La mató hace un año y medio en la Ciudad de Córdoba. Durante el debate oral, en base a un diálogo que habrían tenido víctima y victimario la noche del crimen, pidió cambiar la caratula a homicidio culposo.
Los testigos dijeron que el diálogo entre víctima y victimario fue más o menos así:
-¿Y si te mato ahora?- preguntó él.
-Matame si querés, estoy cansada de sufrir- respondió ella.
Corría la madrugada del 1 de enero de 2013. Horas más tarde, Jésica Daniana Tolosa, de 20 años, entró al Instituto del Quemado con heridas en el 18% del cuerpo: cara –deformada para siempre- cuello, torso y brazos.
Agonizó durante 25 días y murió de un shock cardíaco por una neumonía que le causaron las quemaduras.
Mientras agonizaba, dijo lo que muchas víctimas: que todo había sido un juego.
Su pareja, Diego Fabián Acuña, de 23 años, fue a juicio acusado por homicidio calificado por el vínculo. Había rociado con nafta y prendido fue a su pareja. La pena iba a ser perpetua.
Durante el debate oral, el fiscal de Cámara Raúl Gualda cambió la acusación a homicidio culposo y pidió una pena inferior. Se basó, entre otras cosas, en el diálogo previo al crimen y en las declaraciones de la víctima en el hospital.
El jurado popular de la Cámara Cuarta del Crimen lo condenó a cuatro años y ocho meses de prisión. El fallo fue dividido.
Buena conducta mediante, Acuña podrá salir en libertad condicional unos tres años.
La causa no tiene querellante: nadie va a revisar la condena.