante preguntas de las partes que a veces machaban sobre los mismos temas, Telleldín dejó caer algunos datos novedosos. El más impactante fue la revelación de las circunstancias en las que declaró ante el entonces juez Gabriel Cavallo, en la causa en la que en 1997 había denunciado a Galeano y a su secretario Javier De Gamas por amenazas en la vía pública para que no difundiera el contenido del video. Cavallo, que era amigo íntimo de Galeano, se excusó por amistad con uno de los imputados pero con groseros errores de forma: lo hizo un mes más tarde y no especificó quién era su amigo. La jueza Servini de Cubría rechazó su excusación y siguió investigando.
Hoy, Telleldín contó por primera vez que cuando lo llamaron a declarar —el fiscal de aquella causa era Carlos Stornelli— fue al despacho de Cavallo, y le hicieron poner una firma en una declaración que ya estaba escrita. Eso no es todo. Junto con Cavallo, estaban “Galeano, el secretario De Gamas, y otro hombre que no conozco”, contó Telledín.
—¿Qué le dijeron?—le preguntó Luciano Hazan, subsecretario de Política Criminal y quien encabeza la querella del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
—Nada.
Si su relato es cierto, Telleldín firmó una declaración redactada con los acusados presentes. Una fuente judicial, durante el cuarto intermedio, lo calificó como “gravísimo”. Finalmente, el 12 de septiembre de 1997, Cavallo sobreseyó a Galeano y al secretario De Gamas por “inexistencia de delito”.
“El pago estaba clarísimo”
Cuando hablaba de las presiones que recibió de distintos sectores, Telleldín también encontró el momento para acordarse del fallecido fiscal Alberto Nisman: “Él le ofreció a uno de mis abogados, Luis Sasso, durante un cuarto intermedio del juicio oral, que yo mantuviera la versión oficial y a cambio el ministerio público no me iba a acusar. Yo me negué, y quité a Sasso de entre mis abogados para convocarlo como testigo y cuente todo”, narró el imputado. Sasso, ex secretario judicial y actual vicepresidente de Huracán, sería pedido por la defensa de Telleldín para que asista como testigo.
Cuando tuvo que hablar sobre los policías, Telleldín no dudó en apartarlos del traspaso de la camioneta. “Hubo un mix. Cerró con que la camioneta se la había llevado la Bonaerense el 10 de julio (de 1994), eso es totalmente armado. Pero los aprietes que me hicieron en la Brigadas de Lanús y de San Isidro los días anteriores, son ciertos”.
En una de las pausas, el ex jefe de todos los policías bonaerenses sentados en el banquillo, Juan José Ribelli, salió de la sala con un elegante sobretodo marrón, hablando por teléfono.
—¿Qué le está pareciendo la declaración de Telledín?- preguntó Infojus Noticias.
—Normal.
—¿Es lo que esperaba?
—Sí. El pago ya estaba clarísimo.
LB/RA