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Juan Domingo Argentino Ramírez había logrado escapar de la policía santafesina en seis oportunidades. El hombre, de 39 años, está sospechado de manejar búnkers de venta de drogas y formar parte del grupo de sicarios de la banda Los Monos. El martes a la noche cayó en la casa de su padre, después de una persecución por los techos de las casa vecinas. Estuvo nueve horas detenido: a las siete de la mañana se escapó de la Jefatura de Policía de Rosario, donde estaba al cuidado de dos agentes de la División Judiciales. Por la fuga se abrió un sumario interno y una causa en el Juzgado Correccional 10. Antes de entrar en vacaciones, la jueza tomó una medida: delegó la investigación a la división Seguridad Personal de la policía.

El juez Juan Carlos Vienna -que investiga a Los Monos, el clan de la familia Cantero que domina la venta de drogas en la zona sur de Rosario- llegó a conocer a Ramírez en profundidad pero nunca pudo verlo en persona. A través de las escuchas telefónicas descubrió que el hombre era el encargado de al menos cuatro kioscos de drogas de la banda, que manejaba dinero de la organización y que cumplía tareas como sicario bajo las órdenes de Ramón “Monchi” Machuca, hermano de crianza del “Pájaro” Claudio Cantero, el jefe asesinado en mayo del año pasado. A partir de las fotografías que constan en el expediente, Vienna supo que Juan Domingo medía 1,75m y pesaba casi 100 kilos.

Para poder capturarlo, el juez ordenó seis allanamientos, uno de ellos en la casa en la que Juan Domingo vivía con su pareja. Allí secuestraron cuatro vehículos y tres motos.

Finalmente, después de un seguimiento telefónico y personal, los policías de la División Judiciales supieron que el hombre –que estaba prófugo en el Chaco- iba a venir el lunes a Rosario a visitar a su padre en el barrio La Carne, en Rosario. Allí lo esperaron los policías y lo atraparon cuando intentaba escaparse por los techos de las casas vecinas.

Como era de noche, los agentes llevaron al detenido a una de las oficinas que tiene la División Judiciales en la Jefatura. “Lo dejaron esposado a una escalera de hierro de una mano, para que con la otra pudiera tomar agua y comer”, contó una fuente de Judiciales a Infojus Noticias. En el edificio quedaron -además de Ramírez- dos policías: la oficial de guardia y un suboficial designado para vigilar al detenido.

A las siete de la mañana Ramírez se fugó de la dependencia policial. Por la fuga se abrió un sumario administrativo dentro de la fuerza y una causa judicial que recayó en el Juzgado Correccional 10 –que estaba de turno- para determinar si existieron responsabilidades penales. La jueza Marcela Canavesio dispuso que el área de Seguridad Personal de la Policía se haga cargo de la investigación. Hoy cambió el turno en los tribunales provinciales y el Juzgado entró en vacaciones. “El tema lo va a trabajar la policía. Durante la feria la Justicia no va a intervenir salvo que se necesite una medida urgente para no perder una prueba”, explicó una fuente judicial a Infojus Noticias.

“Hasta ahora se realizaron todas las actuaciones preliminares, se ordenaron pericias y se tomaron declaraciones”, explicó la titular de Seguridad Personal, Mariel Arévalo, a Infojus Noticias. Según la versión de los dos policías a cargo de la custodia, Ramírez “se zafó de las esposas”. “Hay varias hipótesis: pueden haber tenido una falla mecánica, o haber estado flojas, o el detenido pudo haberlas estado manipulando”, contó Arévalo, quien aclaró que las esposas están en manos de la Policía Científica para ser peritadas.

Después de soltarse, Ramírez le habría dado un golpe de puño en la cara al suboficial que lo habría dejado en un estado de “casi inconsciencia”, según declaró la compañera. “La Jefatura es un predio de 16 hectáreas, con arboledas y dos portones de ingreso. Una vez que salió del edificio de Judiciales no sabemos cómo habría logrado “ganar la calle”, como decimos en la jerga policial”, explicó Arévalo.