Algunos dicen que fue durante una pelea y en legítima defensa, otros que actuó por prejuicios raciales: lo cierto es que el vigilador blanco George Zimmerman mató de un tiro en el pecho al joven negro Treyvon Martin. Un jurado absolvió al vigilante blanco y estallaron protestas en Estados Unidos. El juez Mario Juliano analiza el caso y reafirma su posición en favor de los juicios por jurado.
Por qué negarlo. El veredicto de las seis damas (cinco blancas y una latina) que absolvió al también blanco vigilante George Zimmerman, acusado de matar en el Estado de Florida, a quemarropa, a un joven negro de 17 años que en una noche de lluvia regresaba a la casa de su padre, luego de haber comprado golosinas, no es la mejor propaganda para la causa del juradismo en la República Argentina.
No obstante, considero que es factible realizar algunas reflexiones respecto de este precedente que permiten seguir sosteniendo, con la misma convicción y firmeza de siempre, la necesidad de implementar el juicio por jurados.
1. Ignoramos, en verdad, detalles y pormenores del juicio que culminó con el veredicto absolutorio. Los aspectos que las juradas pudieron haber tomado en consideración para arribar a la decisión que adoptaron, que no se abastecen, necesariamente, con la información periodística. A este respecto, existe una vasta experiencia en nuestro país, generalmente de condenas mediáticas, que luego no tienen correlato con lo que se pudo probar o lo que no se pudo probar en juicio y que, al no satisfacer expectativas previas, generan olas de reclamos. Apunto, de modo meramente informativo, que algunos medios estadounidenses decían que la víctima (Treyvon Martin), en realidad era un matón de quien Zimmerman tuvo que defenderse con el único medio a su alcance: el arma reglamentaria que portaba, y que la defensa no dejó pasar oportunidad para mostrar las fotografías de la nariz rota y cabeza cortada de Zimmerman, producto de la refriega con Martin.
2. No deja de llamar la atención la composición del jurado: seis mujeres, cinco de ellas blancas y la restante latina (ignoramos si también blanca), de acuerdo a la información periodística. El proceso de selección de los jurados suele ser un trámite muy riguroso, en la búsqueda de imparcialidad y pluralismo. La “monocordia” (si se me permite el neologismo) en la composición de este jurado (todas mujeres y blancas) es un detalle que interpela acerca del celo de la fiscalía en ese tramo del proceso, si tomamos en consideración que la víctima era de color negro.
3. No puede descartarse que las juradas (humanas al fin) hayan obrado influenciadas por prejuicios raciales, en una región de los Estados Unidos (el sur) donde aún subsisten reminiscencias del odio que enfrentó al país en la guerra civil. Sin embargo, no parece que esta dudosa propiedad (actuar movidos por prejuicios raciales) sea un atributo exclusivo de los jurados estadounidenses. Las estadísticas de la población carcelaria del país del norte muestran que las cárceles están llenas, mayoritariamente, de negros y latinos. Los que, también mayoritariamente, fueron colocados tras las rejas por jueces técnicos. Con lo que, atribuir prejuicios raciales a un jurado no descalifica a esa tradicional institución, ya que el sistema judicial profesional, si por algo se ha caracterizado, ha sido por su clasismo y por actuar movido por los mismos prejuicios.
4. Nadie, en su sano juicio, postula al juicio por jurados como la panacea universal, acreedor de una infalibilidad inexistente en cualquier modelo de enjuiciamiento. No se busca la implementación de este sistema de juzgamiento para garantizar “x” ó “b” resultado, capaz de satisfacer todas las pasiones que involucran a un conflicto penal. Lo que se busca es la implementación de un sistema de enjuiciamiento con una base de legitimidad diferente a la de los jueces técnicos y, fundamentalmente, para el juzgamiento de aquellos casos que más conmueven a la sociedad. A este respecto, aparecen como muy atinadas las palabras de Barack Obama pidiendo respeto por la decisión judicial en un estado de derecho: “un jurado ha hablado”.
5. Finalmente, resulta poco menos que curioso que una decisión, aparentemente cuestionable, de un jurado estadounidense, sirva para poner en tela de juicio el sistema de enjuiciamiento previsto por la Constitución, pero que no suceda lo propio con los numerosos déficits que acumulan los jueces técnicos, que sería redundante enumerar por hartamente conocidos, pero que, en tal caso, exigen una inmediata revisión de sus funciones.