Lo dijo la sobreviviente Graciela Del Valle Reyna; la primera en declarar en la audiencia de hoy por la tragedia ferroviaria que dejó 52 personas fallecidas y 789 heridas.
El juicio oral y público por la tragedia ferroviaria de Once, que el 22 de febrero de 2012 mató a 52 personas y dejó heridas a 789, atraviesa su etapa más áspera. Los testimonios de los sobrevivientes dan cuenta del horror que se desató esa mañana, minutos después de las 8:30. Hoy, en la audiencia número 16, está previsto que cuenten su experiencia ocho sobrevivientes. La causa tiene 29 imputados.
La primera testigo en declarar esta mañana, frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2, fue Graciela Del Valle Reyna, una mujer joven que tomó el tren de la línea Sarmiento para llegar a Once y buscar trabajo. Desde el accidente trata de no viajar ahí, en especial ahora que está embarazada y no quiere que “la tiren, ni la empujen”. Le quedó mucho miedo por lo que vivió. “Ya estábamos llegando a Once. Yo me quería bajar y de repente estaba encima de otra gente”, relató.
Sobre los minutos previos recordó que “las columnas –de la estación de Once- pasaban como muy rápido y de golpe volamos como 6 metros. Después cada uno ayudó al otro a pararse”, explicó la mujer que no recordó si viajó en el cuarto o quinto vagón.
Cuando salió del tren descubrió que había sido un choque contra el andén, desde el impacto y hasta ese momento, “pensaba que había sido una bomba, por la explosión que se escuchó”.
Una guerra
Esa misma mañana, Nora Silvia Barreto fue desde su casa en Merlo hasta la estación de Paso del Rey a tomar el tren. Lo hizo para “viajar un poco mejor” porque ahí había menos gente. Aunque sabía que en el tren se viaja “pésimo, con gente colgada” igual se subía todas las mañanas para ir a las casas donde limpiaba por hora, “porque era el medio más económico”.
Cuando el tren entró a Once ella iba hablando con su hija por celular. Sintió la misma explosión que Reyna y también voló. Aunque siempre tomaba el primer vagón, ese día se ubicó entre el segundo y el tercero. “Me quedó la cola estancada entre uno y otro vagón. Un hombre me agarró la mano y me ayudó a pararme”. Cuando se levantó vio que “había un muchacho estancado arriba pero yo no podía ayudarlo, estaba como perdida”.
Concreta en sus respuestas, con su relato dejó afuera preguntas y repreguntas de las partes. “Nunca estuve en una guerra pero vi películas del tema. Y ese día, cuando bajé y miré todo, sentí que eso era una guerra. Fue terrible, no me lo voy a olvidar jamás”, afirmó.
El tercer testigo en declarar fue Eduardo Galeano, un usuario habitual del ferrocarril desde 5 años antes del accidente. Ese día no vio qué pasó, “porque estaba entre mucha gente” pero “sintió el impactó” y se dio contra la puerta del motorman. Ahí se rompió su brazo derecho. “Él – por el motorman Marcos Córdoba- estaba parado del lado derecho de la cabina”, recordó. “Abrió la puerta un oficial y lo sacó enseguida. Antes había habido un joven que lo había querido sacar”.
El fiscal Fernando Arrigo le preguntó si había escuchado hablar a Córdoba. “Sé que en el viaje hablaba por radio pero no de qué. Yo iba con los auriculares puestos”. Sobre el trayecto recordó que en Caballito, el tren se pasó unos metros hacia delante y después volvió hacia atrás. “A veces era normal que pasara algo así”, detalló.
“Fue todo muy rápido, hubo como una nube de tierra que no dejaba ver hacia el fondo, mucho grito, mucho desorden”, explicó el hombre cuyo brazo le quedó limitado de movimientos por la lesión que sufrió.