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Elizabeth “Eli” Verón consiguió que su vecina le abriera la puerta. Era su último y desesperado intento de escapar a la golpiza que le estaba dando Adrián Sosa García, el hombre con el que convivía desde hace unos meses y que bajo amenazas y presiones la había alejado de sus afectos. Sosa García fue condenado ayer a prisión perpetua por el asesinato de Eli, en el primer juicio por femicidio en la capital correntina. El 6 de abril, los jueces del Tribunal Oral Penal Nº 1 darán a conocer los fundamentos de la sentencia.

Eli vivía con Sosa García a unas veinte cuadras de la gobernación. La noche del 14 de mayo de 2013, poco antes de las once, la vecina del departamento de abajo les tocó la puerta alertada por los ruidos. La atendió Sosa García y le dijo que estaban corriendo los muebles. Pero en el juicio, la mujer contó que vio a Eli acurrucada en el piso.

Una hora y media después, Eli llamó a Mercedes, una de sus hermanas. Le dijo “de esta no salgo” y le pidió que cuidara a su hija. En el juicio Mercedes contó que “de fondo” escuchó los gritos de García Sosa. A la una, Eli le tocó la puerta a la vecina, que también era quien le alquilaba el departamento a García Sosa. La mujer abrió, y el sereno y otros dos hombres la vieron pasar.

En la esquina, se desvaneció; cuando la policía llegó a lugar marcaron el último número que figuraba en el teléfono de Eli. Era el de Mercedes. El 8 de julio Eli sufrió un paro cardiorrespiratorio y falleció. Estuvo veinticinco días internada en Hospital Escuela "General San Martín". “Tenía las marcas, politraumatismos en la cabeza, en la cara y en la clavícula”, contó a Infojus Noticias el fiscal Carlos Lértora.

En el juicio, los testigos no solo hablaron de golpes. Una de las compañeras de trabajo de Eli contó que al mismo tiempo que empezó a salir con Sosa García, empezó a faltar. Y que la propia Eli le dijo que la encerraba en su casa, “sin celular”. El fiscal recordó que Eli tenía un trabajo inestable, donde ganaba poco y que Sosa García le hacía notar su mejor pasar económico.

“Él era comerciante, tiene unos cincuenta años y ella unos diez menos”, contó el fiscal. Y recordó que Sosa García “la amenazaba con su hija y de perder el trabajo y después se comprometía a regalarle un ropero”, por ejemplo. Estos fueron los elementos que consideró a la hora de acusarlo por el homicidio agravado de Eli, porque la atacó por ser mujer y a sabiendas de que podría ocasionarle la muerte, abusando de su condición.

Los jueces Raúl Guerín, Cynthia Teresita Godoy Prats y María de los Milagros Martínez Spalla coincidieron en que se trató del homicidio de una mujer por su condición de tal. Sin embargo, el voto fue dividido. Godoy Prats consideró que el homicidio fue preterintencional, esto es: que el agresor no habría tenido intención de matar. Los otros dos jueces no coincidieron, entendieron que Sosa García “se representó o debía representarse” que, como finalmente lo hizo, la podía matar. El 6 de abril se conocerán los argumentos de cada voto.

“Mi hermana no vuelve más pero le pude regalar a mi sobrina en su cumpleaños esta sentencia”, dijo llorando Rita Verón, hermana de la víctima a los medios de prensa locales cuando se retiraban de tribunales. La hija de Eli, cumplió 19 años y como su madre, se llama Elizabeth.

MV/RA