Se comprobó que los rastros de ADN recogidos debajo de las uñas de Paola Tomé, una mujer de 38 años asesinada hace un mes, coincidían con los que había en el pañuelo con el que se ahorcó a Sandra Colo en agosto de 2012.
La ciudad de Junín está conmocionada. Entre sus noventa mil habitantes hay un asesino suelto que está detrás de los crímenes de dos mujeres. Ayer se comprobó que los rastros de ADN recogidos debajo de las uñas de Paola Tomé, una mujer de 38 años asesinada hace un mes, coincidían con los que había en el pañuelo con el que se ahorcó a Sandra Colo de 43, en agosto de 2012. Ambas murieron un jueves 16 en locales vinculados al mundo infantil. De inmediato se empezó a hablar de un “asesino serial”. Para la Justicia se trata de “crímenes conectados”.
El fiscal general de Junín, Juan Manuel Mastrorilli explicó junto a los fiscales Vanina Lisazo, titular de la Unidad Fiscal N° 6 y Ángel Quindiello, de la N° 7, que investigan los crímenes de Tomé y Colo, respectivamente, que no es apropiado hablar de un “asesino serial” sino de “crímenes conectados”. Y explicaron que el ADN que se encontró en ambas escenas del crimen –donde no se hallaron huellas dactilares- corresponde a un hombre.
Lisazo que fue quien recibió los resultados del Instituto Médico Forense que los alertó sobre la relación entre las muertes de las dos mujeres y explicó que tanto ella como Quidiello se habían puesto de inmediato en contacto con los familiares de ambas víctimas para ponerlos al tanto del descubrimiento.
Aunque fueron cautos a la hora de brindar información, agregaron que se estaban recibiendo nuevas informaciones, vinculadas a comunicaciones telefónicas. Mastrorilli explicó que cada fiscal seguirá con la investigación de cada caso en particular.
Aunque los fiscales aclararon que no se estaba ante un asesino serial, en la ciudad el rumor corrió rápidamente. “Se generó una psicosis, todos parecían estar viendo cuándo es el próximo jueves 16, una locura”, explico una fuente a Infojus Noticias.
“Los investigadores están centrados en investigar al detalle a las dos víctimas para ver en qué punto se tocan. Tienen que tener algo más en común que lo que apareció hasta ahora”, explicó la misma fuente.
Mujeres asesinadas
El viernes 17 de enero sonó el teléfono celular de Vanina Lisazo, la fiscal de Instrucción que estaba de turno. Le avisaban que en el interior del local de ropa para niños, Rowena, ubicado en pleno centro de la ciudad, había sido asesinada una de sus dueñas. Se trataba de Paola Tomé, que había sido encontrada por su hermana, también propietaria del comercio, quien estaba preocupada porque desde el día anterior no tenía noticias suyas. Cuando la mujer llegó al local ubicado en el número 45 de la calle Paz vio una escena tétrica: en un altillo estaba el cuerpo de Sandra, recostado boca arriba, con muchos golpes, en especial en la cara y los brazos. La autopsia estableció que murió durante el atardecer del día anterior, por un paro cardio respiratorio traumático como consecuencia de una asfixia mecánica por estrangulación. Los golpes y lastimaduras mostraron que Paola se defendió con fuerza de su agresor. Lo arañó. Y eso fue clave: debajo de sus uñas había rastros de ADN.
La fiscal Lisazo mandó a analizar esas muestras y ordenó que se compararan con las que se habían recogido de la escena del crimen de Sandra Colo. Había varias coincidencias entre ambos casos: las dos fueron asesinadas en locales vinculados a niños, un jueves 16 y tienen varios rasgos físicos en común, eran solteras y estaban dentro del mismo rango de edad. Ninguna de las dos fue abusasa sexualmente y a ambas les habría faltado dinero. En uno de los casos se habla de una suma cercana a los 15 mil pesos.
Colo trabajaba en el salón de fiestas infantiles “Abracadra”, donde la encontraron ahorcada, con un pañuelo que ataron a su cuello. De esa soga tomaron los rastros de ADN que 17 meses después establecerían el vínculo con el crimen de Paola.
A Sandra la encontró su padre acostada boca abajo. Estaba preocupado porque ella no respondía su teléfono, que luego se descubriría que había sido robado. En aquel momento los investigadores trabajaron sobre una pista que ahondó en otro doloroso episodio de la familia Colo. Claudia, la hermana de Sandra, también había sido asesinada. Fue en el año 2000, cuando tenía 25 años y estaba trabajando en una agencia de Quinielas. Por el caso se detuvo a un compañero que tras su condena gozaba de salidas transitorias, pero la pista no prosperó y fue descartada rápidamente. Aunque ahora algunos vuelven a poner el ojo en el caso.