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El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 escuchará, durante la jornada de hoy, nuevos testimonios en el marco del juicio oral y público por la tragedia ferroviaria de Once. Ocurrida el 22 de febrero de 2012, cuando la formación conocida como "chapa 16" se estrelló en el andén N° 2 de la estación terminal, la tragedia terminó con la vida de 52 personas y dejó heridas a 789.  En la causa hay 29 imputados, entre ellos los ex secretarios de Transporte, Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi. 

Esta mañana al cumplirse 29 meses de la tragedia, familiares y amigos de las víctimas, hicieron un acto en la estación de Once para recordarlos. A  las 8:32, hora exacta en la que se produjo el impacto, sonaron las sirenas.

Para hoy está previsto que sigan declarando testigos solicitados por la defensa de los imputados. El tribunal decidió a fines de la semana pasada que el debate, que comenzó el 17 de marzo, continúe durante la feria.

Desde su inicio, el debate puede dividirse en tres grandes ejes: el primero cuando declararon -o se abstuvieron de hacerlo y se leyeron sus declaraciones iniciales- los imputados, el segundo cuando comenzaron a relatar lo que habían vivido ese día los sobrevivientes del impacto y la tercera etapa, que se inició con los testimonios de médicos, bomberos y policías que participaron del rescate.

Entre estos últimos testimonios estuvo el del director médico del SAME, Alberto Crescenti, quien afirmó que la primera escena que vio dentro de uno de los vagones fue como un "gran scrum de rugby".

Había “víctimas desparramadas sobre la derecha del andén”, agregó e hizo un silencio. “Yo lo lamento mucho por los familiares”, aclaró y continuó “había muertos, veíamos brazos, cuerpos, sangre. Había gente fallecida mirando con los ojos abiertos a los que estaban vivos. Fue una escena muy dura para nosotros”.

Crescenti recordó el diálogo con un comisario que le pidió que mandara a buscar “vaselina a los hospitales de la ciudad, para poder `desenganchar’ a la gente”.

“Yo he estado en el atentado de la embajada, pero lo que ví en ese vagón fue muy fuerte”, dijo Crescenti. “De la última puerta hacia el fondo estaban todos comprimidos. Sabíamos que había muertos y que por ellos no se podía hacer nada”, agregó.