Mató a su amiga con un mazazo en la cabeza y le habían dado 10 años de cárcel. Ahora le redujeron la condena a menos de la mitad porque el juez consideró que fue un “homicidio emocional”.
Silvia Luna recibió, en diciembre de 2012, una pena de diez años por el asesinato de su amiga Carola Bruzzoni. La sala III de Casación Penal bonaerense redujo la pena a cuatro años y medio por considerar la muerte como “homicidio emocional”. Eran compañeras de trabajo y había, entre ellas, una trama oscura.
En una declaración indagatoria, Luna contó que Bruzzoni creía que su marido, el ahora viudo Sergio Robledo, le era infiel. Se le ocurrió ponerlo a prueba y le pidió a Luna que lo tentara con “mensajitos amorosos”. Robledo cayó en la trampa y contestó los mensajes poniendo un día y un lugar para encontrarse. En la versión de Luna no hubo encuentro, ella faltó y le avisó a Robledo que todo se trataba de un plan de su esposa. Los jueces, al leer el testimonio, dudaron.
Poco después, Bruzzoni empezó a hostigar a su amiga. La amenazó con mostrar un video hot donde ella aparecía teniendo sexo con un hombre a todos los invitados de su futuro casamiento. La imagen del hombre no llegaba a verse clara. En el juicio se pudo comprobar que el video fue copiado por Bruzzoni del celular de Luna. Y que la amenaza de mostrarlo a los invitados era factible. De hecho Bruzzoni lo había difundido entre todos los empleados del bar Matute de Las Heras, donde ellas trabajaban. Los jueces sospechaban también que el hombre del video era Robledo, el marido de Bruzzoni. O que al menos eso creía ella y por eso el giro de la amistad.
El sábado 17 de abril de 2010, pasadas las ocho de la mañana, Luna llegó al bar, agarró una maza para aplastar milanesas y salió al patio. Los gritos entre Bruzzoni y Luna terminaron en forcejeo. En la investigación se descartó que el golpe hubiera sido por la espalda, a traición. Mientras tironeaban de la maza, llegó Miriam Idiart, otra empleada y las escuchó gritar “¡soltame, soltame!”. Entre la euforia, las dos lloraban. Idiart pudo separarlas. Luna se fue del lugar y a Bruzzoni le ofrecieron llevarla al hospital, pero no quiso.
El dueño del bar la llevó hasta su casa. Se acostó a dormir con su marido. Robledo declaró que después del mediodía se dio cuenta de que su mujer tenía sangre en la cabeza y la llevó al hospital de Las Heras. Los médicos decidieron trasladarla a General Rodríguez donde la operaron tres veces. Bruzzoni entró en coma y murió nueve días después de recibir el golpe.
El 24 de febrero del 2012 el Tribunal Oral Criminal N° 3 de Mercedes sentenció a Luna a cumplir diez años de prisión. En la letra del fallo se puede leer que “pegarle a otro con una maza es algo que puede producir graves consecuencias”, incluso la muerte, sostuvo uno de los jueces en su voto y remarcó que “Luna tuvo perfecta conciencia de la peligrosidad objetiva de su conducta y, pese a representarse como consecuencia probable el riesgo de acabar con la vida de Bruzzoni, asintió a dicha posibilidad”. El fiscal Adrián Landini había solicitado una condena de catorce años de cárcel y los abogados del viudo, pidieron 17 años. El tribunal le aplicó sólo dos más que la pena mínima para el homicidio simple.
La defensora oficial, María Fernanda Montero apeló el fallo. En su pedido requería el cambio de calificación a “lesiones graves”, “tentativa de homicidio” u “homicidio simple”. Pero los jueces de la sala III de Casación Penal no hicieron lugar a ninguna de ella. Entendieron, en cambio, que se trató de un “homicidio emocional” y se aferraron a las palabras del mismo TOC N° 3 al considerar que "una de las contradicciones que exhibe el veredicto está dada por la relativización del dictamen del psiquiatra” donde se “consigna que existió un fuerte debilitamiento de las capacidades mentales por el efecto sobre Luna de un estado afectivo de contenido desagradable", afirmaron los jueces.