Su ex pareja irrumpió en su casa de Florencio Varela decidido a prenderla fuego. Pero una gota de nafta le salpicó el ojo y ella pudo escaparse. Aunque en la fiscalía le aseguran que está detenido, ella sigue temiendo por su vida.
A los 25 años, Mayra De León atraviesa el peor momento de su historia. Para ella, contar lo que le pasó la ayuda a “ganar un día más de vida”. Es que su amenaza está latente y tiene nombre y apellido: Emanuel Brian Muñoz. El mediodía del 31 de octubre su ex pareja, de 24 años, saltó la medianera de su casa con un bolso en la mano.
“Cuando lo vi abrirlo pensé que iba a sacar un arma pero sacó un bidón, enseguida me tiró toda la nafta encima”, contó Mayra a Infojus Noticias. Muñoz la agarró en el patio ante la desesperación del hijo de ella que empezó a gritar. Enseguida llegó Ester, la abuela de Mayra, que intentó rescatarla. El hombre ya la había encerrado en la pieza.
“Cuando me fue a prender fuego le saltó una gota de nafta en el ojo, se empezó a refregar y se le cayó el encendedor, yo lo patee debajo de la cama”. La causa está en la fiscalía descentralizada N° 5 de Florencio Varela, caratulada como “homicidio agravado en grado de tentativa”. Hoy Mayra fue hasta ahí porque su hermano y otra persona le aseguraron que vieron a Muñoz en la calle. En la fiscalía le dijeron que él seguía detenido en la Comisaría 2°. Infojus Noticias confirmó que el hombre se encuentra detenido en la Comisaría 4° de esa localidad.
Mayra y Emanuel estuvieron dos años y medios juntos, de los cuales convivieron 18 meses. Lo hicieron junto a su al hijo de ocho años de Mayra que el 31 fue testigo de la agresión que sufrió su mamá. “El vio todo porque estaba en el patio y apenas lo vio saltar empezó a gritarme para que me vaya”. El nene también fue testigo de cómo la violencia iba en aumento. "Cuando éramos novios no me pegaba, pero cuando nos fuimos a convivir empezó. Primero era cada tanto y después cada vez más seguido. Se calentaba por cualquier cosa y se sobresaltaba. Varia veces me intentó asfixiar y después me pedía disculpas”.
Al principio Mayra no se animó a contárselo a su familia, le daba vergüenza y además pensaba “que ya se le iba a pasar”, pero después pudo verbalizar el infierno que vivía. Su abuela Ester le dijo que volviera a la casita del fondo, donde había vivido hasta que se juntó con Muñoz. El 11 de septiembre se mudaron y nueve días después comenzaron las amenazas vía mensaje de texto: “Te voy a matar”, “los voy a matar a los dos” o esperaba a que Mayra se acostara para escribirle en plena noche: “ahora entro y te mató”. Si se cruzaban en el barrio la manoteaba del brazo, “me retenía, se ponía violento”.
Detenido 17 días después
El 31 casi cumple con sus amenazas. “Fueron 10 o 15 minutos terribles, fue todo muy traumático”. Ni Mayra ni su hijo tuvieron asistencia psicológica posterior. Tras la agresión, ella caminó los 100 metros que separan su casa de una salita de primeros auxilios donde le curaron las heridas de la cara y le dijeron que se fuera a hacer la denuncia. La comisaria está a dos cuadras de su casa pero aunque el barrio se había convulsionado con la agresión de la que fue víctima nadie fue a asistirla.
Cuando llegó al destacamento la mandaron a la comisaría de la mujer, donde le tomaron la denuncia y dieron intervención a la fiscalía descentralizada N° 5 de Florencio Varela. Desde el momento de la agresión hasta la una de la madrugada, cuando pudo volver a su casa, Mayra estuvo empapada con nafta. “El olor era terrible y por eso en un momento mandaron a buscar ropa a mí casa porque en la comisaria decían que los mareaba con tanto olor. Pero a mí además me ardía la piel, era una picazón tremenda, me rascaba toda”.
Al día siguiente de la agresión los vecinos y familiares de Mayra lo vieron sentado en el frente de su casa tomando mate. “A mí hermano le dijo que ya íbamos a tener noticias suyas”, cuenta Mayra. 17 días después fue detenido.
“Yo vengo siempre a la fiscalía, pero no siempre tengo respuestas. Además como no tengo medios económicos no tengo un abogado. Antes trabajaba con mi abuela que cose en la casa pero ahora no tengo la cabeza como para hacerlo. Tengo mucho miedo porque es como que él no tiene límites, entonces ¿cómo puedo vivir así?”