Marcos Jordán López fue asesinado en abril: otro preso le clavó una faca de 51 centímetros. Cuando su madre, María Victoria, fue a pedirle explicaciones al juez por la lentitud de la causa, el magistrado le respondió: "Me tenés podrido. No sabés con quién te metiste”. Ahora la muje recorre los tribunales para ayudar a otros pibes detenidos.
“¿Sabes qué sos vos para mí? Un grano en el culo. Me tenés podrido. No sabés con quién te metiste”, recordó que le dijo Juan Pablo Massi, juez de Garantías 4 de La Plata a María Victoria Sánchez, que visitaba su despacho asiduamente desde que habían asesinado a su hijo con una faca tumbera en la Unidad 32 de Florencio Varela. Después del exabrupto, el juez Massi la apartó de su camino y salió de la oficina. La mujer presentó una denuncia contra el juez en la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, que no prosperó.
Por el asesinato de Marcos Jordán López, el hijo de Victoria, el 21 de abril pasado, ya está procesado otro preso con quien compartía la cárcel: José Alejandro Muñoz Zapata, un tipo pesado que se había cargado a otros dos presos, según su madre. Aunque a Jordán, dice, no lo conocía. “Mi hijo no conocía a Muñoz, por lo tanto no esperaba esa acción. Pero el tipo se acercó y le clavó la punta en el pecho”, contó Victoria. Era una faca tumbera de 51 centímetros de largo. Jordán estaba en la zona de visitas, con su mujer y su hijo de cinco años. Según Sánchez, en la cárcel no había ambulancia y su hijo permaneció media hora tirado en el piso sin asistencia médica.
“A mí no me interesa Muñoz, me interesa el Servicio Penitenciario Bonaerense: hubo, como mínimo, una infracción al deber del cuidado”, le dijo a Infojus Noticias Oscar Rodríguez, el abogado de Victoria que aún no ha logrado que lo acepten en el expediente. “Está probado que requisa no hubo, y tampoco los revisaron cuando bajaron a la visita, que es el momento en el que lo apuñalan a Jordán. Hubo una especie de zona liberada”, agregó.
“Jordán había tenido problemas con uno de los altos mandos del penal, no con el jefe ni el subjefe, pero alguien de rango alto”, detalló el letrado. De momento, la cúpula del penal no ha sido sancionada ni removida. En la fiscalía N° 9 de Florencio Varela que conduce Marcelo Selier, donde se instruye la investigación penal, no quisieron darle a este portal ninguna información.
“Te vendieron por tres mil pesos”
Jordán López cayó preso el 27 de julio de 2011 cuando iba a hacer un flete para llevar mercadería a pedido de un conocido, Damián Ascona. Tenía una condena anterior de tres años por robo y le faltaban cuatro meses para cumplirla, por eso asistía todos los meses a firmar al patronato de liberados. “Al día siguiente era el cumpleaños de su novia, iban a pagarle por 100 pesos. Llevaban de una casa a la otra”, cuenta Victoria. Ascona no fue, y Jordán le dijo a su novia que le diera una mano para cargar y descargar la mercadería.
En la camioneta iban Marcos, su novia y un chofer. A media cuadra, la policía de la comisaría de La Unión, la Brigada de Investigaciones y la policía de Los Hornos los detuvo. La ropa resultó ser robada. Los bajaron de la camioneta, le pegaron patadas en el piso y al chofer, que era un fletero que trabajaba en una empresa, le rompieron la nariz. “A Jordán, uno de los policías de la Brigada le dijo ‘¿sabés quién te vendió a vos? Te vendió Ascona por tres mil pesos”, aseguró Victoria, su madre, que Jordán le había dicho.
Todos -también la mujer que acopiaba la ropa en su casa, y dos hijos de 14 y 15 años- fueron detenidos en la Brigada de Investigaciones. Allí, dice su madre, a Jordán y a su novia les pegaron. En la fiscalía les imputaron robo agravado y en banda, encubrimiento agravado y resistencia a la autoridad. Pero en la rueda de reconocimiento ninguno de los detenidos fue señalado. La dueña de casa fue excarcelada una semana después, y quedó en libertad. Jordán y “un chico policía que ni siquiera estaba en la casa, de nombre Matías, quedaron detenidos. Ahora Jordán está bien muerto.
Plegarias desatendidas
Jordán pasó por la Brigada de Investigaciones, la Alcaidía, el instituto Pettinato, la Unidad 9 y recaló en la 32 de Florencio Varela. Cuando cumplió los cuatro meses que le faltaban por el robo anterior, Victoria comenzó a pedir que lo liberaran, pero el juez de garantías Massi no la recibía nunca. Un día –lo había conocido en la televisión por el cuádruple crimen de La Plata- lo vio en los pasillos del juzgado y le puso el pie para que no le cerrara la puerta en la cara. Ese día le dijo que le dejaba la vida de su hijo en sus manos, porque la estaba pasando muy mal. Presentó un habeas corpus, que terminó concediéndoselo el Tribunal Oral N° 2 de La Plata, ya que la causa había pasado bajo su órbita.
Después que su hijo murió, Victoria fue al juzgado y pidió hablar con Massi y con la secretaria. Llegó destrozada: acababa de enterrar a su hijo después de tres días y medio en los que le habían negado el cuerpo, y después de que su esposo había tenido que limpiarlo en la morgue con sus propias manos. “Podrido, me lo dieron”, recuerda con la voz quebrada.
Victoria llevaba cuatro fotos de cuando jugaba en la cama, recién nacido, y el certificado de defunción. Le dijo al magistrado:
-Esta era mi vida antes del domingo 21 de abril. Y acá les traigo el certificado de defunción. Por el mal actuar de ustedes –incompetencia, dejadez, inoperancia-, hoy tengo un hijo en un cajón.
Victoria les pidió disculpas por llevarle una fotocopia de las fotos, pero el entierro le había salido 15.000 pesos, le dijo. “Si yo dije algo que te ofendió te pido disculpas. No hay nada mejor que la conciencia tranquila”, le señaló a Massi.
Massi le dió una copia del expediente. La mujer se hizo un cuadro sinóptico, la subrayó con fluor y empezó a estudiarla. Por esos días se contactó con Rosa Bru, quién le prohibió que fuera sóla al juzgado, y la acompañó. Luego, una chica y un chico que eran conocidos suyos empezaron a acompañarla. Un día le hizo una pregunta al juez:
-Disculpe doctor Massi. Vengo siguiendo la causa, ¿usted me puede explicar este paso, por qué extendió tanto la prisión preventiva?
Ese día al juez le cambió el humor. En otra visita, pocos días más tarde, diría eso que dijo: que era un grano en el culo. Ahora Victoria sigue vinculada a la asociación Miguel Bru y recorre los pasillos de tribunales para ayudar a otros pibes privados de su libertad a que no vulneren sus derechos. “No quiero más Jordanes. El dolor que yo estoy pasando es un vacío en el alma que no me lo lleva nada. Y yo lo transformo en lucha. Y le pido a él y a Dios le pido que me de fuerza”.