Infojus Noticias

Un día antes de Navidad, Jonathan Ledesma salió en libertad. Los últimos trece años los pasó en el penal de San Rafael por un asesinato que cometió en 2001, cuando tenía 17 años. A mediados de 2003 lo condenaron a prisión perpetua, pero nunca se respetaron sus derechos elementales. Por eso, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza revisó el fallo y argumentó que “se había violado la Convención de los Derechos del Niño”, porque no se puede condenar a un menor a perpetua. El martes 24, la Corte dispuso su inmediata libertad.

En junio 2003, la Segunda Cámara del Crimen de San Rafael condenó a Jonathan a cadena perpetua. Su abogado oficial apeló, pero en diciembre de 2003, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza confirmó la sentencia.

“Cuando lo detuvieron nunca le dieron medidas tuteladas, nunca fue a la escuela ni tuvo asistencia psicológica ni psiquiátrica.  Los funcionarios penitenciarios le decían ‘¿para qué querés estudiar, si tenés perpetua?´”, contó su abogada, Marcela Herrera, que tomó el caso a través de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) de San Rafael.

Una tarde de invierno de 2012, la letrada visitó a un detenido en el penal y Jonathan le pidió una entrevista. Después de contarle su caso, Mariela dudó de la veracidad de sus dichos y consultó el expediente. “Era tal cual como me había contado. El procedimiento judicial violó sus garantías”, le dijo a Infojus Noticias.

La abogada se apasionó con el caso y presentó un recurso de revisión. “La APDH se involucró porque era uno de los pocos casos en el país con menores condenados a prisión perpetua”, dijo a Infojus Noticias Ricardo Ermili. El caso lo retomó la Suprema Corte de Justicia, la misma que había ratificado la condena, pero con otra composición de jueces.

El martes 23, los camaristas hicieron lugar al recurso y ordenaron la inmediata libertad del joven, hoy de 30 años. El argumento de los jueces fue que se había violado la Convención de los Derechos del Niño”. Media hora después Jonathan estaba en libertad.

Su abogada ahora pide asistencia psicológica y psiquiátrica para Jonathan, que vive con su familia en San Rafael. “Su familia no tiene qué comer, él no puede conciliar el sueño. Lo que más deseo y por lo que trabajo, es que esto nunca más le pase a un menor”, agregó Herrera.

Antecedentes en Mendoza

En 1997, Diego Daniel Arce tenía 16 años cuando mató a un comerciante.  Cinco años después el Tribunal en lo Penal de Menores de la Primera Circunscripción de Mendoza lo condenó a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado. La sentencia quedó firme, pero la Comisión Interamericana concluyó que la condena “vulneraba la Convención Americana sobre Derechos Humanos". El organismo internacional obligó al Estado argentino a garantizar una revisión amplia, en la que se atendiera suficientemente a los estándares internacionales vigentes en materia de derecho penal juvenil.

Otro caso emblemático fue el de Ricardo “El Perro” Videla, que también fue condenado a perpetua cuando era menor. Su final fue trágico: en junio de 2005 murió con un cinturón al cuello, cuando cumplía su condena en el penal de San Felipe, en los fondos de la vieja cárcel de Boulogne Sur Mer.