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La Fundación La Fiel, la entidad sin fines de lucro que cobija desde hace un año y medio a barras del Club Atlético Talleres de Córdoba, perdió el domingo la distinción por “su compromiso contra la violencia en el fútbol” que el bloque del gobernador De la Sota le había otorgado. Fue por un asesinato repentino de arma blanca.

La Legislatura de Córdoba resolvió anoche volver atrás la Declaración Nº 14.069 por la cual la Legislatura había expresado en mayo su “reconocimiento a la Fundación La Fiel”. Una investigación judicial vincula a miembros de la barra con el crimen de Jonathan Villegas, un pibe de 21 años, ocurrido el fin de semana en un balneario de Villa Carlos Paz. Sucedió el domingo, cuando varios barras de la facción de Villa Libertador -una de las dos que se disputan el mando de la Fiel- estaban en un parador de Villa Carlos Paz, a metros del río, celebrando un bautismo de la familia Pacheco, que lidera ese grupo. Jonathan Villegas no estaba vinculada al fútbol y había llegado al lugar a comer un asado y a conocer la casa de uno de los hermanos mayores, a 80 metros del río.

Según la reconstrucción judicial, Sara López -madre del líder de la barra, Carlos Pacheco- se trenzó en una discusión con los Villegas. Les preguntó si habían denunciado el volumen alto de la música. Hubo piñas, cu atro heridos, y en medio de la gresca, Jonathan salió del tumulto con un cuchillo clavado en la tetilla derecha. Caminó unos pasos, y cuando se lo sacó, se desplomó en el piso. Un policía de civil filmó la escena.

Sara López está imputada por homicidio en riña y de robo. La Fundación Fiel salió a despegarse institucionalmente del hecho: lo consideró una riña entre familias, los Pacheco contra los Villegas, y pidió que se haga justicia. Sin embargo, el parador de Carlos Paz -que no tiene habilitación para una actividad comercial, es un lugar de reunión de la hinchada de Talleres- sería la sede oficial de la Fiel ante la AFIP. Hace seis meses, cuando fueron condecorados por iniciativa del delasotista Carlos Alesandri, gran parte del arco opositor se opuso a partir de los “antecedentes de violencia” que tiene esa hinchada.

Hace mucho tiempo, sobre el filo del siglo pasado, la hinchada de Talleres tenía dos facciones enfrentadas, conocidas como Las Violetas y La Fiel. En el 2000, en una pelea entre barras murió en las tribunas Roque Miranda. El homicidio le fue atribuido a La Fiel. Ese año aquella facción prevaleció en el control de la barra, pero las rencillas siguieron. En 2005, en medio de un clásico frente a Belgrano, volvieron a chocar: al reprimir la gresca, la policía mató a Jorge Castro. Fue el final de Las Violetas.

En la conducción de la Fiel quedó Sergio Omar Busso, conocido como el “Tomatón” por su ocupación de verdulero. En su cuenta hay tres crímenes por los que ahora está preso. Cuando el año pasado dejó la jefatura, en el seno de La Fiel también se partieron aguas. La columna del barrio José Ignacio Díaz quedó bajo la tutela de Darío Cáceres y la de Villa Libertador, otro barrio del sur cordobés, a cargo de Carlos Pacheco.

En la investigación judicial que lleva adelante el fiscal Mario Mazzuchi, no hubo tal distinción: entre los ocho detenidos está Darío Cáceres –que asegura, mediante testigos y fotos, que ese día viajó con un grupo de hinchas a Buenos Aires, a presenciar el partido de Talleres con Huracán- y también miembros de la familia Pacheco: Sara López (la madre de Carlos) y también su concubina. Carlos Pacheco, su hermano Daniel y otro barra de nombre Marcos Castillo –señalado como el autor material de la puñalada mortal- continúan prófugos.