Hernán Santos fue asesinado en 2010 en Mar del Plata. El crimen lo cometió un exprefecto, quien recibió 10 mil pesos a cambio de ejecutar el asesinato. La ex esposa de Santos fue quien pagó al sicario. El ex miembro de Prefectura fue condenado a perpetua. La mujer se suicidó en la cárcel en 2011.
Emanuel Matías Mazzara se tomó la cara con las dos manos. Parecía no poder creer lo que acababa de escuchar. El martes 17 de diciembre, minutos antes de las doce del mediodía, el ex miembro de la Prefectura Naval Argentina supo que pasará lo que queda de su vida tras las rejas. Fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Criminal 2 de Mar del Plata, que lo encontró autor material del delito de homicidio agravado por precio o promesa remunerativa en perjuicio de Hernán Santos.
Según la sentencia, hubo dos testimonios clave para poder sostener la acusación sobre Mazzara: el dueño del mercado “La Curva”, donde la historia de este crimen parece haberse gestado y el carnicero de ese mismo lugar. Ambos fueron contundentes al declarar que el propio Mazzara había manifestado que él había asesinado a Hernán Santos y que Andrea Masilla –esposa de la víctima– había pagado una suma de dinero importante (se estima que fueron 10 mil pesos) por el trabajo
Entonces se pudo reconstruir el hecho: la noche del 2 de diciembre de 2010, Hernán Santos salió del trabajo en la marroquinería de su padre, en pleno centro, y caminó hasta Santa Fe y Belgrano donde tomó el colectivo 542 para volver a su casa del barrio El Casal. Eran la 20.35. Casi una hora después, Hernán bajó del micro –igual que cada día de trabajo– en el kilómetro 387 de la Autovía, mano Buenos Aires – Mar del Plata. Y ahí mismo lo esperaba Mazzara. Oculto en la noche y los pastizales como un cazador, sorprendió a su presa y le asestó un disparo con un pistolón calibre 24. A corta distancia. Imposible fallar.
Después, según manifestaron testigos durante el juicio, el sicario tomó de la billetera de Hernán con la precaución de no dejar huellas: Mazzara sabía lo que hacía, por eso usó guantes todo el tiempo. Por eso también eligió el pistolón del carnicero de “La Curva” para cometer el crimen. Es que se trata de un arma sin estrías, difícil de rastrear. También, dice la sentencia, el asesino quemó el cartucho calibre 24 y deshizo en ese mismo fuego las pertenencias de la víctima.
Condenado y absueltos
Los familiares de la víctima se acomodaron en sus sillas, también los acompañantes de los tres acusados. Por cómo se había dado el debate, no estaba nada dicho. Cerca de las 11 los jueces Alexis Simaz, Jorge Rodríguez y Néstor Conti (votaron en ese orden), entraron a la sala. Fue la secretaria Julieta Colantonio quien dio lectura solo a la parte resolutiva. Entonces se supo: primero, el Tribunal hacía lugar a la absolución de Mariana Dartayeta (27) propuesta por el Minsiterio Público por no hallarse pruebas que la vinculen con el hecho; segundo, la absolución, también, de Nicolás Dartayeta (22) del delito de “encubrimiento agravado” y tercero, condenar a Emanuel Mazzara (31) por considerárselo autor material del delito de homicidio agravado por precio o promesa remunerativa en perjuicio de Hernán Santos.
Los hermanos Mariana y Nicolás Dartayeta llegaron habían sido acusados de ser partícipes primarios del crimen. La Fiscalía trabajó en la instrucción bajo la hipótesis de que el crimen del comerciante se había planificado entre Andrea Mansilla; su amante, Nicolás y la hermana de éste y amiga de la mujer, Mariana. Pero el propio Ministerio Público levantó la acusación sobre Mariana, absolviéndola de culpa y cargo. Los jueces corroboraron la actuación del fiscal Pablo Cistoldi y en su sentencia confirmaron la absolución.
Nicolás Dartayeta –involucrado en el hecho desde las primeras horas de investigación– fue acusado por la Fiscalía por encubrimiento agravado, dejándose de lado su participación en el hecho en sí. Sin embargo, los jueces entendieron que la figura del encubrimiento no era aplicable para el joven, no sólo por la falta de pruebas que pudieran confirmarlo, sino por el eximente que prevé el Código Penal para las parejas –relación confirmada por demás en el debate–.
El condenado fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán. Su abogado, Cristian Peláez, expresó que estudiará la sentencia para presentar los recursos pertinentes ante la Cámara.
Después, el llanto. De los que sienten que la Justicia les dio la espalda y de quienes por fin podrán cerrar una parte de su historia. El único inmutable, el condenado, que solo se tomó la cara apenas escuchó su destino.
Para los jueces no hubo dudas. Por eso el fallo fue unánime en todos sus puntos. Durante el debate, el representante del Ministerio Público Fiscal, Pablo Cistoldi –quien sólo intervino en el Debate Oral, el fiscal Vicente fue quien llevó adelante la instrucción–, intentó reconstruir un rompecabezas complejo. Sólo había indicios y algunos testimonios fuertes que debían manifestarse frente a los jueces para cerrar el círculo acusatorio.
Inverosímil
Consumado el crimen, al sicario sólo le faltaba un detalle: construir una coartada. Y ahí estuvo una de sus fallas: la historia inverosímil que lo colocaba en un viaje al mercado concentrador de frutas y verduras para averiguar el precio de la mercadería en el extraño horario del hecho y una serie de llamados desde su celular. Los jueces no le creyeron. Sobre todo porque Mazzara no tenía nada que ver con la verdulería y, además, su relación con Mariana Dartayeta –verdulera del lugar– no era buena, por lo que la excusa de los llamados para prevenirla por el estado de la lechuga, tampoco cuadraba.
En esa historia también nació su condena: dos de los tres llamados realizados por Mazzara el 2 de diciembre entre las 20.38 y las 21.50 fueron hechos desde cercanías del escenario del crimen. Así lo asegura el informe técnico de telefonía que expresa que los llamados fueron captados por la antena Santa Paula, que cubre el kilómetro 387 de la Autovía 2.
El arma utilizada para asesinar a Hernán Santos fue un pistolón calibre 24, propiedad del carnicero de La Curva. Mazzara se había apoderado del arma para cometer el crimen con la certeza de que no dejaría huellas que pudieron vincularlo con el hecho.
Pero no contó con un detalle: el dueño del pistolón advirtió que faltaba el arma aquel 2 de diciembre. Entonces le consultó a Mazzara, quien dijo que había tenido que usarlo para dispersar a unos pibes que estaban en la zona. Pero el carnicero “ató cabos” apenas se enteró de la muerte de Hernán. En su declaración, el hombre, manifestó que amenazó con denunciar a Mazzara y entonces apareció la confesión: Andrea le había pagado para cometer el crimen.
La autora intelectual
En este juicio faltó una pieza fundamental: Andrea Mansilla, la mujer de Hernán Santos, la autora intelectual del crimen. La madre de los dos hijos que tuvieron juntos. La joven que no dudó en pagarle a Mazzara para que asesinara a su marido, y así quedarse con todo, sobre todo con la casa. La misma que después de haber sido detenida se colgó en una comisaría del Conurbano.
Andrea Mansilla estaba casada con Hernán Santos, pero solo en los papeles. Hacía tiempo que la relación estaba terminada. Él no quería irse de su casa, no quería dejarla sola con sus hijos. No confiaba en ella. Y así quedó envuelto en la trampa que le tendió su mujer.
En el debate se buscó el origen de la relación de Andrea Mansilla con Mazzara. Los caminos condujeron a la “La Curva”. Testigos dijeron que una tarde la mujer llegó hasta el lugar –donde Mazzara por entonces cumplía tareas de seguridad– con anteojos oscuros y una historia que versaba sobre una supuesta agresión de su marido. El carnicero fue quien le propuso que charlara el tema con Mazzara, que por su condición de prefecto podría ayudarla. Una hora charlaron en la vereda del mercado. Ahí, entendieron los jueces, nació la relación que tiempo después terminaría con el contrato mortal.
Andrea Mansilla fue detenida y acusada del crimen de su esposo pocos días después del hecho. Beneficiada con la libertad mientras continuaba el proceso, se mudó al Conurbano con sus padres. Allí fue detenida nuevamente en julio de 2011 cuando el caso comenzaba a esclarecerse. En un hecho tan extraño como sorprendente, terminó suicidándose en una celda de la comisaría de Lanús un día después de haber sido detenida.