En el primer día del juicio Susana Gómez contó cómo quedó ciega por los golpes de su pareja, con quien tiene cuatro hijos. La familia de la víctima declaró haber pedido ayuda a la Justicia. "Nadie nos protegió", declaró el padre.
Que una víctima se cruce con su agresor en un juicio por violencia de género, es un despropósito. Hoy, al final del juicio por el que está imputado Carlos Goncharuk, acusado por haber golpeado a Susana Gómez y dejarla ciega, ocurrió y nadie hizo nada por impedirlo. El hombre, esposado y con la mirada fría, caminó unos pasos fuera de la sala de audiencias en la dirección de su expareja, sentada en los pasillos de los tribunales de La Plata. Cuando parecía que alguno de los custodios policiales lo frenaría, se acercó a pocos centímetros y le dijo, en un tono suave:
-Te perdono, Susy. Te perdono.
La mujer, que pese a estar ciega no usa anteojos, soltó su bastón como si escuchara la voz del demonio, se llevó las manos a sus ojos, y lloró. Sus familiares la abrazaron y vieron con impotencia cómo el hombre era retado tardíamente por agentes penitenciarios que lo encerraron en un cuarto del Tribunal Oral Criminal número 5. Así culminó la primera audiencia de un juicio abreviado por violencia de género que continuará mañana a partir del mediodía, en el que está previsto que se escuchen los alegatos y, posteriormente, la sentencia. Gómez es representada por el abogado Carlos Castagno, integrante de la ONG Casa María Pueblo, mientras que Goncharuk es asistido por la defensora oficial, Cecilia Sicard.
Antes de entrar a la sala, Susana Gómez había pedido no cruzarse con “ese hombre”. Sin embargo, para la jueza Carmen Palacios Arias, “ese hombre” -su expareja durante casi 10 años- tenía derecho a escucharla. Entonces ordenó esconderlo detrás de una precaria pizarra cerca del estrado.
-Sepan entender que las condiciones de la sala no nos permiten hacer otra cosa- se disculpó la jueza y leyó una pericia psicológica del acusado, que lo habilitó a estar en la audiencia por no presentar ningún cuadro patológico.
A Susana la ayudaron a sentarse y le acercaron el micrófono. Después empezó a contar el “calvario” por el que estuvo al borde de la muerte y, según dijo, sobrevivió “porque Dios es grande”.
-Este hombre me maltrató física y psicológicamente, me amenazó de muerte y me obligó a tener relaciones sexuales delante de mis hijos- dijo al fiscal Fernando Cartasegna.
Luego reconoció que “estuvo muda muchos años” y con tono grave, soltó una frase que dejó un manto de silencio sobre la sala: “Estoy acá en representación de las mujeres víctimas de violencia de género. De las que son agredidas de todas las maneras. De las que mueren todos los días. A las que la justicia nunca les da protección”.
Su relato duró más de una hora. Contó cómo su ex pareja la aisló de sus amigos y familiares, las veces que la arrastró de los pelos, que le tiró la comida en presencia de sus hijos, que golpeó a sus padres y recordó las ocasiones en que tuvo que escapar de su casa de madrugada con los cuatro hijos que tuvo con él. Interrogada por el fiscal y la jueza, relató con detalles la agresión por la que perdió la vista, en julio de 2010. El acusado –contó- la golpeó tan brutalmente contra la pared que le produjo desprendimiento de retina. Le dio piñas de la cintura para arriba. “Hija de puta, te voy a matar, negra de mierda”, le gritó mientras sus hijos lloraban. Y confesó que tuvo miedo de dejarlos sin madre. Una vez que se separó definitivamente de su agresor, dijo, entre sollozos, que “ fue como volver a vivir, pero en la oscuridad".
Gómez enfatizó que lo denunció en 14 oportunidades por sus constantes agresiones, pero en la comisaría “no hacían nada”. Contó también que le costó salir “del círculo de violencia donde estuve atrapada”. Después de cada golpiza “él me prometía cambiar, pero no fue fácil porque cuando me iba a lo de mis padres, él aparecía y rompía todo. Pero una vez dije basta y ahí conocí a la organización Casa María Pueblo donde estuve refugiada”.
Después de su declaración, fue el turno de la perito del Cuerpo Médico Forense, que constató el diagnóstico realizado por una especialista en Oftalmología sobre la gravedad de las lesiones en la vista de Susana. “Su desprendimiento de retina se corresponde con una perforación producida por golpes en la cabeza. Ella perdió la vista por esos traumatismos”, dijo la perito y avaló el informe. Minutos más tarde, declaró como testigo Carlos Coronel, padre de crianza de Susana Gómez. Ratificó haber sido golpeado más de una vez por Goncharuk y dijo que lo denunció varias veces.
-Yo lo visité a usted en su despacho y le pedí ayuda- dijo Coronel al fiscal, quien no lo recordó.
“Yo sí me acuerdo bien. Nosotros teníamos mucho miedo, no sabíamos qué hacer porque nadie nos cuidó. Este hombre se manejó con mucha impunidad y casi mata a mi hija”, relató Coronel y precisó que el imputado le fracturó tres costillas y le dio un cadenazo en la cabeza en una de las ocasiones en que Susana se había quedado en su casa con sus hijos. Una de esas noches, Goncharuk enloqueció. Aceleró la moto y gritó “abrí porque te mato, negra de mierda”. A los pocos minutos, le pegó una trompada a la puerta de entrada y destrozó un par de vidrios.
Darío Witt, titular de Casa María Pueblo, no pudo declarar al ser desestimado por la jueza Carmen Palacios Arias porque había presenciado el testimonio de una perito. Escandalizado, Witt increpó a la jueza en el retorno de un cuarto intermedio. “Que quede claro que usted me está negando mi derecho de actuar como testigo”, le dijo, delante de todo el público.
A su turno, la testigo Zulema Piñero, vecina de los padres de la víctima, contó: "En varias ocasiones la vi a Susana llegar llorando. Sabía que él le pegaba. Yo le tenía miedo, porque era muy agresivo. Los vecinos escuchábamos cómo la insultaba a los gritos", contó. Luego declaró Andrea Dandeau, asistente social de la Fundación Tiflos, quien coordina los equipos técnicos de ese centro de rehabilitación para personas con discapacidad visual. Recordó que cuando Gómez llegó a Tiflos en enero de 2012 estaba ciega y aseguró: "Tenemos certificados del Ministerio de Salud y uno oftalmológico de discapacidad visual". Contó que Susana –que actualmente trabaja como operadora en un conmutador de la Corte Suprema- hizo progresos de cómo manejarse con su ceguera. “No es lo mismo cuando uno es ciego de nacimiento que perder la vista de adulto y por un hecho traumático. Susana empezó de cero y fue superando los miedos”, dijo.
Además testimoniaron Juana Santillán, la madre del imputado, que dijo que Gómez y Goncharuk "tenían una muy buena relación, pero ella era la que a veces se iba porque se aburría y después volvía", y Raquel Arroyo, vecina del acusado, que dijo haber acompañado al hombre a una iglesia evangélica porque lo “veía deprimido cuando Susana se iba de su casa con sus hijos”.
La audiencia con declaración de testigos y después alegatos se reanudará mañana en los tribunales penales de La Plata. Carlos Ariel Goncharuk llegó al juicio detenido y acusado de "lesiones gravísimas" en perjuicio de su esposa, figura que contempla una condena entre 4 y 10 años de prisión. Se calcula que, por la prueba contundente que hay en su contra, podría recibir la pena máxima.