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Paul Singer es uno de los financistas más respetados en Wall Street. Supo anticiparse a la crisis de las hipotecas “subprime” en 2008, que llevó a la ruina a Lehman Brothers y arrastró a Estados Unidos a la recesión. Republicano acérrimo y cercano al ultraconservador Tea Party,  se destacó por sus contribuciones a la campaña presidencial de Mitt Romney y la postulación del neoyorquino Rudolph Giuliani, en 2012. Antes, había sido de los mayores aportantes en las campañas de George Bush.

Su fortuna proviene de la especulación financiera, actividad a la que se volcó de lleno en 1977, cuando fundó Elliott Management. Invirtió un millón de dólares y hoy controla 23 mil millones. Las compañías controladas por Singer se dedican a la compra y venta de títulos de alto riesgo, pero también realizan actividades diversas. El fondo Elliott no sólo litiga en tribunales para exigir los valores nominales de los bonos que adquirió en default. También tiene participación en cientos de grandes empresas en funcionamiento, que van desde financieras hasta autopartistas.

La maniobra extorsiva que los fondos buitre realizaron contra la Argentina ya sucedió en otras oportunidades. A través de  Elliott y sus subsidiarias, Singer compró títulos de deuda peruanos por un valor nominal de veinte millones de dólares, en 1996. Pagó 11,4 millones, casi la mitad del monto por el que habían sido emitidos. El gobierno de Perú estaba en plena renegociación de su deuda, y a un paso de salir del default, pero Elliott no quiso canjear los bonos y obtener las mismas ganancias que los demás bonistas. Había comprado los títulos para ir a juicio. En el año 2000, los tribunales estadounidenses le dieron la razón a Elliot, y logró que le pagaran 58 millones.

Elliott también hizo negocio en el Congo. El fondo desembolsó diez millones de dólares en bonos del país africano, e inmediatamente reclamó judicialmente 400. La demanda era exagerada, pero le alcanzó para que el gobierno congoleño le pagara 182 millones. La rentabilidad del negocio fue del 1820 por ciento.

Paul Singer creó el American Task Force Argentina (AFTA), un grupo lobista encargado de persuadir jueces, legisladores y medios de comunicación para que le dieran la razón en su reclamo contra la Argentina. En 2008, a siete años de la declaración del default, NML Capital y el fondo buitre de Kenneth Dart compraron bonos por 48,7 millones de dólares. De cumplirse el fallo del juez Thomas Griesa –ya convalidado por el máximo tribunal estadounidense–, los buitres obtendrían 1500 millones de dólares: una ganancia del 1608 por ciento.

Para cuidar su imagen, también creó la fundación que lleva su nombre. La entidad promueve la investigación académica en las áreas de economía de libre mercado, ciencia y tecnología, y seguridad. Además, encabeza actividades y campañas en favor del matrimonio homosexual desde 2010, cuando su hijo se casó con otro hombre. Singer cultiva el perfil bajo, pero a diferencia de Dart, tiene buena reputación. Es miembro del consejo de administración de la Escuela de Medicina de Harvard, universidad en la que se recibió de abogado, y participa de numerosos institutos de investigación.

Kenneth Dart, “padre de los fondos buitre”

Kenneth Dart tiene 59 años y es uno de los grandes magnates estadounidenses. Se lo conoce en el mundo financiero como “el padre de los fondos buitres”. El título se lo ganó cuando en 1992 puso contra las cuerdas al gobierno brasilero de Fernando Collor de Melo. Un fallo judicial ordenó a Brasil a pagar 955 millones de dólares por una deuda original de 375 millones.

Dart, además de ser el titular del fondo buitre Dart Management, entre otros,  es el dueño de la empresa de vasos térmicos más importante de Estados Unidos, con plantas en 17 países. Luego de sus problemas con Brasil, (fue declarado “enemigo”), a principios de los años 90 se instaló en el parque industrial de Pilar la Sucursal Dart Sudameticana SRL de la empresa “Dart Container Corp”. La misma que fue allanada por la AFIP en mayo de 2013 por sobrefacturación y fuga de divisas.

Con Kenneth a la cabeza, Dart Container, se abrió camino en las inversiones inmobiliaria a través de la compra y venta de hipotecas a punto de caer por falta de pagos. En 1993 ganó unos 90 millones de dólares por los que debía pagar 34,5 al fisco. Dart decidió que era mucho, entonces empezó a evadir hasta que tuvo que exiliarse para evitar la cárcel. Desde entonces, renunció a su ciudadanía y adoptó como patria los paraísos fiscales Islas Caimán y Belice. En Estados Unidos es persona no grata.

Además de Brasil y Argentina, “el padre de los fondos buitres” fue por la deuda de Turquía, Kazajstán,  Ecuador y Grecia. En este último caso, quedó fuera de la reestructuración planteada en 2012 y desde entonces cobra al cien por cien como holdout.

En 1991, con la caída de la Unión de Repúblicas Socialista Soviética, fue uno de los inversores que participó de las privatizaciones. Dart se quedó con cerca de de 1.000 millones de dólares, pero tuvo que fugarse de Moscú por amenazas de la mafia rusa. Poco después su casa del estado de Florida sufrió un atentado.

Kenneth Dart fue el primero en comprar bonos de la deuda Argentina en default por 800 millones de dólares, también fue el primero en demandar al país ante el juez Thomas Griesa.

Al igual que Paul Singer, Dart buscó hacer pie en la política estadounidense. Pero a diferencia de su socio, él prefirió los Demócratas. Fue Bill Clinton el que lo objetó como aportista cuando fue invitado a una reunión en el estado de Florida organizada por la esposa de Dart.