“Casi no cumplen el plan contra motochorros”, anunció la tapa de Clarín. "La noticia policial cotiza alto en la bolsa de valores de la agenda social", dice Martini. Y sentencia: "Las agendas donde se juntan la biblia con el calefón suman a la desinformación que carcome la democracia y engordan las arcas de los grupos concentrados".
“Casi no cumplen el plan contra motochorros”, anunció el jueves la tapa de Clarín. Hasta el estudiante recién llegado a un taller de periodismo advertiría los problemas de tal encabezamiento. La acumulación de supuestos que debe reponer el lector excede el límite de la charada. Si un “plan” indica pretensión de orden, el título del diario no explicita objeto ni modalidad. El verbo en impersonal, habitual en titulares de algunos diarios argentinos, no incluye el agente de la acción y permitiría imaginar, por caso, la existencia de una asociación destinada al “linchamiento fácil” de delincuentes que viajan en motocicletas. Y no hay medida para el adverbio que inicia la oración, lo que ubica la información en una situación imprecisa: cuánto es “casi” nos lleva a abandonar la letra escrita y cuantificar con el gesto es como este pedacito, diríamos mostrando la uña del dedo meñique. El Manual de Estilo del diario Clarín establece que un título tiene que comunicar con claridad. Caso contrario, va a la papelera del editor, agregamos.
Para que un plan tenga relevancia para aparecer en la tapa de un diario es que pertenece al ámbito gubernamental. En este caso se trata de la resolución 224/14, enmarcada en el decreto 220/14 de Emergencia de Seguridad, que fija la obligatoriedad de portar casco y chaleco en conductores y acompañantes de motovehículos particulares, que firmó el gobernador Daniel Scioli en abril de este año.
Abriendo el diario, el tema lleva un título que plantea otra cuestión: “A pesar del plan contra los motochorros, no ceden los crímenes en la Provincia”, aportando el dato de siete casos de asalto y homicidio. En pocas palabras, el plan se cumple pero no es efectivo, o tal como dice el titular, el crimen no responde a él. Obviando la metáfora verbal, se advierte la imposibilidad de disponer de estadísticas sobre el delito actualizadas diariamente para verificar la información, pero es dudoso que la cifra de siete crímenes sea índice de inefectividad de un plan de seguridad en una provincia donde los números del delito son importantes. La crónica agrega que solo en el municipio de Esteban Echeverría se confiscaron 500 motos por incumplimiento de la resolución de abril. No se especifica la cantidad de motos que sería imprescindible confiscar para lograr el descenso del crimen en la provincia de Buenos Aires. Tampoco si todas las confiscadas pertenecen a delincuentes o sospechosos de serlo. El dato no aclara el alcance del “casi” del título de tapa.
A través de la Estadística criminal oficial, sabemos que en 2012 en toda la provincia hubo 82 homicidios, contra 80 de 2011 y 108 de 2009, lo que demuestra que hay otros medios de transporte para los asaltantes y homicidas. Los datos nos sacan de la confusión que endilgaría a los ladrones que se desplazan en moto la responsabilidad de todo el delito en la provincia más poblada del país. Clarín, pues, no ha resuelto una de las causas relevantes de los robos violentos en el territorio de Scioli. Si así fuera, el espacio dedicado en tapa al tema sería insuficiente.
Difícil apartarse del juego de palabras cuando las noticias buscan jugar con los datos y los argumentos con fines políticos y electoralistas, hecho que excede la misión de informar a la población. El análisis precedente pone en evidencia, en una nota de tapa, los modos en que el diario de mayor circulación del país construye la información que confundiendo la lógica de una crónica instala una agenda de la zozobra, la peligrosidad, el temor y el escándalo, banalizando hechos serios y trágicos, siete homicidios en ocasión de robos, y relativizando la importancia de la tranquilidad de la población y el respeto a ella debido.
La noticia policial cotiza alto en la bolsa de valores de la agenda social porque expresa como ninguna otra el estado de la vida cotidiana. Encuestas de diversos orígenes coinciden en que la inseguridad es el tema de preocupación dominante en el 80 por ciento de la población. Sabemos que el valor primero de los medios informativos es posibilitar el acceso al conocimiento del mundo al que no podemos llegar de primera mano. Así pensada, la crónica periodística no tiene precio. Sin embargo es una mercancía exquisita en la gran arena política y financiera. Pero las agendas donde se juntan la biblia con el calefón suman a la desinformación que carcome la democracia y engordan las arcas de los grupos concentrados. Los medios que no respetan a la ciudadanía recurren al amarillismo, la alarma, el golpe bajo que redundan en indignación, compasión y morbo, sentimientos que se dan juntos e instalan la sospecha metódica y la discriminación de sujetos y territorios.
Si motochorro es el neologismo que facilita al periodista nombrar al delincuente que se desplaza en una motocicleta, también es el que simplifica la realidad del delito en la adjudicación de un valor agregado al rodado de dos ruedas y alta cilindrada, y en la supuesta identificación de un nuevo tipo de criminal, el que viaja en ella.
El crimen no paga en la novela negra. Sí lo hace en nuestra realidad. Está visto que ahora también se puede comprar un voto con una nota sobre el robo más violento del mes publicado en un diario o en la televisión.