El embajador Filmus sostiene que este día no sólo ofrece la oportunidad de hacer un ejercicio de memoria colectiva. "También -dice- nos interpela para reflexionar sobre las estrategias que nos permitan recuperar la soberanía sobre la integralidad de nuestro territorio y terminar con una de las últimas rémoras del colonialismo en el siglo XXI".
Hace 50 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, por abrumadora mayoría y sin ningún voto negativo, la Resolución 2065, en la que reconoció formal y expresamente la existencia de la disputa de soberanía entre la República Argentina y el Reino Unido sobre la cuestión de las Islas Malvinas, e instó a estas dos únicas partes a encontrar una solución pacífica, a la mayor brevedad, a través de negociaciones bilaterales y teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las Islas.
Tras haber reconocido y dado principio de ejecución a su obligación de negociar la solución de la controversia, en las últimas décadas el Reino Unido se ha negado sistemáticamente a reanudar ese proceso negociador, ignorando los llamamientos de la comunidad internacional.
Y pocos días antes del 2 de abril, una fecha particularmente significativa para los argentinos, las autoridades británicas anunciaron un fuerte incremento del gasto en armamentos que destinan a Malvinas: nada menos que un presupuestario adicional de 180 millones de libras (unos 268 millones de dólares) para los próximos diez años. ¿Con qué justificación? De acuerdo a lo declarado por el Secretario de Defensa ante el Parlamento de su país, la “amenaza muy viva” de una agresión armada argentina en las Islas. Un argumento tan inverosímil como insostenible.
Por eso, la conmemoración del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra en Malvinas no sólo nos ofrece la oportunidad de hacer un ejercicio de memoria colectiva, sino que también nos interpela para reflexionar sobre las estrategias que nos permitan recuperar la soberanía sobre la integralidad de nuestro territorio y terminar con una de las últimas rémoras del colonialismo en el siglo XXI.
El reclamo pacífico por Malvinas es una política de Estado desde que los argentinos recuperamos la democracia, en 1983. Desde entonces, todos los gobiernos han sostenido que no existe otro camino válido para la negociación que el diálogo bilateral con el Reino Unido en los términos que plantea la Resolución 2065 de la ONU.
A partir de 2003, con coraje y determinación tanto Néstor como Cristina han persistido en la vía diplomática y esta tarea, sumada al trabajo de nuestra Cancillería, tuvo resultados concretos: además de las Naciones Unidas, múltiples organismos internacionales, como la OEA, el MERCOSUR, la UNASUR, la CELAC, el ALBA, las cumbres iberoamericanas, las cumbres de América del Sur con los países árabes y africanos, el G-77 más China, y las reuniones de parlamentarios europeos y latinoamericanos, nos apoyaron con sus resoluciones.
En este contexto, resulta incomprensible que una potencia colonial con capacidad nuclear como el Reino Unido se niegue sistemáticamente a entablar un diálogo y, peor aún, que considere a la Argentina como una amenaza. ¿Qué hay detrás de la decisión de Londres de convertir a las Islas Malvinas en la zona más militarizada del mundo, donde por cada dos habitantes hay un soldado?
Evidentemente, tamaña “inversión” y despliegue bélico en una zona de paz como el Atlántico Sur tiene que ver tanto con la cercanía a la Antártida y al corredor bioceánico como con las riquezas renovables y no renovables que pertenecen a los 40 millones de argentinos. Este aspecto desempeña un papel fundamental en la disputa, ya que no nos cabe duda de que son los intereses económicos, junto con la necesidad de contar con una poderosa base militar en una región geopolíticamente estratégica, las verdaderas razones por las cuales el Reino Unido pretende mantener su presencia en Malvinas.
La conmemoración del 2 de abril nos une a los argentinos en el reconocimiento a quienes combatieron por la recuperación del ejercicio de nuestra soberanía en las Islas, especialmente a quienes valerosamente dejaron su vida por esta causa. El mejor homenaje que podemos rendirles, es seguir trabajando todos juntos para lograr, siempre de la mano de la paz, la reanudación de las negociaciones de soberanía con el Reino Unido que nos permita recuperar nuestra integridad territorial. Porque, tarde o temprano, lo lograremos.