El martes 14 de este mes, cuando ingresó al penal, la abogada Natalia Araya escuchó gritos. Las voces llegaban del área de los buzones y les pidió a dos agentes del Servicio Penitenciario provincial que abrieran esas celdas. Encontró a dos hombres en “calzoncillos y golpeados”, en una celda de dos metros por uno. Habían pasado la noche allí, con un solo colchón. En el pasillo, su ropa estaba “hecha un montoncito”, y había otros dos colchones en el piso. Cuando pidió que abrieran la otra puerta de la otra celda, encontró a otros dos hombres en la misma situación.
“Es la primera vez que nos encontramos con un hecho de tortura infraganti. Siempre llegamos después que sucedió todo”, explicó Araya. Ese mismo día, radicó la denuncia en la Unidad Fiscal de Atención Primaria y el juez Martín Lozada quedó a cargo de la investigación. El magistrado ordenó la intervención cuerpo médico forense que constató los golpes. El Secretario de Derechos Humanos de la provincia, Néstor Busso, confirmó a Infojus Noticias que tres agentes del Servicio Penitenciario provincial fueron separados y desde su cartera se investigan los hechos.
Esa tarde, cuando Araya estuvo en el penal, los detenidos le contaron que estaban allí desde las ocho y media de la noche del día anterior. Que cuando los metieron en esas celdas los dejaron “esposados y completamente desnudos”. Recién al mediodía siguiente, les sacaron las esposas y les alcanzaron la ropa interior. Tres de estos hombres ni siquiera están condenados, y para la abogada no es un dato menor: “en la provincia no se cumple el régimen de la progresividad. Las cárceles están hacinadas y los procesados conviven con los condenados”, explicó a Infojus noticias.
Tras la presentación impulsada por la defensora de derechos humanos, el director del penal, Manuel Poblete, salió al cruce. Dijo que la noche anterior hubo un intento de motín en la cárcel y que "tales circunstancias aparecen deliberadamente potenciadas por conclusiones que rápidamente exterioriza la citada profesional”.
Araya, que es colaboradora del Comité contra la Tortura provincial, explicó que esas celdas “que se conocen como buzones están en la parte de las calderas. Si las apagan, los detenidos se congelarían; pero así se ahogan. Tienen letrinas, pero para tirar la cadena tienen que pedirle a un celador que la haga: la piola está afuera”, dijo Araya a Infojus Noticias.