A Natalia “La Pepa” Gaitán la asesinó hace cinco años el padrastro de su novia. En homenaje a ella, la Legislatura porteña convirtió hace dos años en ley al 7 de marzo, día de su muerte, el Día de la Visibilidad Lésbica. Infojus Noticias recorrió las vidas de ocho parejas. “A mayor y más visibilidad, mayor respeto”, dice Laura. “Visibilizar es decirle a la sociedad que aquí estamos, que esto somos”, aporta Carolina. Conocé sus historias.
Hace cinco años Natalia “La Pepa” Gaitán, de 27 años, fue asesinada por ser “visible”: el padrastro de la que era su novia le pegó un escopetazo en el estómago porque odiaba la relación entre ella y su hija política. ¿Quién cargó, además del padrastro, la bala que mató a La Pepa? Seguro no fue un caso aislado de violencia, pero es probable que la trascendencia de su muerte se deba a que ella estaba orgullosa de ser quien era.
En recuerdo de La Pepa, y para reclamar que no se repita, la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires convirtió en ley que los 7 de marzo -día de su muerte- se celebre el Día de la Visibilidad Lésbica.
Las leyes, los códigos y los pactos internacionales nombran y establecen derechos humanos y civiles que empoderan formas de amar y de relacionarse que siempre existieron, aunque no hace mucho que se visibilizan. La lucha cultural es larga: las mujeres hace 75 años no votaban y mucho menos podían tener una unión civil con una persona del mismo sexo o darse un beso en la calle. Ahora que la ley acompaña la diversidad –y aunque todavía falte-, la sensibilidad es lo que trabaja en los prejuicios y las discriminaciones. Por eso es que muchas mujeres que se quieren deciden compartirlo: para que otras se animen, y para animarse a sí mismas.
Caminar de la mano, darse un beso, una caricia, usar pelo corto, raparse, mostrar el torso, usar pollera o pantalones. Ser visible es sobre todas las cosas "ser": habitar un cuerpo y construir una identidad que guste caminar a la par. Visibilizar es una forma de vida: lo que vemos sin prejuicio se naturaliza y se vuelve esencial, invisible a los ojos. ¿Visibilidad? ¿Discriminación? ¿Amor? Infojus Noticias se hizo preguntas junto con estas 16 mujeres, orgullosas del activismo y el respeto.
Iara y Paz.
Manuela Anastasía se sintió incómoda en muchas situaciones sociales que restringían su género a un supuesto comportamiento predeterminado. Esto le pasó con explicaciones científicas y biológicas sobre la diferencia sexual/genérica hasta en la facultad. Ahora, por ejemplo, le pasa constantemente en la búsqueda laboral: “Las ‘preferencias’ sexuales que asignan puestos ‘masculinos’ o ‘femeninos’ predeterminadamente son un horror en el mercado laboral. Como bisexual, me pasó lo mismo. Escuché declaraciones basadas en absolutos prejuicios que me obligaban a ‘definirme’ o a revelarle detalles sexuales a gente que solamente tenía una especie de lascivia disfrazada de interés”. “La visibilización es un acto liberador y a la vez libertario. Es liberador para unas mismas, mostrarnos socialmente como aquello que somos, como quiénes somos, en todas las perspectivas y planos de nuestras vidas. Es libertario como acto social significativo. Debemos ser notorias, notadas, visibles. Debemos ser cuerpos y posibilidades para reelaborar el imaginario colectivo y construir sociedades en cuyos senos no seamos ni juzgadas, ni perseguidas, ni negadas, ni violentadas de ninguna manera. Es una forma de construir justicia: que se nos perciba, que se nos entienda como personas integralmente, que se nos vea como pares y como compañeras”, dice Manuela.
María y Karen.
Agustina Comedi conoció a Cecilia Estalles por una amiga en común: “Tiró así como al pasar que teníamos que conocernos. Y bueno, es una amiga a la que solemos hacerle mucho caso”. “Lo que se oculta es más vulnerable a violencias de cualquier tipo. Además, ¿por qué ocultar? El amor se celebra, no se oculta”. Cecilia dice: “Rápidamente flashamos amor” y piensa que un día especialmente feliz es uno con muchas horas de no preocupaciones, de películas en la cama, de cocinar y estar adentro conectando con Agustina. “Si bien de a poco las cosas están cambiando y las leyes empiezan a acompañarnos gracias al esfuerzo y lucha de las diferentes organizaciones que dan y dieron batalla a lo largo de la historia, la sociedad todavía no está lo suficientemente evolucionada y la homofobia, lesbofobia y transfobia siguen presentes. Lamentablemente tenemos que seguir sufriendo la muerte de compañerxs. Todavía hay mucho para seguir trabajando, y no se puede dejar de lado que el estado y la fuerza policial fueron durante muchas décadas responsables de perseguir y matar a homosexuales, lesbianas, o transexuales. Son décadas de angustia y opresión. Es importante la visibilización. Y más que importante para mí es un compromiso y una responsabilidad social. De a poco parece que se puede empezar a ser quién realmente sos”.
Mariana y Belén.
Mariana Spagnuolo conoció a Belén en La Fulana, un espacio de lesbianas y mujeres bisexuales. “Me identifico como lesbiana. No soy mujer, no entro dentro de ninguna de las características que se supone componen a una mujer. Cada publicidad que supuestamente involucra a ‘la mujer’ me es absolutamente ajena, sus vestidos, carteras, maquillajes, formas de hablar y gustos. Soy lesbiana, me construyo día a día como tal, y desde que pude pensarme así me sentí en un lugar mucho más cómodo, feliz y auténtico para conmigo. Ser lesbiana es escapar a todo lo que alguna vez se me impuso y entregarme a todas las cosas que alguna vez de me negaron por ser de ‘marimacha’. Soy lesbiana y dentro de esa construcción soy chonga y gorda. Mi cuerpo y mis formas de manejarme se escapan de lo que la belleza debe ser, de lo que resulta atractivo para los cánones culturales de hoy en día. Con todo eso, yo soy feliz. La discriminación, para mí, no es una foto ni un momento, es un cotidiano: miradas en el subte, colectivo, tren, calle, comentarios por lo bajo, insultos gratuitos en la vía pública, que me prohíban la entrada a determinados lugares o me la hagan más difícil que al resto. Incluso no poder acceder a ciertos trabajos por ‘mala presencia’. Hoy en día sé que la discriminación no es más que una reacción ante la diferencia, porque la diferencia implica libertad, y la libertad aterra”.
Laura y Verónica.
María Guerra se vio por primera vez con Karen en el Grupo de teatro Catalinas Sur, adonde llegó para despejarse porque se había separado hacia unos meses y la maternidad la había desplazado un poco de sí misma. “El teatro me ayudo a conectarme con gente y ahí apareció Karen, el primer acercamiento con ella fue a través de mi hija Juana, enseguida tuvieron muy buena onda. En general tengo una fascinación por lo que surge como imprevisto, algo que no estaba planeado y de repente está ahí esperándonos para poder apreciarlo, puede ser ver la luna llena, comer algo rico, o tal vez salir a comprar al chino las tres con una noche calurosa”. “Es fundamental la visibilización: a partir de eso comienza la naturalización del tema. Pienso que estamos en pleno proceso, cada vez hay más aceptación y tal vez a aquellos que no les parece ‘correcto/natural’ se darán cuenta que no es algo que vaya a desaparecer sino que al contrario cada vez toma más fuerza”.
Cecilia y Agustina.
Karen Castillo tocaba percusión en Catalinas Sur cuando se cruzó con María. ¿Un día especial? “Creo que depende de uno que el día sea especial y feliz, los días felices son acompañándose y compartiendo. No recuerdo que haya sentido angustia por discriminación, pero con esto no quiero decir que no hubo. Al contrario, creo que en cierta forma hay mucha más discriminación de la que creemos. Pienso que es muy importante la visibilización, para que deje de ser tabú y se discrimine menos”.
Julia y Daniela.
Laura Flores se encontró con Verónica en La Fulana en 2010, en vísperas de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario. Ese mismo año se fueron a vivir juntas y dos años después se casaron. “En esta sociedad, todo lo que no se nombra no existe, todo lo que no se ve no existe, por eso es importante no solo visibilizarnos, sino también nombrarnos. Decir ‘soy mujer, soy madre, soy amiga, soy compañera, soy hija, soy lesbiana’. El decir ‘soy lesbiana’ es una posición política frente al mundo patriarcal. Por el momento, creo que es muy importante nombrarnos y mostrarnos. Que la gente, la sociedad sepa que hay lesbianas, y gays, en todos lados: la pediatra que atiende a tu hijx, la arquitecta de tu casa, la maestra de tus hijxs, la verdulera, la kioskera, la abogada, la que te vende el boleto, estamos en todos lados. Creo que a mayor, y más, visibilidad, mayor respeto”.
Juliana y Vanina.
“¡Por supuesto que es importante la visibilización!” Carolina Alamino usa signos de exclamación para decirlo y prefiere la ‘x’ a las letras ‘a’ y ‘o’: “La visibilización es importante porque es la forma de decirle a lxs demás que somos esas personas que lxs rodean todos los días en todos los ámbitos de la vida, y que somos mucho más que ‘lesbianas’. Porque cuando salís del clóset suele pasar que nos convierten en seres unidimensionales, sólo somos ‘lesbianas’, no abogadxs, maestrxs, obrerxs, panaderxs, amxs de casa, ni mucho menos inteligentes, amorosxs, fuertes, malxs, buenxs. Creo que es importante porque es reivindicar como parte nuestra las identidades de ‘machona’, ‘desviada’, ‘tortillera’, ‘torta’, entre demás adjetivos/sustantivos diversos. Visibilizar es decirle a la sociedad que aquí estamos, que esto somos y que nadie puede meterse en nuestras camas ni en nuestras vaginas más que nosotrxs y quienes decidamos nosotrxs. Nadie puede decirnos cómo debemos ser”.
Julia y Daniela.
Juliana Corbelli dice que en general transitó la sexualidad de forma comunicativa y sincera. “En diferentes ámbitos: familiar o cercano, laboral y artístico, desde una edad ya madura. Tal vez lo difícil haya sido develar a otros algo que no habría de conformar una “noticia” o una carta de presentación de la práctica sexual. Y me analicé para lograr una diferencia. No perdí a ningún afecto por ello, al contrario, en algunos casos sentí que había en mí cierto prejuicio por el otro. En este punto la ficción de mis cuentos o de la poesía colaboró a que lo propio se particularizara en un hecho estético, que retratara a la mujer de modo cabal y, como suele permitir la ficción, desmesurado. Todavía creo que hay mucho por hacer en este punto para que el amor entre mujeres se despegue de un comunicado incómodo o de ciertas ‘habilitaciones’ sociales dadas desde la heterosexualidad, desde las normativas y lo esperable. En muchos casos, me gustaría que pudiéramos relacionarnos desde la fluidez. La educación y la cultura son condicionantes para que suceda”.
Laura y Verónica.
Belen Toracio cuenta que es feliz con Maru todos los días. Por ahí no todo el día, pero sí todos los días. “Si tengo que elegir un momento de felicidad es cuando nos vamos a dormir. No importa qué tan pesado haya sido el día, qué tan cansada esté, todo lo que tenga que hacer al día siguiente: nos vamos a dormir juntas y me siento en casa”. “El género es una construcción, es cultural, y muchas lesbianas no nos identificamos como mujeres, justamente porque la construcción ‘mujer’ acarrea muchos rasgos que no sentimos propios: la imposición de heterosexualidad, determinados roles, tareas y prácticas, una estética particular, etcétera. La discriminación me da más bronca que angustia. Que otra persona te quiera fuera de su vista porque le molesta sencillamente que estés en un mismo espacio no es una situación linda, pero yo elijo mantenerme firme y si es posible dialogar”.
Carolina y Manuela.
ParaBelén la visibilización es una herramienta fundamental para lograr el cambio cultural: “Lo que no se nombra, no existe. Lo que no existe, no tiene derechos. En esta doble discriminación que sufrimos por mujeres y lesbianas, en general nuestra existencia lesbiana queda supeditada al ser ‘mujer’, y por ende invisibilizada. Por ejemplo, cuando asesinan a una lesbiana por ser lesbiana, no es violencia de género. No la matan por ser mujer, sino por lesbiana. Y sin embargo, muchas veces cae bajo la etiqueta de violencia de género. Algunas compañeras acuñaron el término ‘lesbicidio’, y es otra herramienta más de visibilización. Estamos, existimos, tenemos que poder hacerlo libremente”.
Iara y Paz.
Vanina Dolce dice que desde que decidió vivir su sexualidad con plenitud no sintió angustia por discriminación, pero sí miradas enla calle, señoras mayores quizás más, y varones que no dicen nada pero miran. “Con otras parejas si he tenido discusiones por el tema de visibilidad, y quizás en ese momento me angustiaba, porque no quería que fuera a buscarla al trabajo o cambiaba el trato cuando estaba con cierta gente. Con Juli es muy distinto porque las dos somos muy abiertas en nuestra elección y no necesitamos la aprobación de nadie, el amor no es un privilegio heterosexual. “Es muy importante la visibilización para lograr un respeto real hacia la diversidad sexual, las leyes no bastan. Se necesita un cambio cultural, de respeto, no necesitamos lugares ‘friendlys’, necesitamos ser libres como el resto de las personas, sea cuál sea la elección sexual o de género, caminar por la calle sin tener miedo a que nos maten como le paso a la Pepa”.
MM/RA