Luego de acosarla y de varios actos de violencia, hace un mes el ex marido de Hebe Rull escapó con los mellizos que habían tenido juntos y se estrelló contra un camión para matarlos. Uno de ellos falleció y el otro está internado. Nadie había escuchado sus denuncias. "Voy a salir a la calle el 3 de junio para defender a otras mujeres", dice Rull desde el hospital donde cuida a su hijo.
Hace casi un mes que Hebe Rull pasa las 24 horas del día en el hospital Delicia Masvernat de Concordia. Su hijo Mateo, de siete años, está internado allí desde que su expareja, Juan Romero, se estrellara contra un camión con la intención de matarse él y a los dos mellizos que habían tenido juntos. Agustín, el otro de los niños, no sobrevivió y Hebe todavía no pudo ni siquiera empezar el duelo. Pero aun así, dice que tiene paciencia y que no se va a quedar en silencio. El próximo miércoles 3 de junio a las 17 habrá actos en todo el país para reclamar “Basta de femicidios”. “Yo voy a salir a la calle a defender a las mujeres. A mí me pasó y no quiero que le pase a nadie más”, dijo la mujer a Infojus Noticias.
Hebe dice que todavía no pudo ir a la tumba de su hijo Agustín. “Es terrible, me duele tanto”, llega apenas a decir pero su voz se quiebra y enseguida se frena. Su otro hijo, Mateo, está ahora fuera de peligro pero aún le quedan lesiones en las piernas, un yeso en el brazo y se está recuperando del daño neurológico. “Que te digan que no va a vivir y que ahora esté así tan rápido ya es asombroso”, dice.
Cuando Hebe quedó embarazada de los mellizos tenía 37 años y tuvo que cuidarse muchísimo. “Hice mucho sacrificio para tenerlos y criarlos, y este hombre se da el lujo de querer matarlos. Hay tantos que no pueden tener hijos. Yo decía que estaba loco y nadie me escuchó. La muerte de Agustín no va a quedar en el silencio”, dice.
Por eso el 3 de junio quiere salir a la calle a decir “Ni una menos”. “Una mujer que está pasando por eso no dice nada porque tiene vergüenza y el tema económico a veces también te juega en contra”, dice Hebe.
Fueron tantas las veces que pidió ayuda. “No, señora, usted no es la dueña de los hijos, él también tiene derechos”, le decían cuando ella iba al juzgado a denunciar a Juan Romero por amenazas. Llegaba llorando, desesperada y el equipo técnico de psicólogos y psiquiatras y trabajadores sociales lo usaban en su contra. “Señora, usted no está bien, tampoco está mejor que él”, le contestaban. “Me humillaron de la peor manera. Él [Romero] tenía libertad para hacer lo que quería conmigo”, dice. Una vez lo detuvieron por intentar prenderle fuego la peluquería, pero lo liberaron al poco tiempo.
Sentada al lado de Mateo en el hospital, Hebe piensa que es importante que alguien sostenga a las mujeres que denuncian. “Hay que apuntar al seguimiento de los casos”, propone.
Hebe no quiere ni mencionar a su expareja, que todavía sigue internado en el mismo hospital que Mateo. “Imagino que no debe tener ganas de vivir, todo lo que le queda es pagar por lo que hizo”, dice. Y determinante, agrega: “Se va a hacer justicia”.
En Concordia, un grupo de madres “se puso el chaleco de guerreras” y organizaron una caminata por Mateo y para juntar colaboraciones y ayudarla. Desde que está internado, Hebe no puede abrir la peluquería, pero cuida de sus otros dos hijos y las cuentas por pagar crecen: el alquiler de su casa, el del local, los impuestos.
Romero está acusado de homicidio agravado por el vínculo y por tentativa de homicidio. Para Fabiana Tuñez, titular de la Casa del Encuentro, se está ante un caso de “femicidio vinculado”. Un subregistro dentro de la categoría “femicidio” en el que “la víctima no es la mujer sino la persona que se interpone para evitar el femicidio, o alguien que es asesinado para castigar y destruir psíquicamente a esa mujer”. “Para nosotros tiene categoría de femicidio porque el objetivo a destruir es la mujer. Esos niños no hubieran pasado por lo que pasaron si su padre no hubiera ejercido violencia contra su ex mujer”, acotó. Para Hebe, este tipo de femicidio “es la nueva carta que juegan ellos. Te tienen presa porque dicen que le van a hacer algo a los hijos”.
Después de lo que sucedió, Hebe se preguntó, enojada, por qué no estuvo ahí con sus hijos. “Pero no es mi culpa que él sea violento. Las acciones que hacen estos hombres no son culpa de las mujeres”, dice hoy y piensa en las otras mujeres que pueden estar viviendo la misma situación. Entonces pide: “No se detengan por las piedras del camino que ponen estas personas”.
AS/SH